Secciones
Servicios
Destacamos
El baloncesto profesional que cada día aparece en los medios de comunicación es un club selecto reservado a sólo unos pocos que logran alcanzar la élite y vivir del deporte que les apasiona. A unos, los elegidos, la gloria les llega rápido y, a otros, ... les cuesta más. Pablo Almazán (Granada, 1989) pertenece al segundo grupo, al de los currantes del basket. El domingo (12.30 horas Movistar Plus) vuelve a Málaga como capitán del Coosur Betis, como jugador de ACB y para, en cierto modo, cerrar el círculo que se abrió hace casi una década.
Muchos no lo recordarán, pero otros, los que coincidieron con él en la cantera del Unicaja lo tienen muy presente. Es el vivo ejemplo de que esa frase tan manida, pero tan cierta de que el esfuerzo y la dedicación acaban teniendo recompensa. Pablo llegó a Málaga siendo un niño para jugar en Los Guindos y salió siendo un jugador profesional de baloncesto, tras debutar en la ACB y la Euroliga. Fue campeón de España júnior, cuando la cantera cajista marcaba diferencias, y cumplió todo el ciclo de formación, cesiones incluidas, hasta llegar al primer equipo.
Por suerte o por desgracia, su desembarco en la élite llegó en tiempos convulsos. Nunca se sabe si aquello le perjudicó o le favoreció, pero así se dio. Aíto García Reneses lo hizo debutar curiosamente contra el Cajasol, ahora Betis, en octubre de 2010. Fue una temporada dura. El equipo se había descompuesto. Terrell McIntyre fue un fracaso de fichaje y estaba siempre lesionado, por no hablar de Panchi Barrera; también cayeron Tripkovic y Printezis no era del agrado del entrenador... No se jugó la Copa por segundo año y ahí se acabó la historia de Aíto en Málaga. Fue Chus Mateo el que realmente le dio la alternativa tras la destitución del veterano técnico madrileño. Hasta entonces peleaba por su futuro en el Clínicas Rincón que dirigía Paco Aurioles, también clave en su ascenso al primer equipo más tarde.
Con un equipo de circunstancias, la Euroliga se había convertido en un martirio para el Unicaja, que en enero de 2011 visitó Atenas para medirse al Panathinaikos y donde encajó una paliza importante, 82-56. El equipo malagueño acabó jugando con casi un quinteto de jugadores del Clínicas Rincón: Freire, Berni, Almazán, Ángel 'Piwi' García y Sinanovic.
Almazán fue el más destacado del partido (11 de valoración) y en el vuelo de vuelta, Chus Mateo le dijo lo que llevaba años esperando. «Cuando se produjo el cambio de entrenador en el primer equipo, yo estaba en el LEB y me llamaron para entrenar con el ACB. Me estrené en el campo del Panathinaikos, perdimos, pero no hice mal partido. En el avión, Chus me llamó y me dijo que podía salir cedido, pero que él me quería en la dinámica del primer equipo. Me sentí integrado y creo que mi aportación fue buena, pese a que no fue un año fácil», explica nada más acabar el entrenamientos del Betis en Sevilla.
Al final de la temporada, se daba por segura su continuidad. Mateo seguía como entrenador y Almazán parecía tener hueco en el equipo, pero al final acabó en Zaragoza, donde también vivió un año complicado. Y a partir de ahí a las catacumbas del baloncesto español, la LEB Oro. Pasó por el Basket Coruña, el Breogán, Navarra y el Melilla, cobrando lo comido por lo servido, pero siempre siendo uno de los mejores nacionales de la competición. En Melilla ya logró ascender, pero las normas y el millonario canon que exigía la ACB impidió materializar el ascenso. «Después de varios años allí, sentí que había cumplido un ciclo. Esperé al final del mercado y cuando Juanma Rodríguez y Curro Segura me llamaron para el equipo que estaban preparando para volver a la ACB, no me lo pensé. Mi objetivo era entrenar y trabajar duro para volver a estar entre los mejores. Ahora en la ACB creo que iremos a mejor y trato de ayudar en lo que puedo», cuenta.
El domingo volverá a pisar la pista del Carpena nueve años después de aquella temporada con Chus Mateo. Será un momento especial por todo lo que ha vivido desde entonces. «No diría que voy a cerrar un círculo, realmente veo que después de tanto trabajo y esfuerzo voy a tener recompensa. He comido mucha mierda en la LEB, pero superarme a nivel personal y trabajar duro me ha permitido llegar aquí y, por ejemplo, verme jugando otra vez en el Carpena. Es un éxito personal; un éxito y un premio al esfuerzo, a momentos duros y de mucho sacrificio. Es una recompensa y lo disfrutaré», analiza el granadino.
Como se puede comprobar para Almazán jugar en Málaga es muy especial. Ha pasado aquí toda su juventud. Aquí están sus amistades y aquí viene siempre que puede. «Me siento un malagueño más, aunque llevo con orgullo ser de Granada. Estoy agradecido al Unicaja porque me dio la oportunidad de formarme a nivel profesional y académico. En el Unicaja tengo a amigos que me han ayudado mucho. Gente como Paco Aurioles, Diego Vázquez, Álex Navajas o Javi Salvo. A Alberto Díaz lo conozco desde que era un niño y tenemos buena relación. He jugado con su hermano... Es curioso, en la Copa de Andalucía hablé con ellos sobre este tema. Todo el tiempo que ha pasado desde que debuté y al final, las oportunidades llegan con trabajo», dice un currante de esto del baloncesto.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Fallece un hombre tras caer al río con su tractor en un pueblo de Segovia
El Norte de Castilla
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.