Casi doscientos ingenieros, programadores y desarrolladores de nuevos modelos de negocio en el sector financiero se dan cita este lunes en Málaga en el encuentro 'Tech in finance', organizado por Ebury, la compañía especializada en pagos y cobros internacionales e intercambio de divisas que tiene ... una de sus sedes principales en la capital. Víctor Tuson es el director de tecnología (CTO en sus siglas en inglés) de Ebury y responsable del evento que coloca a la ciudad bajo los focos del debate internacional sobre los retos de la industria financiera en el plano tecnológico.
-El encuentro que organiza Ebury en Málaga quiere analizar los principales retos del sector financiero vinculados al mundo tecnológico. ¿Cuáles son los principales desafíos?
-El reto principal es seguir innovando mientras mantenemos la seguridad, no sólo en lo relativo a que no entre alguien 'por la puerta de atrás', sino también desde el punto de vista de no financiar actividades al margen de la legalidad. Mantener esas dos tensiones, la de innovar mientras se atiende a esa regulación que se plantea para proteger a los ciudadanos, los países y las empresas sería el principal desafío.
-'Tech in finance' se centra en dos tecnologías de las que cada vez se habla más, pero que siguen siendo grandes desconocidas para el gran público: el 'blockchain' y las criptomonedas. ¿Cree que debe fomentarse el conocimiento de ambas por parte de los usuarios?
-No tiene por qué. Muchas personas usan muchas tecnologías sin necesidad de saber cómo funcionan y eso no está mal. Lo que hay es un nivel de confianza detrás de las instituciones que proporcionan esos servicios. Con el 'blockchain' y las criptomonedas no es necesario saber cómo funciona el sistema, pero sí es necesario crear una confianza en ese mismo sistema, sobre todo para que los riesgos asociados vayan con el apetito de la gente. Eso es en lo que estamos intentando avanzar. Las criptomonedas se están usando más como un vehículo de inversión, aunque estamos viendo que también hay otros usos. Puede estar bien que se invierta en criptomonedas, si se sabe invertir en ese sector. Creo que Megan (la consultora Megan Nilsson) va a hablar de NFTs y de sus usos. Ahora hablamos de NFTs y todos pensamos en la cara del mono que hemos visto en redes sociales (Sotheby's vendió hace un año por casi 21 millones de euros la serie 'Bored Ape Yacht Club' creada con esta tecnología), pero va mucho más allá. Por ejemplo, a nivel de los contratos digitales para, por ejemplo, la venta de casas. Ahora mismo en la mayoría de los casos se sigue haciendo de una manera muy arcaica, con papeles, reuniones y todo eso. Los NFTs pueden revolucionar esto y no necesitas saber cómo funciona, sino que las compañías que están detrás de eso estén reguladas y ofrezcan unas garantías.
-¿Cree entonces que la fama que arrastran, por ejemplo, las criptomonedas es injusta?
-No creo que tenga mucha razón de ser. Puede que tenga que ver con todo lo que se conoce sobre los proyectos que no han funcionado, pero eso se contrarresta con los que sí han funcionado y con el valor que están aportando a la gente que está operando en esos mercados sabiendo lo que hace. Sí es cierto que se trata de un mercado de alto riesgo y no recomendaría a cualquiera que se metiera ahí sin más. Debes tener unos conocimientos para saber bien lo que haces. Pero en cualquier caso no creo que sea justa esa mala fama, sino que, quizá, se ha democratizado demasiado rápido.
-¿La rápida democratización de la tecnología ha traído una pérdida de conciencia de los riesgos que pueden estar asociados a su uso?
-Volvemos a la cuestión de la confianza en las entidades. Hoy no puedes entrar en un banco y pagar en criptomonedas. Los canales son por ahora otros, específicos, y en ese sentido creo que también hay un deber del usuario de entender en lo que está invirtiendo. Está muy bien la democratización de la tecnología, pero hay que entender que en ocasiones se trata de vehículos de inversión con un riesgo algo y que tú, como inversor, tienes el deber de entender en lo que te estás metiendo. Es una cuestión por los dos lados. No creo que nadie vaya a un banco y le vendan un vehículo de inversión de alto riesgo sin decírselo, porque esto está regulado, pero como inversor también debes saber en qué te metes.
Málaga está siendo una sede no sólo en tecnología, sino también financiera. Eso está muy bien, pero me gustaría ver al mismo ritmo la generación de talento y la atracción de demanda
-¿La solución pasa por avanzar en la regulación?
-Hasta cierto punto sí, pero hay que tener cuidado de que la regulación no se convierta en un posible impedimento a la innovación. Más que la regulación, creo que hay que aumentar la información y la formación. ¿Necesitas saber cómo funcionan las criptomonedas? No. Pero necesitas conocer sus riesgos, saber para qué sirven, lo que puedes ganar y lo que puedes perder. Es, salvando las distancias, como si echas una quiniela: necesitas saber a lo que juegas. En definitiva, creo que se necesita regulación para asegurarnos de que estas tecnologías no se estén usando para financiar fines espurios, pero en cuanto al nivel de los inversores, depende de los canales que se estén regulando.
-Ha mencionado a los bancos tradicionales. Ebury es una 'fintech' que ahora tiene al Banco Santander como accionista de referencia. ¿Marca eso una pauta en el futuro del sistema financiero?
-No es mi especialidad, pero sí veo que las 'fintech' se van a seguir desarrollando mucho, porque, aunque estamos en una situación económica muy diferente a la de hace unos años, sigue habiendo una gran necesidad de disrupción para tener mejores servicios de una manera más rápida y ágil que también pueda traducirse en una prestación de servicios más económica, por eso no tengo ninguna duda de que el campo de las 'fintech' se va a seguir desarrollando muchísimo. Y eso me lleva a una de las cuestiones de las que más se habla últimamente, que tiene que ver con la falta de personal cualificado para trabajar en tecnología, que quizá sea el mayor problema que tiene la industria.
-Ese también empieza a ser un debate recurrente en el ecosistema tecnológico malagueño.
-Claro. Es algo que tendríamos que empezar a plantearnos mucho antes de que alguien elija qué carrera universitaria quiere hacer, si quiere ser informático o no. Nosotros hacemos un trabajo importante con asociaciones en Málaga, pero también ofreciendo 'bootcamps' (programas de formación intensiva) a gente que quiere entrar en tecnología desde otros sectores. Pero hay que empezar mucho antes. Hay que hacer una inversión y un esfuerzo más grande. En Málaga trabajamos mucho con la UMA. Málaga está siendo una sede no sólo en tecnología, sino también financiera. Eso está muy bien, pero me gustaría ver al mismo ritmo la generación de talento y la atracción de demanda. Hay que invertir más en formación, en diversidad y en atraer talento de fuera no sólo a las empresas, sino también a la Universidad. Málaga da para todo esto, por infraestructura, por el lugar donde estamos y lo que ofrecemos. Tengo que hacer propuestas similares para que la gente se vaya a muchos sitios a trabajar y Málaga se 'vende' muy fácil. Estamos en una buena situación, aunque hay que atender a cuestiones como mejorar el parque de oficinas o dónde va a vivir la gente que llega para trabajar desde otros lugares.
-¿Son esos, en su opinión, los grandes retos a los que se enfrenta el ecosistema tecnológico malagueño?
-No sólo esos y no sólo en Málaga. Si un lugar quiere ser como Silicon Valley, que sigue siendo el ejemplo a seguir, el problema principal es tener el equivalente a Stanford (la universidad californiana vinculada al desarrollo tecnológico de esa región de Estados Unidos) para avanzar en la capacidad de generar y retener conocimiento.
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