La Granizada | Director del hotel Marbella Club

Juan Carlos Luna: «Lo mismo estoy con un rey por la mañana y por la tarde regando mi huerta lleno de barro»

Pilar Martínez

Málaga

Lunes, 14 de agosto 2023, 00:11

Ha vivido más de la mitad de la historia del emblema del lujo de la Costa del Sol, el hotel Marbella Club, que el próximo ... año cumplirá 80 años y que está considerado uno de los más caros de España. Juan Carlos Luna, director de este establecimiento desde el año 2000, comenzó a trabajar en este complejo señero de lo más exclusivo del destino cuando tenía 16 años. Empezó de botones y su tesón y ganas de aprender y prosperar le llevaron a pasar muchas noches en vela para poder estudiar y trabajar en un hotel con el que ha compartido ya 41 años de vida. Humilde, sencillo y empático, Luna cambia el traje de director con el que se codea con lo más selecto del mundo, desde reyes, jeques, cantantes, actores o empresarios de lo más granado, por el de agricultor para dedicarle a su huerta, su otra pasión, su escaso tiempo libre.

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–Se sabe mucho del Marbella Club, pero ¿cómo es el director de este mítico gran lujo?

–¡Uff! Me da un poco de vergüenza hablar de mí. Nací en Málaga, pero me siento de Coín. Soy de familia humilde. A los siete años mi padre se vino a trabajar a Marbella. Estudié en el colegio rural Cortijo Benítez y luego me formé en el instituto Sierra Blanca, aunque comencé a trabajar muy pronto. A los trece años empecé en una lavandería, luego estuve de camarero y con 16 años entré como botones en el Marbella Club. Hice el bachillerato nocturno a la par que trabajaba y después de eso me fui a la mili y volví al hotel, ya de recepcionista. Entonces decidí apuntarme a la Escuela de Turismo de Málaga donde acabé mi carrera con humildad y con mucho esfuerzo. Había días que dormía muy poco, pero me sentía orgulloso de hacerlo. Poco a poco fui progresando en la vida. Hice un máster en Gerencia de Hotel de la Universidad Politécnica de Madrid y fui prosperando en el Marbella Club y aprendiendo de los mejores. Desde el año 2000 estoy al frente de este hotel.

–Y ahora decano de los directores de hotel de la Costa del Sol...

–Lo de decano de los hoteles me parece mucho, porque yo tengo alma de niño. Empecé con 16 años y tengo 57, pero no me siento importante. He tenido buenos maestros que me enseñaron a manejar la hotelería, a lo que se suma cómo soy yo y cómo entiendo este oficio.

–¿Y cómo lo entiende?

–Pues de una forma sencilla. Tuve un profesor que me enseñó que la clave era hacer las cosas sencillas. Estamos en una hotelería de lujo. Tenemos un producto importante, pero al final lo fundamental es el trato humano, el ofrecer un servicio con humildad. En Marbella Club nuestro lema es tratar al cliente con cercanía y con respeto, lo que se suma a un producto de lujo. Lo que marca la diferencia son las personas, el equipo humano de este hotel. Yo soy un número, pero los importantes son ellos. Mi filosofía es siempre trabajar para mi equipo, antes que ellos trabajen para mí. Soy un director un poco atípico.

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–¿Cómo se lleva tantos años trabajando cuando la gente está de vacaciones?

–Si le pregunta a mi esposa o a mis hijas ya le dirán que no me ven, aunque están acostumbradas. En la hotelería es todo el año así. Tengo la suerte de tener una familia que entiende mi profesión, que son 24 horas al día. Gracias a ellas todo esto es posible.

–¿Cuándo suele coger vacaciones?

–Bueno, en octubre o en noviembre. Cuando se puede nos hacemos un viajecito por aquí, por Europa. Tampoco muy lejos.

–¿Le gusta viajar?

–Sí, sí mucho. Tengo poco tiempo, pero me encanta. El último viaje en familia fue a París. También hemos estado en Roma, en Londres... Como soy hortelano pues no son muy largos los viajes.

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–¿Cómo es esa faceta?

–Bueno tengo una huerta en Coín y crío tomates y todo tipo de verduras. Los días que puedo, que tengo libre, me voy al campo relajado y feliz. Cuido mis árboles, mis plantas y estoy encantado.

–Entonces pasa de estar con los turistas más selectos de la Costa del Sol a disfrutar de la huerta...

–Claro. La vida es sencilla. Lo mismo estoy con un rey por la mañana, o con personas muy relevantes, y por la tarde regando en la huerta con los pantalones llenos de barro. Son los contrastes de la vida.

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–Y a la hora de planificar las vacaciones, ¿es complicado elegir destino y hotel teniendo en cuenta que vive en Marbella y dirige un icono del lujo?

–Nunca utilizo mi nombre. Si quiero ir a un hotel, reservo y pago, pero no hago uso de mi nombre ni de los contactos que puedo hacer en el Marbella Club que te invitan a ir a mil sitios. Soy así. Me siento mejor, me gusta ser libre. Para qué quiero ir al mejor hotel del mundo, si yo con un cuatro estrellas estoy bien y lo puedo pagar, para qué voy a molestar a nadie. No suelo ir a cinco estrellas.

–¿Es de viajar a destinos muy exóticos?

–No, soy más europeo. Me encanta la historia y la cultura. Son los principales reclamos a la hora de viajar. Soy un loco de París y Roma. El atractivo de la gastronomía siempre está ahí. A Marbella le está ayudando mucho, aunque yo prefiero tomarme un tomate de huevo de toro con sal recién cogido de mi huerta. Con eso soy feliz.

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–¿Cómo va el verano en cuanto a las reservas hoteleras?

–El verano lo veo muy bien. Superando cifras del año pasado y estamos muy por encima de 2019. A partir del Covid la gente considera las vacaciones un bien de primera necesidad. Las vacaciones han subido mucho y la gente lo paga. Es increíble.

–¿El Marbella Club es uno de los hoteles más caros de España?

–Sí, y también hemos subido los precios. Las villas se venden muy fácil. El que tiene dinero prefiere pagar la villa antes que una habitación en el hotel. La tarifa media ronda los 2.600 euros por noche. También tenemos villas a 15.000 euros. Se está notando el aumento del mercado americano, que siempre ha sido importante y que está creciendo entre un 10 y un 15% con el vuelo directo a Nueva York, que ha ayudado mucho. Y también se nota la mejora de la conectividad con Oriente Próximo.

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–¿Ha cambiado mucho el turista de lujo?

–El Príncipe Alfonso hizo un hotel horizontal dentro de un gran jardín, que hoy tiene 131 unidades de alojamiento, contando las villas, y rodado de naturaleza. Era una felicidad. Hacían fiestas con sencillez y con mucha educación y empatía hacia el equipo aunque fuesen personas de mucho poder adquisitivo. Ahora el mundo ha cambiado y es todo más complicado. Aunque el secreto sigue siendo el mismo: empatizar y tener mucha psicología. Al final, por complicada que sea la persona, siempre nos hacemos amigos.

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