Tristeza, indiferencia y derrota en la despedida del Unicaja del Carpena

Si ustedes han visto alguno de los tres partidos que han disputado el Unicaja y el Manresa seguramente tienen una idea clara de la diferencia de intensidad que hay entre los dos equipos; también de las distancias baloncestísticas que los separan. Pues eso fue lo que se vio en el arranque del choque. El Manresa no acusaba el cansancio de su paso por la Final Four de la Champions y una otra vez superaba al cuadro malagueño en intensidad y velocidad. Esa distinta energía permitió al equipo visitante dominar el choque con claridad, tanto que a los cuatro minutos doblaba a si rival en el marcador (7-14). Ibon Navarro tuvo que parar el partido ante el temor de que el choque se le fuese de las manos a las primeras de cambio. El juego de su equipo era caótico e impreciso y dependiendo por completo de los triples, que no entraban. Fueron los suplentes los que lideraron la reacción, con mejor defensa y más energía para cerrar el primer cuarto 21-23.

Pero claro, había que continuar y sólo lo hizo un equipo, el Manresa. El Unicaja se quedó en ese primer intento. Sin intensidad, los primeros compases del segundo cuarto fueron un compendio de pérdidas y errores que permitieron que el conjunto catalán se estirase en el marcador. Sima y Bako dominaban por completo en los dos aros y Moneke puso la traca final antes del descanso con nueve puntos seguidos. La renta visitante llegó a ser preocupante, por encima de los doce puntos. Sólo Díaz y Brizuela, ahora mejor que al principio, lograban responder a la ofensiva visitante (42-52).

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No entendió el Unicaja que si no reaccionaba el Manresa le iba a pasar por encima, porque se trata de un equipo que no baja de ritmo y va siempre a tope. Lo que se vio en el comienzo de la segunda parte fue una barrida total del cuadro catalán que , sin hacer nada del otro mundo, se aprovechó de las concesiones y pérdidas del Unicaja para enlazar un parcial de 0-12 y casi sentenciar el choque (42-66). Con lo que se estaba viendo en la pista, los espectadores ya abroncaban a los jugadores cajistas y los pitos eran constantes en los cambios. El Unicaja, incapaz de anotar debajo del aro, sólo reaccionó a base de triples. Logró seis seguidos (62-75, min. 29), pero una vez más jugaba ya a partido perdido, como tantas otras veces esta temporada.

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Sólo el Manresa podía perder el partido y se relajó tanto que a punto estuvo de hacerlo. A cinco minutos para el final, el Unicaja enlazó un parcial de 19-5 en un abrir y cerrar de ojos y se situó 86-94. Nzosa emergió como no lo había hecho esta temporada y entraron los triples de Alonso y Barreiro. Lo que pasaba en la pista ya se había visto muchas veces este año, así que el equipo catalán podía estar tranquilo. Sí, el Unicaja se puso a tres puntos apretando a la desesperada y con Alonso creciéndose, pero ¿por qué no jugó así antes?