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Cristina Jiménez
Domingo, 16 de febrero 2025
Parecía un domingo cualquiera, pero para los malagueños y los aficionados del Unicaja se convirtió en una fiesta por todo lo alto. El equipo cajista se alzó campeón de la Copa del Rey en Canarias tras ganar 93-79 al Real Madrid, y Málaga gritó «campeones».
Fueron varios los puntos de la ciudad en los que se pudo ver en pantalla grande la final entre el equipo de la Costa del Sol y los merengues, pero, sin duda, el centro de la ciudad se vistió de verde para apoyar al equipo de Ibon Navarro.
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Los nervios a flor de piel fueron la tónica dominante durante los cuarenta minutos de partido, pero Perry, Taylor y Sima consiguieron poner a bailar a todos los aficionados. El equipo malagueño se enfrentaba a un Real Madrid que no le puso fácil el camino hacia la victoria, pero aun así, el Unicaja consiguió alzarse victorioso.
Marcaban las 21.50 en el reloj cuando la bocina del pabellón canario declaró el final del encuentro. A más de mil kilómetros del Gran Canaria Arena, el ambiente estaba más que vivo en el centro de la ciudad. El Grand Café, entre algunos de los lugares que no se perdieron esta gesta, rugía con las voces de más de un centenar de aficionados que no dejaron de animar hasta el último suspiro.
«Campeones oe, campeones oe». sonaba sin cesar en cada rincón. Las bufandas no dejaban de ondear al viento y los malagueños, con la poca voz que les quedaba, no dejaban de gritar alto y claro: «¡Unicaja campeón!».
Muchos fueron los aficionados que quisieron unirse a la fiesta y gritar de rabia, felicidad y, sobre todo, de alivio tras la gesta conseguida. Alguna que otra lágrima se escapó de los ojos de personas visiblemente muy emocionadas por el logro de los cajistas.
Los abrazos, las muestras de cariño y los festejos no pararon de sucederse de un lado a otro y de manera multitudinaria. Padres, madres, hijos, abuelos… Todos abrazados y atentos mientras el capitán del equipo cajista, Alberto Díaz, levantaba la copa. El Unicaja se alzó campeón a más de mil kilómetros de la capital, pero, a pesar de la distancia, los aficionados cantaban por las calles del centro: «Siempre te llevo conmigo, siempre seré tu bandera».
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