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Esto solo acaba de empezar y en Málaga, con el Unicaja, se respira ilusión y optimismo tras el desencanto sufrido la temporada pasada, un estado de ánimo que no debe cambiar en nada por la derrota en el Buesa Arena. El club ha hecho un ... enorme esfuerzo en un verano intenso de llamadas y videollamadas, encuentros y reuniones, negociaciones y regateos a horas y deshoras peinando con meticulosidad un mercado difícil y concurrido donde hay que manejar siempre un complicado puzzle de datos y videos, prestaciones y compatibilidades, agentes y comisiones, recomendaciones e impresiones, intuiciones y exigencias presupuestarias para ir encajando piezas con celeridad en una siempre arriesgada tarea en la toma de decisiones y fichajes, hasta en nueve ocasiones más los descartes y cesiones, con todo lo que ello conlleva.
El Unicaja ha acometido, con el incuestionable y decidido respaldo presupuestario, un nuevo proyecto que dote a la plantilla de todo aquello de lo que carecía y llevó al traste a su predecesor (carácter, físico, profundidad de banquillo, versatilidad y, lo que es mas importante, competitividad) en un cambio de modelo radical para recuperar la autoestima, el aprecio de la afición y el respeto nacional e internacional, para intentar ocupar así el lugar perdido que de verdad todos creemos le corresponde.
Aunque no deja de ser curioso y creo que nos debería hacer reflexionar es que mientras el Unicaja gira radicalmente su proyecto anterior basado en jugadores nacionales (que en su momento fue igualmente ilusionante y donde se apelaba al compromiso y otros factores) a otro mucho más extranjerizado, el baloncesto español se ha vestido de oro en el Eurobasket con la rebelión de lo que creíamos era su 'clase media' y con el papel destacado, en algún caso más que en otro, de tres de los jugadores de aquella plantilla: Alberto Díaz, Darío Brizuela y Jaime Fernández.
Para Darío y Alberto, este éxito es un antes y un después en sus carreras. El primero, con habilidades y talento a raudales, ha podido demostrar que con un papel quizá mas secundario su impacto en la cancha puede ser igualmente determinante aunque ahora sí que lo ha hecho y demostrado en un equipo ganador, lo que supone su gran reto pendiente como profesional en la élite de nuestro baloncesto. Mientras tanto, Alberto ha proyectado su carrera y su caché mucho mas allá de lo que para muchos era imaginable hace tan solo unos meses. Su personalidad y carácter competitivo se propone para grandes retos y si la salud le respeta debe poner en alerta a aquellos que pretendan alargar mucho más su trayectoria en Málaga. En su caso hemos podido comprobar cómo puede llegar a condicionar una decisión o cómo se puede aprovechar una oportunidad cuando se elige a alguien entre otros en circunstancias normales o, como en este caso, en sustitución por lesión del mismísimo Sergio Llull. En cuanto a Barreiro, el tercer nacional sénior que ha quedado en el equipo, poco más podemos decir: que aún tiene mucho que demostrar.
Pero un proyecto y un club es mucho más que un entrenador y nueve jugadores, como un equipo es mucho más que una buena plantilla. Por eso, ahora Ibon Navarro tiene ante sí un enorme reto: liderar y gestionar el reparto de roles y los egos de una plantilla profunda y bastante equiparada donde todos pueden jugar y aportar para desarrollar su propuesta de un baloncesto alegre, rápido, intenso y con generosidad en el esfuerzo y a la hora de compartir el balón, pero sobre todo para lograr hacer un equipo competitivo que alcance sus metas, para lo que indudablemente necesitará tiempo y paciencia.
Por su parte, el club debe seguir trabajando en la configuración de ese proyecto, lo que trasciende indudablemente a lo meramente deportivo o lo que ocurra en la cancha cada día. A la pelota también se le ayuda a entrar con el respeto por nosotros mismos y la entidad, por su impronta en la sociedad capaz de representarla, por una idiosincrasia propia, por el papel de toda una estructura en la cancha y los despachos (personal de oficina, entrenadores de cantera o formadores, la importancia del baloncesto femenino, la cantera y su proyección en sus primeros equipos…) que tiene que rezumar por todas sus poros y en una misma dirección entusiasmo, talento y ganas de crecer.
Y no quiero terminar este Tiro Libre sin antes resaltar con orgullo la malagueñización de nuestra selección de baloncesto, que además de la estrecha vinculación con Málaga de Jorge Garbajosa, Carlos Jiménez o Sergio Scariolo también la han integrado con una labor destacadísima Enri Salinas, Ángel Sánchez Cañete y Carlos Salas con el magnífico e incansable trabajo de Javi Salvo.
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