En el club de Los Guindos se conjugaba el verbo ganar, aunque muchas veces se perdía –eso se llama ambición–, y desde que llegó Joan Plaza lo cambió por el de competir... (como sinónimo para justificar las derrotas)
Joan Plaza ha cambiado, definitivamente, los tiempos verbales en el presente y futuro del Unicaja. ¡Cuánta facilidad para jugar con el diccionario! Normal, teniendo en cuenta su faceta de escritor. Antes de llegar él, hace un lustro, en el club de Los Guindos se conjugaba el verbo ganar, aunque muchas veces se perdía –eso se llama ambición–, y desde que llegó el técnico catalán lo cambió por el de competir... (como sinónimo para justificar las derrotas). Ya está bien de milongas y de disfrazar con palabras tantos instantes amargos envueltos en frustración. A un equipo de la talla del cuadro malagueño, con su potencial, su historia, su idiosincrasia, su pasado y su palmarés, se le presupone que debe competir siempre, y a partir de ahí se puede ganar o perder, porque en el deporte no se puede ganar siempre. Ahí está el Barcelona de Messi y su esporádica frustración en la Champions, o el Real Madrid de Cristiano y su desidia en la Liga y en la Copa en la última década... Hay ejemplos en la historia del deporte de grandes clubes y selecciones de leyenda que terminaron pasando a la posteridad por sus éxitos memorables, pero también por sus fracasos sonados.
Se habla de competir cuando es imposible explicar la derrota, se elude el verbo principal que debe caracterizar a un club como el Unicaja cuando la frustración aparece en los momentos decisivos. Y el del domingo en Valencia era uno de ellos. El conjunto malagueño jugó muy bien los primeros 18 minutos, incluso llegué a pensar en un plan preparado para un choque tan especial. Pero los encuentros duran 40 minutos y la segunda parte fue para olvidar, y eso que pudo ganar, pero perdió.
El Unicaja de Plaza se condena una vez más a una gesta para cumplir sus objetivos. Pasó en la Copa del Rey cuando la mala suerte le emparejó con el Real Madrid porque acudió a Las Palmas sin ser cabeza de serie, y ahora disputará el 'play-off' de la Liga Endesa desde una posición donde las dificultades se agigantan hasta límites insospechados.
A día de hoy se hace muy difícil imaginar que este Unicaja, con tantas dudas en su juego y tantas carencias en los finales apretados de partido, pueda arrebatarle dos victorias en tres partidos con el factor cancha en contra al Real Madrid, al Barcelona, al Baskonia e, incluso, al mismo Valencia. Evidentemente no se puede descartar nada en el ámbito deportivo, pero hipotecarse siempre a un ingente desafío causa enorme desazón en la afición, cada día más reacia a creer que el milagro de la Eurocup pueda repetirse un año después.
Este año el Unicaja ha perdido cuatro de los cinco partidos frente al Valencia y los cuatro choques en los que se ha medido al Baskonia. Sí, la afición disfrutó con cada una de las cuatro victorias que logró frente al Barcelona en una temporada que pasará a los anales del club, y venció al Real Madrid en un encuentro de Euroliga muy recordado. Pero a la hora de la verdad qué es lo más importante: ¿imponer tu impronta de club aspirante a todo frente a los rivales directos o conformarte con victorias aisladas frente a los poderosos en un comportamiento más de club modesto que de equipo grande? La triste realidad hoy en día es que hay cuatro clubes con la vitola de favoritos en la Liga Endesa que tienen tres o cinco victorias más que el Unicaja, y que el club malagueño está empatado a triunfos con el sexto y el séptimo. Pues en vez de ganar, que siga solo compitiendo, a ver dónde llega y cómo acaba la temporada.
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