Aunque las posibilidades de viajar son limitadas por la pandemia quizá sea buen momento para descubrir algunos pueblos próximos o planificar para cuando se pueda disfrutar no sólo de los encantos de otros más lejanos para recuperar fuerzas con su gastronomía, con recetas que, incluso, ... también pueden elaborarse en casa. En esta línea la asociación Los Pueblos Más Bonitos de España, que ya reúne a 104 localidades del país, ha dado a conocer una selección de platos de invierno con lo que invita a conocer nueve municipios distribuidos por la geografía española a la par que pone en valor el reclamo de la gastronomía local.
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«Uno de los grandes atractivos turísticos son sus platos típicos. Debido a que no podemos hacer turismo con normalidad, por la situación sanitaria que atravesamos, desde la Asociación proponemos acercar nuestros pueblos a las casas de todas las personas, a través de su gastronomía», explica Francisco Mestre, presidente y fundador de la Asociación Los Pueblos más Bonitos de España. Además, insiste en que los platos típicos de invierno, «cada uno con su personalidad única, son la especialidad de muchos pueblos, algunos ubicados en serranía o zonas frías durante esta época del año. Aunque cada uno de los pueblos, por pequeño que sea, ofrece un propio tesoro gastronómico». Estas son algunas de las ideas gastronómicas extraídas de estos pequeños municipios. La primera propuesta son las sopas de ajo tostao de Bubión, en la Alpujarra de Granada y próximo a otros dos municipios de la asociación como son Pampaneira y Campaneira. Se trata de un plato saciante, caliente y lleno de vitaminas, que elaboran de una forma particular. Además de ajo (tostado, naturalmente), llevan cebolla, almendras, tomate y jamón, que puede maridarse con vino de las bodegas de la Contraviesa y ser secundado por la variada repostería de la zona como son los borrachillos, papaviejos, soplillos, pan de higo o buñuelos.
En Salamanca, en el pueblo de Candelario, esta asociación propone degustar las patatas volteás. Un plato que se sirve en una localidad que ha sido escenario de películas y series. Se trata de unas tradicionales patatas con torreznos, cebolla y pimentón ahumado. Para los amantes de las setas también pueden disfrutar de las típicas empanadas de setas de la zona así como de embutidos de cerdo con el sabor que proporciona estar secados al frío serrano de Candelario, ubicada a 1.136 metros sobre el nivel del mar.
Más al norte, en Cantabria, en Potes, la propuesta gastronómica se centra en el potes del valle de Liébana. Por eso, no es sorprendente pensar que su típico cocido lebaniego es uno de los platos más contundentes que se pueden degustar durante el invierno. Este plato incluye una sopa consistente, garbanzos con productos de la matanza del cerdo, como chorizo y tocino, seguido por cecina, relleno y berza. Al elaborar este plato, no hay que olvidar acompañarlo de orujo, un licor de elaboración tradicional y artesanal en Potes que se hace por medio de alquitaras, que destilan el caldo de las viñas de la comarca. Esta asociación recuerda que a solo 10 kilómetros, se haya Mogrovejo, que comparte gastronomía y tradición.
En la isla de Fuerteventura la propuesta culinaria es el gofio de Betancuria. «Los pueblos canarios de la red, concretamente, Betancuria, en Fuerteventura, Tejeda en Las Palmas, Teguise, en Lanzarote, Agulo, en La Gomera y Garrachico, en Tenerife, hacen gala de una cuidada gastronomía, exótica en algunos casos», precisan desde Los Pueblos Más Bonitos de España. El plato más tradicional es la harina de gofia, servida con caldo, leche, agua, vino o miel. Este alimento de harina de cereales tostados, que los locales llaman millo, se hacía con trigo o cebada hasta que los colonizadores trajeron de América el maíz, uno de los sustentos de la gastronomía en las islas. Se elabora simplemente poniendo a hervir un caldo de pescado y vertiendo la harina de gofio mientras removemos para evitar que se formen grumos. Se suele comer como aperitivo o acompañamiento.
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Volviendo a la Península, en Puertomingalvo, en Teruel, el clima húmedo permite el nacimiento de una gran variedad de setas más allá del otoño. De ahí que la propuesta gastronómica tradicional sea el revuelto de rebollones, colmenillas o setas de chopo. También destacan sus trufas y sus clásicas judías con morro, muy consumidas por los patudos, que es como se llama a los 135 habitantes que viven en este enclave durante el invierno.
En Beget, en Girona, pueblo medieval, cuenta con una cocina típica de montaña, con productos autóctonos, donde no faltan los quesos y la carne de ternera y cordero. Abundan las recetas con butifarra como protagonista o la longaniza, acompañados de pan de payés con tomate o con queso de oveja. Un ejemplo sencillo de hacer es la butifarra con judías blancas, uno de los platos más clásicos de la zona. Se elabora con judías salteadas con ajo y perejil, vertiendo una tacita de cava para suavizar el sabor de las judías, llamadas fèsols en la zona.
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Más al sur, el histórico pueblo de Vilafamés, en Castellón, presume de un plato denominado simplemente olla, que no sigue una única receta y que tiene como condición ofrecer al comensal productos de la zona, como verduras o morcillas, variando por temporada. También son típicos el lagarto de cerdo a la brasa con alioli, el tombet (pollo, conejo, cordero…) o la paella. De postre, es fácil elaborar sus pastissos de boniato, que llevan limón, huevo, aguardiente de anís, mantequilla, así como boniato y canela para el relleno.
Volviendo al norte, la parada obligada está en el municipio asturiano de Cudillero, uno de los más piropeados de la zona por su belleza y por seguir conservando, pese a los años, ese espíritu de pueblo de pescadores. En 2021 se incorporó a la Asociación Los Pueblos más Bonitos de España esta villa marinera de casitas de colores que ofrece muchos platos típicos basados en pescado y productos del mar. Ejemplo de ello son sus fabes con almejas o el curadillo, un pescado que se seca al viento marino, sin salazón o especias. Tampoco faltan los buchos, unos callos de merluza algo picantes, servidos con cebolla, ajo y pimiento. Son también populares sus oricios (erizos de mar), percebes, bugres (bogavante) o andarica (nécora). Pero para rememorar los sabores de este pueblo es fácil preparar un tradicional pote de berzas asturiano, un plato también muy característico de este pueblo y de los que lo rodean.
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Por último, esta asociación incluye en este listado de clásicos gastronómicos de invierno al pueblo extremeño que debe su nombre a la privilegiada ubicación en la que se encuentra: La Sierra de Gata. Es un municipio de color ocre, debido al adobe de sus casas. Rodeado de olivos, castaños y alcornoques, donde el aceite de oliva virgen extra, de manzanilla cacereña, se degusta todo el año. En invierno se comen especialmente las migas extremeñas, que no necesitan más que pan viejo, ajo, pimiento rojo, y seis cucharaditas del aceite de oliva. En el caso de Robledillo, es tradicional acompañarlo con vino de pitarra y aguardientes.
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