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Comerciantes de los puestos del Parque, camareros de cafeterías y bares del Centro y hasta agentes de la Policía Local coinciden en que la jornada de Navidad es uno de los días más tranquilos de estas últimas vacaciones del año. Una jornada de paseo familiar con ambiente, pero sin los agobios habituales, a lo que contribuye que los comercios están cerrados y muchos restaurantes también. «Hemos venido de Córdoba a comer en familia y hemos aprovechado la tarde para bajar los excesos de la cena de Nochebuena y del almuerzo de hoy. Creo que hemos elegido bien para disfrutar de la ciudad porque se puede pasear tranquilamente», explica Carmen Gómez, que inmortaliza junto a su nieta su paso por calle Larios.
En El Parque, Sergio Soria, al frente de un puesto de belenes y figuras navideñas en el que lleva trabajando toda la vida, confirma que «para nosotros comienza el declive, aunque sigue habiendo gente comprando adornos navideños». Muy cerca, Ana comenta, mientras atiende a una joven, que «hoy, con las tiendas cerradas, somos los protagonistas». Aún así, Alejandra, que vende en Málaga objetos de plata y acero desde hace años en este mercadillo, señala que «la tarde está rara. Es una jornada más floja que el resto, pero no tanto». El mero hecho de poder acercarte con facilidad a los puestos, de encontrar mesa en la terraza de la churrería o de que los pequeños de la familia puedan lucir los regalos de Papá Noel y tirar las clásicas bombetas en los jardines traseros confirma que la jornada de Navidad se convierte en el día de los paseos familiares.
Cerca de la plaza de Félix Sáenz, una familia al completo justificaba su salida al Centro en el hecho de que los pequeños de la casa, Pablo y Alma, querían estrenar el patinete y el carrito de la muñeca que se han encontrado junto al árbol de Navidad por la mañana. «No nos quedaba otra que bajar a dar un paseo y aprovechar para ver las luces y los puestos», comentan.
Muy cerca, la cola de Casa Aranda era la misma de todas las jornadas. «Aquí todo el mundo se para aunque se hayan hartado con la cena de Nochebuena y la comida de Navidad», asegura, bandeja en mano con cuatro vasos de chocolate caliente, Miguel Ángel, que matiza que «esto ha sido siempre así en los 15 años que llevo aquí». En una de las mesas, dos jóvenes polacas explican que están de vacaciones en Málaga porque viajan en estas fechas para conocer cómo se vive la Navidad en otras ciudades. «Teníamos que venir aquí por todo lo que nos ha contado Carmen, una amiga malagueña que ha estado de Erasmus en nuestra universidad», declara Alina, mientras manifiesta de forma muy expresiva el placer de comer churros. En la mesa de al lado, otras dos malagueñas se suman a la conversación para asegurar que «de perdidos al río. Es imposible renunciar a un chocolate con churros por más que sean días de comer sin medida». Sin embargo, en la cafetería Plaza, Antonio Gallardo, treinta años en la barra de este céntrico negocio, apunta que «la gente viene saciada, así que es jornada de una cervecita y una tapa. De hecho la mitad de los restaurantes están cerrados».
Incluso en el aeropuerto de Málaga es también la jornada con menos actividad de todo el periodo navideño. Los datos de Aena aseguran que las aerolíneas han programado para 213 operaciones, casi la mitad de las que se registraron el pasado día 23. «Es un día propio de estar tranquilos en casa, en familia», apunta uno de los agentes de la Policía Local que vela por la seguridad de quienes disfrutan del espectáculo de luz y música de la calle Larios, que, por supuesto, llenó el corazón de Málaga, pero sin apreturas.
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