Cara o cruz

Fue un partido en el que Luis Casimiro llevó hasta el extremo su filosofía de rotar ampliamente a sus jugadores en busca de un rendimiento físico óptimo, por más que a veces tuviéramos la sensación de que a algún jugador no le correspondía estar en cancha en un momento determinado. La entrada masiva de suplentes dio un resultado desigual, con momentos en los que todo se vino abajo, como en el segundo cuarto y otros muy interesantes, vividos en el último, en el que liderados por un incansable Alberto Díaz pusieron a su equipo muy cerca de la victoria. Otro capítulo decisivo en el partido de ayer fue el número de posesiones de uno y otro equipo, un factor muy negativo para el Unicaja, especialmente en momentos del partido en los que la pasividad en el rebote debajo de su aro y el exceso de pérdidas representaron un frenazo para el conjunto malagueño y permitieron al equipo vitoriano alcanzar sus mayores rentas. Tanto es así, que el Unicaja, con mejores porcentajes de acierto tanto en tiros de dos como de tres acabó perdiendo.

El encuentro fue una auténtica montaña rusa, con ambos equipos alternando lo mejor y lo peor, con rachas de dominio de cada uno de ellos que eran inimaginables unos minutos antes. Primero se impuso el Unicaja, que perdió la iniciativa cuando entraron los suplentes. Después, hasta el descanso, cuando el encuentro se lo jugaban los hombres del banquillo, el Baskonia parecía el dueño definitivo del partido. Tras el descanso, igualaron los titulares del Unicaja y los suplentes mantuvieron la igualdad, para en el último cuarto acercar a su equipo a la victoria. Lástima que en los minutos finales, una mezcla de titulares y suplentes no acertaran a abrochar el éxito.