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La radiografía del turismo andaluz del año de la pandemia muestra un sector que está con respiración asistida y que precisa un verdadero plan de rescate para sobrevivir. Entre otras cosas porque más allá de los datos, tras cada cifra hay una historia empresarial, ... un negocio y un elevado volumen de trabajadores y proveedores que se han visto arrastrados por los drásticos indicadores del turismo andaluz en la pandemia. La peor crisis que azota a esta industria ya ha dejado en el camino a unas 12.000 pequeñas y medianas empresas y autónomos del sector que no han podido soportar el desplome de turistas, según el balance de 2020 del Consejo de Turismo de la Confederación de Empresarios de Andalucía (CEA).
Los datos señalan que la Comunidad recibió el pasado año sólo el 41% de los turistas que llegaron en 2019, es decir, 13,4 millones menos de viajeros. El 85% procedía de España y el resto de la UE y mercados internacionales. Estos escasos turistas redujeron su estancia en el destino en un 4% y gastaron un 6% menos. La suma de ambos retrocesos ha supuesto que los ingresos turísticos se han reducido en torno al 75 y el 80%, los que significa una pérdida de 16.000 millones de euros, de los que diez mil están vinculados a la debacle del turismo internacional, lastrado por las férreas restricciones impuestas por los diferentes países a la movilidad. «Somos una de las Comunidades más castigadas junto a Canarias, Cataluña y Baleares, dado el peso que tiene el turismo en la economía andaluza, que se cifra en el 12% de forma directa, pero que puede llegar a suponer el 30% con su efecto de arrastre. La crisis del turismo es multisectorial y transversal a la economía de la región. Si no salvamos el turismo no salvaremos la economía», asegura el presidente del Consejo de Turismo de la CEA, Miguel Sánchez.
La crisis afecta al conjunto de los segmentos turísticos. Las cifras hablan por sí solas. La producción hotelera se ha reducido en un 80%, la de las agencias de viajes ha caído más de un 90% y la restauración en torno al 70%. De ahí que más del 75% de la oferta hotelera del litoral esté cerrada desde el inicio de la crisis y salvo uno o dos meses de reapertura en un verano fatídico. De hecho, el dato de ocupación constata la necesidad de mantener los establecimientos cerrados dado que ésta ha descendido a niveles mínimos, con hasta un 10% de camas ocupadas en el turismo urbano y máximas en verano que no llegaron al 40% en el litoral. Y eso que ya había un 30% de hoteles cerrados, que suponían 100.000 plazas hoteleras menos.
Todo ello ha provocado que las empresas de restauración y alojamiento absorben más del 60% de los 102.000 trabajadores andaluces que se encuentran en ERTE. Una válvula de escape que el sector pide ampliar ya hasta finales de año.
La gran amenaza actual que tambalea los cimientos de las empresas turísticas es el fuerte endeudamiento empresarial, una verdadera bomba de relojería que puede estallar en forma de miles de quiebras y despidos. Se calcula que el crecimiento de la deuda de estas empresas se ha disparado un 35%. La cuenta atrás para comenzar a devolver los préstamos ICO atenaza al sector tras cumplirse un año en el que mes a mes los indicadores son peores y el escenario más que incierto. «La incertidumbre es tan grave como la misma pandemia», afirma Sánchez, que señala a conseguir la inmunidad de rebaño, agilizando el proceso de vacunación, como una tabla de salvación.
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