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En los hoteles no salen las cuentas. La crisis del coronavirus ha dejado más anulaciones que reservas en la peor temporada alta del turismo, un sector que se desangra desde hace meses. Por eso muchos de los establecimientos que permanecían abiertos en otoño e invierno ... prevén bajar la persiana después de registrar una ocupación anémica en verano, por debajo del 40 por ciento. Todas las grandes cadenas con presencia en la Costa del Sol, desde Meliá hasta Riu, pasando por el complejo Sol Don en Torremolinos, se han visto obligadas a cerrar hoteles. Locales míticos como el Pez Espada, del grupo MedPlaya, interrumpirán su actividad este mes y otros como el Mac de Puerto Marina ya han echado el candado, un paisaje desolador que no se despejará al menos hasta la próxima primavera. Y la reapertura aún está rodeada de incertidumbre.
Antes de la pandemia sólo el 20 por ciento de los hoteles de la provincia cerraba durante la temporada baja. Ahora las cifras se han volteado y tres de cada cuatro establecimientos turísticos se quedarán desiertos en el próximo semestre. El presidente de la Asociación de Empresarios Hoteleros de la Costa del Sol (Aehcos), Luis Callejón, prevé que cerca de un 80 por ciento de los alojamientos tomen esta medida ante la falta de rentabilidad por la escasez de clientes, una situación «catastrófica» que se prolongará durante 2021: «Hasta que no acabemos con el virus no habrá turismo. Son incompatibles». Lo peor, vaticina Callejón, está por llegar, sobre todo cuando se acaben los expedientes de regulación temporal de empleo (ERTE), que el Gobierno ampliará para el sector más allá de finales de este mes, cuando en teoría finalizaban, y las moratorias ofrecidas por bancos y administraciones para aplazar los pagos de hipotecas e impuestos: «Luego, en 2021, vendrán las facturas atrasadas, el IBI, los préstamos del ICO (Instituto de Crédito Oficial)... y habrá que pagar lo de este año y lo del próximo, pero después de muchos meses sin clientes. ¿De dónde se saca el dinero? Habrá insolvencia».
En julio, último mes del que se tienen datos oficiales, la ocupación hotelera cayó en Málaga un 60,9 por ciento respecto al mismo mes del año anterior: seis de cada diez camas ocupadas en 2019 se quedaron libres. El desplome del turismo internacional (-77,4 por ciento), con la estocada que supuso la cuarentena impuesta por el Gobierno británico a los viajeros procedentes de España, explica esta caída sin precedentes. «Ya no hay turistas extranjeros», confirma el presidente del del Consejo de Turismo de la Confederación de Empresarios de Andalucía (CEA), Miguel Sánchez, propietario de la cadena MS Hoteles, que también cerrará establecimientos tras una «horrible» temporada alta: «Siempre hemos tenido al menos tres hoteles abiertos en invierno y este año ya tenemos uno cerrado y vamos a cerrar otro». La ocupación ha descendido estos primeros días de septiembre y seguirá cayendo en picado, con una horquilla «de entre el 12 y el 18 por ciento» que resulta inasumible para muchas empresas.
El sector reclama para su supervivencia un plan de rescate que inyecte liquidez debido a que la mayoría de empresas llegarán al final de verano endeudadas y sin perspectiva de crecimiento pese a los buenos pronósticos de algunos políticos que, según Callejón, «no son conscientes de la situación porque no afecta a su bolsillo». Los hoteleros también solicitan flexibilidad para incluir o excluir a trabajadores en los ERTE en función del comportamiento de la demanda y un trato fiscal más favorable con la exención de impuestos locales como el de bienes inmuebles (IBI), las tasas municipales o el impuesto de actividades económicas.
Los hoteles de la Costa del Sol que abrían después del verano solían recibir a viajeros extranjeros, que seguirán sin contratar vacaciones fuera de sus países debido a las recomendaciones y restricciones impuestas por la pandemia, y pensionistas, el mayor grupo de riesgo en caso de contagio. Sin estos dos tipos de clientes, la temporada turística acaba para la mayoría de establecimientos de la provincia en su año más negro tras varios ejercicios con una ocupación media que superaba el 80 por ciento, datos que ahora parecen irreales. Y será así, según las previsiones, al menos hasta 2022.
Aún suena el eco de los efectos que la cuarentena impuesta por el Gobierno británico a los viajeros procedentes de España ha tenido sobre el turismo en la Costa del Sol, donde Reino Unido era el primer emisor de turistas internacionales. La aerolínea Jet2, la quinta en volumen de pasajeros en el aeropuerto de Málaga, comunicó ayer a los empresarios del sector, según ha podido saber este periódico, que no volverán a operar en la provincia hasta el 31 de octubre. Tras el levantamiento de las restricciones de fronteras en España, a finales de junio, esta compañía anunció que uniría Málaga con sus nueve bases en el Reino Unido con un pico de catorce vuelos a la semana con la ciudad de Leeds; once frecuencias semanales con Manchester; cinco con Edimburgo; siete a Glasgow, Londres-Stansted, Newcastle y East Midlands, y diez vuelos a la semana a Birmingham y tres a Belfast. Estas operaciones se han ido aplazando hasta este último anuncio, otro jarro de agua fría para un sector contra las cuerdas.
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