El Unicaja claudica ante la defensa del Real Madrid (90-77)

El Unicaja, que viajó con sus catorce jugadores, prescindió para el combate de Djedovic, tocado levemente en los isquiotibiales desde el entrenamiento del viernes y Tillie, este por una cuestión técnica, y los blancos partieron sin su jugador más joven, Hugo González. «Un equipo grande no puede perder tres partidos seguidos», sentenció en la víspera Ibon Navarro. Tras caer ante el Joventut y, entresemana en Europa, contra el Asvel Villeurbanne y el Fenerbahce, los locales, en su peor comienzo de temporada en más de una década, salieron muy intensos en defensa, con una marcha más, y al cuadro malagueño le costó mucho encarar su ataque, con tiros erróneos de media distancia. El 8-0 en menos de dos minutos reflejaba a las claras cómo fue la entrada al partido de unos y otros, y pronto Ibon sentó a Sima para meter a Balcerowski.

El Real Madrid recurría al dentro-fuera para clavarlas de tres, y el Unicaja no encontraba posiciones exteriores buenas de tiro. Muy cerca del fin del primer cuarto Deck colocaba la máxima ventaja (18-8), antes del primer triple cajista, el de Carter, el más acertado del equipo. Necesitado de la máxima intensidad habían rotado los doce jugadores visitantes en esos primeros diez minutos, y sin que los locales hasta entonces hubieran tirado de Musa.

La propuesta local era buena, pero el Unicaja logró en parte desactivarla y estar siempre dentro del partido. En el segundo parcial fueron clave los tiros libres, con los equipos entrando pronto en bonus. Formidable fue el 14/14 del líder de la competición, aprovechando al máximo estas acciones cada vez que los locales tendían a irse en el electrónico, liderados por Deck, Campazzo y, sobre todo, un Llull pletórico, que anotó 9 puntos en un santiamén.

El Real Madrid recurría a defensas cambiantes, en ocasiones con presión de dos jugadores y zona posterior, intercalando diferentes soluciones que desconcertaban al Unicaja, muy atascado en el ataque, sin poder correr y con un paupérrimo 2/12 (17%) en triples al descanso. Así las cosas, la mejor noticia era estar en el partido e irse al descanso perdiendo de cinco (39-34) tras una bandeja de Campazzo, porque la desventaja legó a ser de doce (32-20 a 4:42 del intermedio). Sin ritmo, jugando, a lo que quería el cuadro local, no era desde luego una mala noticia.

Pedía Ibon Navarro en el intermedio mejorar las calidad de los tiros para cimentar la reacción, pero lo cierto es que la salida fue tan mala como la inicial en el partido, y el Real Madrid volvió a situarse doce arriba. El que corría era el equipo local, con eternas asociaciones entre Campazzo Deck y excelentes prestaciones de Abalde en los dos lados de la canasta. El Unicaja amenazaba con darle un bocado a la diferencia, pero se frustraba. Dos mates malogrados por Tyson Pérez (impresionante el tapón de Tavares en uno de ellos) y dos intentos errados de triple de Carter y de Ejim en otros momentos importantes.

Al menos apareció la figura del canadiense y la de Kravish. El Unicaja necesitaba agarrarse a algunas individualidades para seguir en el partido, que empezaba a pintar cada vez peor. El amago de reacción más serio fue el 57-52 tras un triple de Ejim, pero se diluyó enseguida entre dos aciertos exteriores de Hezonja para cerrar el tercer cuarto y comenzar el último (63-52).

Probaba diversas opciones de quintetos Ibon Navarro, con un partido negado de Perry y sin asomar tampco la solución Osetkowski. El nivel defensivo de los blancos seguía siendo impecable, ahora con un formidable Ibaka imponiéndose con autoridad a los interiores cajistas. Se desesperaba el técnico cajista que, a menos de siete minutos del final volvía a ver la máxima diferencia en el tanteo (72-56) tras un palmeo de Campazzo y un triple punteado de Llull. Era poco menos que el 'game over' para el conjunto malagueño, que no había tenido un sólo arreón de orgullo para darle un giro a un guión monótono de partido.

Eran minutos de la basura, pese al carácter irredento del Unicaja. Cualquiera habría pensado que el que afrontaba su tercer encuentro de la semana era el cuadro malagueño, pero sucedía al revés. Ganó la necesidad. Quizás llevaba razón Navarro: «Un equipo grande no puede perder tres partidos seguidos». Ni cuatro, y esa sensación fue una lápida toda la tarde para el Unicaja. La pelea final entre Osetkowski e Ibaka, con una técnicas descalificante al segundo (quien sabe si con una provocación verbal), y las de Ejim y Pérez, porque la norma no permite entrar sin permiso en la pista (aunque sea para mediar y ayudar) fue un feísimo corolario al choque.