Balcerowski, en el salón de su casa en Playamar junto a su padre Marcin, su madre Sylwia y su perro Figa. MARILÚ BÁEZ
Copa del Rey 2025

Los Balcerowski, donde el baloncesto es religión

El pívot del Unicaja y su familia cuentan cómo el deporte les ayudó a superar el grave accidente que sufrió su padre; sueña con ser campeón en Las Palmas, donde llegó con 13 años

Juan Calderón

Málaga

Martes, 11 de febrero 2025, 00:26

Cuando Olek Balcerowski nació, su padre llevaba dos años en una silla de ruedas. Marcin era jugador semiprofesional en Polonia, pero en el verano de 1998 sufrió un grave accidente de tráfico que le causó una lesión medular irreparable. En lugar de dejar el baloncesto ... y tras adaptarse a su nueva realidad, entendió que el deporte era una gran alternativa para él y así relanzar su vida. Aquella situación acercó más todavía al pívot del Unicaja al baloncesto, que se convirtió en el motor anímico de la familia, pues su madre Sylwia también era jugadora. El joven Balcerowski siempre estaba en los entrenamientos de su padre, al que considera un referente.

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Años después Marcin y Olek representan un caso único del deporte en España. Nunca antes un padre y un hijo coincidieron en las dos máximas categorías del baloncesto nacional, pues al poco de su llegada a Málaga, Marcin comenzó a entrenar y a jugar con el Amivel Reyes Gutiérrez de Vélez-Málaga, que milita en la División de Honor. El baloncesto es el motor de la familia que lo sacrificó todo para que Olek fuese jugador profesional. Para ellos fue muy complicado dejarlo salir del entorno familia para recalar en el Gran Canaria cuando tenía sólo trece años. Entonces, por normas del club, sólo podían verlo dos veces al año. Ahora, el destino le lleva de nuevo a Las Palmas, donde sueña con ser campeón de la Copa con el Unicaja, y no esconde la ilusión que le haría conseguirlo en su otra casa. «Sería un lujo para mi poder levantar el trofeo allí. Da igual quién nos toque, tenemos que ir partido a partido. Vamos con buenas sensaciones, jugando bien. Tengo mucha ilusión por jugar en Las Palmas», explica el pívot del cajista.

Marcin Balcerowski, en un partido con el Amivel. Amivel

Y es que Balcerowski era un niño cuando llegó a la isla. Tenía 13 años y curiosamente fue descartado por el Real Madrid y el Baloncesto Sevilla, ahora Betis, antes de llegar al Gran Canaria. Por sus condiciones físicas, sus padres entendieron que podía llegar a ser jugador profesional. «Gran Canaria es un club tan familiar y allí lo cuidaron muy bien. Lo visitábamos de vez en cuando, pero ciertamente no era fácil, sólo dos veces al año. Creo que también fue una escuela para él. No conocía el idioma, no sabía nada de español y solo un poco de inglés. Definitivamente fue una gran lección de vida para él. Para nosotros era igual de difícil, pero sabíamos que quería jugar, aunque todavía no habíamos pensado en hacerlo profesionalmente, pero si quería jugar al baloncesto, el mejor camino era venir España porque tal vez no llegaría una segunda oportunidad, así podría entrenar en un club profesional a los ojos de los mejores entrenadores. Decidimos que se fuera y se puede decir que fue una muy buena decisión desde el principio», explica Marcin, que ha sido un ejemplo en todos los sentidos para el ahora pívot del Unicaja.

«Subí de peso de 90 kilos a 120 y al tiempo me adapté al baloncesto en silla de ruedas. Fue difícil, pero me ayudó a nivel físico y mental»

«Nuestra relación siempre ha sido muy buena. Desde que yo nací mi padre ya estaba en silla de ruedas. Esto me permitió estar siempre cerca del baloncesto, con un balón en los entrenamientos. Tenemos una relación de amigos. Él me da consejos, le pregunto su punto de vista después de los partidos. Es bastante crítico (risas). Está más nervioso viendo mis partidos que jugando los suyos», comenta Balcerowski a SUR en el salón de la casa que la familia ha alquilado en Playamar.

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Marcin estuvo dos años sin jugar después del accidente que lo dejó en silla de ruedas para toda su vida. El impacto físico fue grande, pero también el mental para adaptarse a una nueva realidad. Pasó de 90 a 120 kilos, pero peleó por salir adelante en un deporte que le exigía mucho más. El esfuerzo tuvo su recompensa. Jugó al más alto nivel, disputó campeonatos de Europa y llegó a los Juegos Paralímpicos de Londres.

Marcin disputó los Juegos Paralímpicos y es el actual seleccionador de Polonia. FIBA

«Jugar baloncesto en silla de ruedas me ayudó mucho porque después del accidente no tenía ningún movimiento. Subí de peso de 90 kilos a 120 y al tiempo me adapté al baloncesto en silla de ruedas, pero fue un cambio muy difícil porque todo era completamente diferente. Las manos trabajan constantemente. Es muy físico, se necesita mucha fuerza. Empecé a entrenar. Fue difícil, pero paso a paso lo logré y me ayudó a sentirme mejor tanto a nivel físico como mental. He viajado mucho por el mundo y jugué en el Campeonato de Europa, estuve en los Juegos... Pude escoger otro deporte, pero para mí el baloncesto lo era todo y he podido seguir jugando», recuerda sobre todo el proceso que ha vivido. ¡No puede soltar el baloncesto, le gusta mucho», le espeta Olek.

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Ahora en Málaga ha podido continuar con su pasión. Aunque dudó si seguir jugando, finalmente se incorporó al Amivel, en el que ya es uno más y con el que entrena cuatro veces a la semana, así que el tiempo de la familia se reparte entre los entrenamientos y partidos del equipo de Vélez Málaga con los del Unicaja, aunque el plan para este año era distinto.

La idea era seguir en el Panathinaikos, pero al final de la pretemporada el conjunto griego le dijo que no iba a seguir allí. «¡Alquilé una casa nueva en Atenas y sólo estuve dos días allí!», cuenta entre risas. «Fui a Eslovenia de pretemporada con el equipo y allí me dijeron que me iba... Habíamos mandado todas nuestras cosas desde Polonia y desde allí las mandamos a Málaga. Queríamos estar juntos en todo momento y aquí estamos». Así fue el principio de su llegada a Málaga para fichar por el Unicaja, con el que sueña ser campeón de La Copa, su primer destino en España cuando era un niño.

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