Andorra era una prueba para el Unicaja y el resultado fue desastroso. El equipo malagueño firmó posiblemente su peor partido de la temporada y fue superado por un rival que en la segunda parte lo sacó de la pista con un gran baloncesto, mejor actitud ... y una energía desbordante (83-74). Esta vez no hubo reacción final. No hubo remontada que enmascarase los evidentes problemas que tiene el grupo que dirige Fotis Katsikaris. Sin juego colectivo, sin usar sus referencias interiores y con una gran fragilidad defensiva, el Unicaja encajó su tercera derrota seguida en la Liga. La luz de alarma se enciende para el conjunto malagueño, que, ahora sí, tendrá que hilar fino si quiere jugar la Copa del Rey. El lunes recibe al Dijon en la Champions League. Seguramente lo tendrá más fácil, pero ahora las urgencias están en la Liga, precisamente el torneo en el que se quería dar un paso adelante. De momento, con la vulnerabilidad que muestra será complicado.
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Pese a que se habló del problema de forma repetida a lo largo de la semana, el Unicaja volvió a comenzar el partido blando y sin la intensidad que le demandaba su rival, así que fue a remolque en el marcador desde el comienzo. Tras un primer intercambio de canastas, la intensidad y velocidad del Andorra era mayor. El conjunto local se apoyó en un gran acierto desde la línea de tres puntos (5/7) para mandar en el partido ante un Unicaja que basaba su juego en un monólogo de sus exteriores. El 23-15 con el que se cerró el primer cuarto amenazaba complicaciones para lo que quedaba por delante para un Unicaja que lanzó mal de tres y cometió demasiadas pérdidas.
El gran acierto del Andorra desde la larga distancia era difícil de mantener y el segundo acto arrancó con escenario distinto. Ahora era el Unicaja el que se apoyaba en los triples para volver al partido. Anotaron Díaz y Fernández, además de un constante Barreiro, el mejor del cuadro malagueño hasta el momento (25-26, min. 13). Hubo también buenos minutos defensivos de Rubén Guerrero, que volvía a tener protagonismo después de muchos partidos. Como lo hizo bien, Katsikaris dio continuidad al Marbellí en detrimento de Nzosa y Eric. La reacción del Unicaja se vio frenada por sus pérdidas, pero se repuso en los últimos minutos previos al descanso con una notable mejoría defensiva y un parcial de 4-13 para ponerse por delante con una canasta de Cole sobre la bocina (37-38, min. 20).
Las buenas intenciones del equipo malagueño se quedaron en el vestuario y pasó a ofrecer una imagen lamentable. El Andorra le pasó por encima en los que posiblemente fueron los peores minutos del Unicaja en lo que va de temporada. El despliegue físico del conjunto local hizo que a los de Katsikaris se les cerrase por completo el camino al Aro. Del empate a 42 de los primeros instantes del cuarto, se pasó a un 58-42 en siete minutos. Fue un carrusel de pérdidas, malas decisiones, peores tiros y una actitud indigna por momentos. Con Hannah al mando de las operaciones y de los puntos y con Olumuyima como todoterreno dominando en los dos aros, el Andorra dejó al Unicaja tiritando (62-48).
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Apretó un poco el Unicaja en el último cuarto. Se acercó a siete puntos (63-56), pero el destrozo ya estaba hecho. Esta vez no hubo ese empujón final que en anteriores partidos enmascaró los problemas del equipo. Se habló de que siempre competía, pero ante el Andorra no tuvo argumentos. Como el conjunto que dirige Ibon Navarro aguantó en defensa, la precipitación se adueñó de un Unicaja sin juego colectivo y frágil, muy frágil en defensa.
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