Cuando el baloncesto español descubrió a Alberto Díaz
QUINTO CUARTO ·
El malagueño acapara elogios por su papel en la selección; el mismo que ha realizado en el Unicaja en los últimos siete años y ha sido ninguneado por muchosSecciones
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QUINTO CUARTO ·
El malagueño acapara elogios por su papel en la selección; el mismo que ha realizado en el Unicaja en los últimos siete años y ha sido ninguneado por muchosAlberto Díaz es el hombre del momento en el baloncesto español. Su actuación en la recta final del partido contra Turquía el pasado miércoles ha provocado que los grandes entendidos de este deporte en nuestro país le dediquen un torrente de elogios. Sus acciones defensivas ... permitieron a España ganar el encuentro, amarrar el liderato y pasar a octavos como primera de grupo.
Se ensalza la garra del malagueño, su pundonor, capacidad de lucha, instinto defensivo, concentración... Se han usado todo tipo de calificativos para destacar su actuación en el partido. Les voy a confesar que no sentí nada especial cuando Díaz forzó una personal en ataque al mejor jugador turco y tampoco por su defensa total sobre Larkin con ese robo final, que fue clave para la victoria. Y no me levanté de la silla ni grité ni nada por el estilo porque es lo que le he visto hacer desde que era un júnior cuando un día lo llamaron para entrenar con la primera plantilla en 2012. Los aficionados del Unicaja saben de lo que les hablo. El Alberto Díaz que se está viendo con España es el del Unicaja. El que lo da todo en cada acción, el que nunca dosifica el esfuerzo, el que no brilla en las estadísticas, pero que es capaz de cambiar un partido desde la defensa y el que se juega el físico si es preciso para ayudar a su equipo. Lo que me da mucho coraje es que haya tenido que hacerlo con la selección para que se le reconozca el mérito de su estilo. Es evidente que el equipo nacional es el mayor escaparate, pero es de mediocres no reconocer lo que Díaz ha estado haciendo en Málaga y cómo ha crecido estos años para convertirse en el jugador que es.
Pero hay algo que me molesta más todavía. Alberto Díaz ha sido objeto de una particular persecución tanto por un sector de la prensa especializada en baloncesto como por parte del colectivo arbitral por ir siempre al límite. Ya saben, esa capacidad que tiene para forzar el error del rival, sacar faltas en ataque y ponerse por delante de los rivales con un evidente riesgo para su físico. «El antibaloncesto». Así lo definió algún erudito de este deporte. Desde hace algunos años los árbitros de la Liga le tienen tomada la matrícula, especialmente desde que Joan Plaza –menuda paradoja– se quejó de forma pública por las acciones del que fuera su pupilo. Hasta tal punto llegó el asunto que le han señalado técnicas por ello y ha sido eliminado...
Los mismos que criticaban ese 'antibaloncesto' elogiaban estos días el papel de Díaz y lo ponían como ejemplo. Seguramente cuando empiece la Liga ACB esos mismos se quitarán la careta y retomarán sus críticas. Así funciona este negocio, pero algunos han quedado señalados, en parte porque el 7 de septiembre de 2022 descubrieron a Díaz después de tenerlo delante de sus narices durante los últimos siete años.
La actuación del base también da la razón a Sergio Scariolo. Cuando el seleccionador nacional recuperó al malagueño para el Eurobasket hubo quien se llevó las manos a la cabeza. ¡Cómo era posible que no llamase a Quino Colom o al joven Nuñez! Pero la realidad es que Scariolo ha ido y ha vuelto cuando algunos todavía están a mitad de camino. Conoce perfectamente a Díaz desde que era un chaval y sabe que a esta selección le hacía falta un 'soldado' para situaciones como las vividas contra Turquía y las que pueden llegar en el partido de mañana contra Lituania con la clasificación para cuartos en juego (20.45 horas). Y después de esto, no me gustaría que estas líneas se interpretasen como un peloteo gratuito para el pelirrojo del Unicaja. Su estilo es claro, como tambien sus posibilidades, límites y lo que puede dar al equipo. No conviene perder la perspectiva.
Esto hila con otro asunto recurrente. Es curioso como en cada torneo, la opinión sobre la selección va variando. De las críticas iniciales y las dudas sobre las posibilidades se pasa al elogio. Es evidente que el potencial de este equipo dista mucho del que dominó el baloncesto mundial y europeo en las últimas décadas (Navarro, los Gasol, Llull, Rudy, Calderón, etc). Aquello es irrepetible; no le den más vueltas, pero más allá de lo que se consiga en el Campeonato de Europa, España tiene a un grupo de jugadores relativamente joven con un gran margen de crecimiento. Además, no conviene perder de vista lo que viene por detrás después de un verano en el que las selecciones inferiores ganaron campeonatos y estuvieron en todas las finales posibles. Quizá esto es más importante que colgarse una medalla en Berlín en los próximos días, pero habrá a quien esto no le valdrá si España no vuelve con un metal colgado del cuello. Ya saben, los criticones, que decimos en Málaga, los mismos que han descubierto ahora a Alberto Díaz...
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