Mari Trini Jiménez, presidenta del colectivo de Kellys Unión Málaga. migue Fernández

Las 'Kellys' inician un calendario de movilizaciones para reclamar que el Gobierno cumpla lo prometido

El colectivo de camareras de pisos se ha concentrado en la puerta del SEPE para denunciar su situación extrema ante la pandemia

Pilar Martínez

Málaga

Jueves, 22 de abril 2021, 12:42

Son un eslabón fundamental en la atención al turista, pero también el colectivo más vulnerable. Las camareras de piso, conocidas como las 'Kellys', lanzan un SOS tras un año de pandemia en la que, una gran mayoría se quedaron en el camino nada más decretarse ... el estado de alarma e inician un calendario de protestas para hacer visibles sus demandas. Esta mañana la directiva de Kellys Unión Málaga se han concentrado ante la puerta de la sede del SEPE para reclamar al Gobierno que cumpla con todos los compromisos adquiridos con este colectivo .

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La presidenta en Málaga de este colectivo, Mari Trini Jiménez, señala que las camareras de piso eventuales cuando estalló la crisis sanitaria ya llevaban unos meses sin trabajar a la espera de que arrancara la temporada alta, de forma que ya se quedaron al margen de los ERTE y en pocos meses agotaron el poco desempleo que les quedaba. Desde entonces hasta ahora dibuja un escenario desolador en el que, al principio, fueron muchas las promesas de los políticos y miembros del Gobierno, pero al final todo ha quedado en papel mojado. «Ni han cumplido lo prometido, ni les llega el ingreso mínimo vital. Están jugando con nosotras. Se comprometieron a la jubilación anticipada ante las enfermedades y dolencias que padecemos y ahora dicen que van a penalizar a quienes se jubilen antes de tiempo. Nos chulean«, señala Jiménez, que muestra la carta que han remitido al presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, recordándole los encuentros mantenidos y los compromisos adquiridos. En la concentración han dicho basta ya: »no más precariedad y paro«. Esta protesta es el inicio de una serie de convocatorias que contemplan tras considerar que después de un año de pandemia es el momento de reivindicar y exigir que el Ejecutivo respete todo lo acordado con el sector y mantener la lucha «por un trabajo digno».

Ejemplos de esta situación extrema y crítica por la que atraviesan estas trabajadoras, es el de María, nombre ficticio porque quiere mantenerse en el anonimato, que no trabaja desde el 14 de marzo, fecha en la que tenía un contrato por obra y servicio en un hotel y fue cortado por el cierre del establecimiento. «Desde entonces hasta ahora he solicitado todas las ayudas posibles y me las han negado todas», señala para comentar que ha tenido que volver a casa de sus padres y está a la espera de que le retiren el coche por impago de las letras. «Es la primera vez en mi vida que me veo así. Empecé con 17 años de camarera de piso y tengo 36 y nunca me había faltado el trabajo. El panorama es nefasto. La situación fatal», lamenta sin encontrar salida.

Montserrat Morilla ha regresado a un pueblo de Jaén, a la casa de sus padres junto a su hijo, tras una vida de trabajo por temporadas en hoteles de estaciones de esquí, en invierno, y en las islas o la Costa del Sol, en verano. Ahora, tras agotar cuatro meses de desempleo y sin poder acceder a un ERTE, vive con 430 euros de ayuda familiar. «Somos el departamento más importante y el más castigado», señala para advertir, desesperada e indignada, que pese a su situación se niega a trabajar sin contrato. «Trabajar en la economía sumergida nos perjudica a todos», declara para lamentar que «ahora estamos como si no hubiéramos existido nunca».

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