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Málaga vivió una tarde para el recuerdo con la celebración del título de la Copa del Rey conquistado por el Unicaja en Badalona. El equipo cajista paseó el trofeo por las calles de la ciudad y compartió la alegría de unos aficionados deseosos de festejar después de varias temporadas realmente negativas.
Quizá el contrasto por lo vivido es lo que desató la emoción de los seguidores del Unicaja, que han pasado de la peor temporada de la historia a festejar un título que tiene un mérito enorme por la forma en la que sea ha conseguido, venciendo al Barcelona y al Real Madrid, además de al Lenovo Tenerife en la final. Era algo impensable hace unos meses y ahora es una realidad.
Si el título se festejó primero en la distancia, en la tarde de ayer se pudo hacer en directo. Miles de aficionados pudieron sentir la alegría de tener la Copa y a los jugadores que la han tenido cerca. De Los Guindos al Santuario de la Victoria pasando por la sede de Unicaja Banco y el Ayuntamiento. Es un recorrido clásico en las celebraciones que la plantilla realizó en un autobús descubierto para sentir el apoyo de sus seguidores. En el año que el Unicaja celebra el 30 aniversario de la fusión con Mayoral Maristas y el nacimiento del actual club, pasadas las siete de la tarde la comitiva del Unicaja, con la Copa al frente, pasaba por delante del Colegio Maristas en la calle de la Victoria. Fue una casualidad del destino que da mucha singularidad a una tarde magnífica de celebraciones.
Este tipo de actos son muy esperados por los jugadores, pues se trata de algo poco habitual, no en vano no se gana un título cada temporada. Como no podía ser de otra forma, la comitiva arrancó en la sede del Unicaja en Los Guindos. Ya allí, varios centenares de aficionados esperaban la salida de los jugadores, con protagonismo para los más pequeños por estar allí la cantera del Unicaja. Ya allí se pudieron ver las primeras muestras de alegría de los jugadores, algunos de ellos como Osetkowski y Perry, totalmente entregados. Los dos estadounidenses, además de Alberto Díaz, han sido los grandes animadores desde que acabó la final y se confirmó el título del Unicaja. Ibon Navarro mecía la Copa de un lado a otro jaleado por los aficionados. El vasco es el otro ídolo de la hinchada cajista por la gestión del grupo y sus planteamientos a lo largo de la Copa.
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Tras pasar por los barrios que rodean Los Guindos, la comitiva cogió la calle Pacífico hasta llegar a Huelin. Quizá fue la imagen más descafeinada del recorrido, por la ausencia de público, pero una vez llegados al parque de Málaga se podía divisar a la marea verde que esperaba al equipo en la sede de Unicaja Banco, donde el presidente de la entidad financiera, Manuel Azuaga, y el de la Fundación Bancaria, José Manuel Domínguez, los dos pilares del club, esperaban al equipo. El desembarco en la plaza de La Marina dejó una imagen clásica de otras celebraciones, con un pasillo de aficionados hasta la entrada del edificio. No hubo grandes discursos, pero sí una salida de protocolo de Kendrick Perry que cruzó la acera para darle la mano a todos los aficionados que esperaban al otro lado de la calle. De allí, al Ayuntamiento de la ciudad, donde el equipo fue recibido por el alcalde Francisco de la Torre y el presidente de la Diputación, Francisco Salado. Allí ya fue otra cosa. Alberto Díaz fue el maestro de ceremonias y fue presentando uno a uno a todos sus compañeros, además de elogiar a su entrenador. «¡Ibon tiene un plan. Ibon tiene un plan!», gritaba el pelirrojo, mientras que el técnico ya afónico sólo acertó a decir. «¡Sois la hostia!».
De la Torre agradeció el esfuerzo del equipo y aprovechó para lanzarle una pulla al Málaga. «Estamos unidos en la gratitud a vosotros. Este éxito debe darse en más deportes, ya me entendéis, no sólo en el baloncesto. Estoy seguro que habrá más porque el año que viene tenemos la Copa aquí, creo que la Supercopa también», dijo mientras miraba a los responsables del club, que asentían. De nuevo Díaz, gran protagonista de la fiesta, tuvo un bonito detalle al recordar a todo el cuerpo técnico y al personal de las oficinas porque «nos hacen el trabajo más fácil». Mientras los jugadores atendían todas las peticiones de fotografías y autógrafos en el Salón de los Espejos, los aficionados jaleaban a los que se atrevían con el micrófono, como Djedovic, que incluso cantó «Un, dos tres, un pasito 'palante' María...», sorprendió el bosnio.
Con la entrada de la noche, el autobús del equipo atravesó el túnel de La Alcazaba y enfiló calle Victoria hacia el santuario. Fue una imagen fantástica, con las luces de la policía iluminando de azul el recorrido y muchos residentes asomándose a los balcones a aplaudir al equipo. La sorpresa fue la gran cantidad de aficionados que llenaban la escalinata del Santuario, algo que nadie esperaba ya. La imagen del equipo desfilando por este pasillo humano entre las luces de los móviles hasta la iglesia es otra de las imágenes que dejó una tarde para el recuerdo que ya forma parte de la historia del Unicaja y del baloncesto en Málaga.
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