Supongo que a nadie habrá sorprendido que el Unicaja no haya tenido rival en esta fase previa de la Champions League. De cualquier manera, esto no es importante, lo fundamental es que la plantilla del Unicaja tenía que responder y lo hizo sin dudas ni ... fisuras. Por otra parte, los abonados también estuvieron con su equipo, por tanto la satisfacción fue doble y los augurios, inmerojables.
Lo cierto es que en una plantilla con todos sus integrantes de un nivel parecido, lo lógico es que arranquen con la mejor predisposición, aunque con el paso del tiempo, ya veremos...
Ayer el quinteto inicial malagueño empezó como un tiro y buscando más opciones interiores que el pasado viernes. Afortunadamente, el cuadro eslovaco no se hundió, aunque la segunda unidad local, conducida por Alberto Díaz, dio un arreón defensivo y el equipo volvió al predominio de la anotación de perímetro, que aparece en su ADN.
Con el paso de los minutos, la defensa axfisiante del Unicaja tomó todo el protagonismo en el partido y Navarro siguió enfrascado en la difícil tarea de repartir minutos en un colectivo en el que todos parecen acaparar méritos para estar en el campo.
Terminado el encuentro debo reconocer que algunos de los nuevos jugadores me gustaron muchísimo y que el equipo hizo un esfuerzo para mejorar la aportación interior. También hay que decir que Brizuela jugó de base y que no parece lo suyo, que nueve de los jugadores del Unicaja no llegaron a estar ni 18 minutos en cancha y que su acierto en triples no fue mucho mayor que el de su rival. Está claro que a partir del próximo viernes, quizá las cosas tengan que ser de otra manera.
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