El Unicaja toca fondo

Después de un voto de confianza del Consejo de Administración del club a su entrenador y a la plantilla, el Unicaja sigue dando tumbos, con ocho derrotas en nueve citas, seis de siete si nos atenemos sólo a la Liga ACB. Lo único que se puede argumentar en favor del reo es que todo tiene solución aún en los tres torneos, pero los milagros se dan poco en este deporte, y en tiempos de pandemia cuesta más invocarlos.

La crispación exagerada de Luis Casimiro gritando con aspavientos a los árbitros tras el partido, perdiendo de siete y sin desventajas mínimas en todo el segundo tiempo, o abroncando a Gerun en un instante del choque, por más que merecida atípica en su forma de conducirse a lo largo de su larga trayectoria, permiten leer también la gravedad del momento por no usar expresiones más coloquiales. Ni el recurso a Alberto Díaz, que no estaba previsto que reapareciera en este partido, sino el martes en Mónaco, salvó al Unicaja, en el que la mayoría de sus hombres ya se ven faltos de confianza, atenazados por la dinámica.

Ya sólo el comienzo de partido fue poco esperanzador. Faltó ver esa conjura, ese punto extra de intensidad defensiva que todos pregonan pero no acaba de verse. Luis Casimiro mantuvo la propuesta de quinteto ofrecida ante el Joventut, con Ferrari, Brizuela y Waczynski, pero el cuadro malagueño defendió mal y atacó aún peor. Hasta superado el ecuador del primer cuarto no llegó una canasta de dos, aunque sólo hubo tres intentos en todo el periodo. El cuadro cajista desesperó una vez más sin una circulación del balón buscando las mejores opciones y siempre a impulsos individuales, con seis pérdidas ya.

Pero es que en el otro lado de la pista la cosa no iba mejor. De nuevo un pívot rival abusó del Unicaja. Esta vez el lituano Sajus, con diez puntos en apenas unos minutos y convertido en poco menos que Shaquille O'Neal. Baste el dato de que Francis Alonso, con más de cinco minutos en pista, ni siquiera había lanzado a canasta. Así las cosas, no fue raro en los instantes finales ver a Alberto Díaz calentando...

El Unicaja que llegó a irse con 6-11, encajó un parcial de 8-0 y cedió el primer parcial con 23-15, sin que el BAXI Manresa hubiera anotado aún desde fuera ni estuviera cuajando una gran actuación. Pero la presencia de Díaz en la cancha, apenas minuto y medio después de arrancar el segundo cuarto ya fue otra cosa. Una secuencia con un mate estelar de Nzosa, de nuevo muy productivo, y triples de Alonso y Díaz permitió empatar el choque (24-24). Las huestes de Luis Casimiro defendieron algo mejor y aumentaron la cuota de rechaces capturados, pero el ataque seguía siendo caótico, con demasiadas pérdidas, con Brizuela a la cabeza.

Pero el segundo tiempo fue un quiero y no puedo sintomático del momento por el que pasa el Unicaja, que empieza a desquiciarse. Cada vez que enlazaba una buena racha de puntos, se volvía a despegar el BAXI Manresa. En el tercer cuarto la pesadilla fue Mason, con doce puntos sólo en ese parcial, con sólo una canasta visitante, de Thompson, los primeros cuatro minutos. Únicamente Abromaitis, sin fallo en todos los lanzamientos hasta entonces, se rebeló con la situación, más acciones puntuales de Francis Alonso, que de un tiempo a esta parte tira menos.

Ni versiones de quintetos más defensivas ni otras más anotadoras daban con la tecla. Era una trayectoria de dientes de sierra para acabar siempre colocándose por encima de los diez de desventaja. Aún así el cuadro malagueño entró en el último cuarto con un 66-61 aún esperanzador, gracias a su 10/20 en triples, porque en tiros de dos su porcentaje era escandalosamente malo. Entonces apareció Jou, que se fue a los catore rebotes, algunos cruciales en ataque y Eatherton, sin acusar el BAXI las eliminaciones tempranas de Vaulet y Mason. Con 83-69 a 4:35 del final ya se veía improbable la sorpresa. Duele decirlo, pero faltan dedos en las dos manos para contar el total de equipos ACB a día de hoy mejores que el Unicaja. Con bajas, sí, pero abocado al bochorno un día tras otro.