Alba Tenza
Miércoles, 30 de agosto 2023, 00:06
Son las 10.30 de la mañana y ella pasea por el barrio de la Trinidad como por su casa. Y no solo porque se ... llame igual que ella. Trinidad Blanco llegó hace 49 años a España desde Uruguay y con una vida llena de anécdotas, viajes por gusto y por profesión, ahora tiene claro a qué se dedica. Y su mentalidad empresaria también. Es creadora de experiencias, de hecho, con su propia empresa organiza visitas a los orígenes de Málaga, de sus cantes e incluso de su propia vida. Deja el móvil sobre una de las sillas de este corralón malagueño para empezar el viaje a sus raíces, con una funda transparente en la que se puede leer una palabra en cursiva: Medusa.
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–¿Por qué se ha colado Medusa en su funda del móvil?
–Cuando tenía nueve años, en 1974, mis padres decidieron emigrar a España desde Montevideo (Uruguay). Aún recuerdo ese viaje en barco de 15 días, pero sobre todo, aquel momento en el que el capitán del barco 'Augustus' me bautizó como Medusa. Desde entonces, tengo permiso para surcar todos los mares (ríe).
–De ahí le viene su instinto aventurero, ¿Siempre le ha gustado viajar?
–Siempre me ha encantado viajar y enseñar. Primero quería ser azafata, luego estuve años dando clases de español a extranjeros mientras estudiaba en la Escuela de Turismo. Desde ahí, una vida trabajando como guía de turismo, agente de viajes, pero siempre con una mentalidad empresaria.
–Pasea por este barrio como si fuera su casa, ¿Vivió aquí cuando llegó de Uruguay?
–Durante un año. Estos sitios en los que ahora trabajo y promociono han sido testigos de cómo mi madre iba a comprar levadura o una muñeca para mí. Y me he dado cuenta ahora que enseño estos maravillosos corralones.
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–¿En qué momento se le ocurre crear experiencias en estos corralones?
–Conocí por casualidad a la Asociación La Alacena de Málaga y me enamoré de todo el trabajo que hacen. Son mujeres que han vivido siempre en corralones, hacen platos típicos de aquí y cuando me enteré supe que quería aportar algo social, que la gente conociera la Málaga profunda. Los que nos dedicamos a esto queremos que quien venga sepa lo que está viendo, que no venga por el postureo.
–¿Estamos ante el turismo del postureo?
–La gente no puede irse de España pensando que los españoles solo bebemos sangría o que la paella es el plato nacional. Eso es lo primero que yo le digo a mis grupos antes de empezar una excursión. La palabra 'experiencia' se está utilizando equivocadamente. Algo que me enfada es que los turistas pidan churros de postre. Si no saben que se toman para desayunar o merendar es que no se han enterado de nada.
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–Con las experiencias que crea quiere que el turista pueda viajar a la Málaga profunda, ¿Cómo consigue eso?
–Una de las excursiones que organizamos con mi propia empresa 'I'm experience' es una ruta de corralones que finaliza en el más grande, el de Santa Sofía, donde se sirven tapas para terminar. Desde hace un año, además, potenciamos esta excursión privada con 'Un viaje a los Cantes de Málaga'.
–¿Viajar a los cantes de Málaga? ¿En pleno barrio de la Trinidad?
–Exactamente. Muchos cantes, que es como se llama al flamenco de Málaga, surgieron aquí mismo. Por eso, con esta ruta, se plantean escenarios en diferentes corralones con cantaores para que los visitantes conozcan los cantes de una forma especial, en el mismo lugar donde nacieron. La verdadera magia ocurre cuando los propios vecinos son los que salen a aplaudir.
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–¿Qué tipo de cantes forman parte de esta experiencia?
–El martinete, la jabera, el piyayo, los verdiales...
–¿Se pueden llegar a convertir estas experiencias en un turismo de postureo?
–No hacemos visitas de manera regular porque como empresa somos conscientes de que hay que respetar a los vecinos. Cuando las grandes empresas se interesan le damos nuestras condiciones y, si les parece bien, aceptan. Nuestra prioridad no es competir por el dinero, es ser sostenibles y respetar el ritmo de la población local.
–¿Quién es la otra persona con la que se encarga de crear experiencias?
–Mi hijo Adrián, sin él no podría llevar toda la parte administrativa, es un crack. Él vive en Londres y se dedica al cine, algo que me recuerda a mis propias raíces, un poco de lo que va todo esto.
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–Busca las raíces de Málaga para enseñarlas y al final se encuentra con las suyas propias...
–Es algo que no me había planteado hasta ahora mismo, pero sí. Sin yo pretenderlo hablo de mis propias raíces, hasta mi bisabuelo era de aquí. Es un doble sentimiento porque al final le enseño a la gente y disfruto con ellos todo lo que me gusta de Málaga.
–¿Y el cine, por qué le recuerda a sus raíces?
–Mi padre trabajaba en un cine cuando vivíamos en Uruguay, aún recuerdo cuando veía las películas a través del proyector. Lo más curioso de todo es la conexión que ya tenía con esta ciudad.
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–¿El cine le conectó con Málaga?
–Vinimos a España sin tener claro a qué ciudad trasladarnos. Aunque llegamos a Barcelona, finalmente Málaga fue la elegida por tener mar, lo increíble fue cuando descubrimos que de aquí era Marisol, sus películas eran las únicas que nos daban de comer en Uruguay. De hecho, una anécdota que mantengo con cariño es que, hace años, me encontré con ella en una pizzería. Y sin ser yo del tipo de persona que se acerca al famoso, no pude evitar contarle esta conexión. Lo que más me sorprendió fue su respuesta: «Por comentarios como estos es por lo que no me arrepiento de esos años». Aún me emociono sólo de recordarlo.
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