De Nueva York, San Francisco o Mumbai a Pedregalejo: los nuevos vecinos de la Málaga 'tech'

Las motivaciones concretas que les han traído a la ciudad son muy variadas: algunos, como Iván Ordóñez, vienen a cumplir una misión profesional: en su caso, poner en marcha el 'hub' tecnológico del banco de inversión GP Bullhound en Málaga. Otros han venido por motivos personales, como la pareja formada por Fernando Domínguez y Jenni Samuels, Juanjo Mostazo o Rajnish Kumar. Siguen desempeñando su trabajo igual que antes, pero ahora viven en una ciudad que, para su gusto, tiene el tamaño perfecto y una serie de cualidades (playa, clima, gastronomía, cosmopolitismo, aeropuerto potente, colegios internacionales) que la han convertido en su lugar elegido del mundo. Y para un tercer grupo, como Omar Pera o Stephanie Marchesseau, los motivos profesionales y personales se mezclan: tienen el trabajo que quieren en la ciudad donde quieren vivir.

Hay un perfil habitual en estos nuevos vecinos: españoles que han vivido muchos años fuera y ahora deciden que es hora de volver a casa. Y eligen Málaga, a pesar de no ser de aquí -algunos ni siquiera habían visitado antes la ciudad-, porque quieren seguir estando cerca de un ecosistema tecnológico estimulante. El aeropuerto también pesa, y mucho: Fernando Domínguez, por ejemplo, afirma que, en su caso, el vuelo directo a Nueva York decantó la balanza.

El momento de tener hijos suele ser desencadenante de este tipo de cambios vitales. Muchos mencionan la pandemia como revulsivo que les hizo poner la calidad de vida y la familia por encima de lo demás. Pero la clave de todo es ese cambio de chip global que ha desencadenado de la oficina a muchos profesionales, especialmente en el sector tecnológico.

¿Cómo es la vida de esta colonia de expatriados y retornados de alto nivel adquisitivo? La gran mayoría vive en barrios de la Zona Este, como la Malagueta o Pedregalejo. Llevan a sus hijos a colegios internacionales, siguen viajando mucho y hacen vida social entre ellos, pero también se interesan por lo local. ¿Se podría decir que viven en una burbuja? No más que los malagueños de las capas socioeconómicas más altas. Estos nuevos residentes vienen con curiosidad y ganas de conocer gente y aportar. De hecho, algunos de ellos se han convertido en referentes importantes de la comunidad 'techie' y emprendedora malagueña. Sí es cierto que para los extranjeros recién llegados la barrera del idioma pesa bastante; de hecho, el bajo nivel de inglés de los malagueños es algo que destacan y les choca a todos.

Lo cierto es que casi todos estos nuevos vecinos están en fase de luna de miel con la ciudad, así que es difícil que señalen defectos. El asunto del idioma es uno de los pocos puntos negativos que encuentran. «Es incómodo cuando voy al médico o a hacer alguna gestión administrativa», apunta Marchesseau. También les sorprende la mala conexión con Marbella, ciudad que creen que debería ir de la mano con Málaga para forjar un ecosistema aún más potente. Y hay un tema sobre el que las opiniones son dispares: el diagnóstico del ecosistema emprendedor local. Hay quienes lo definen como vibrante y dinámico, como Omar Pera, Fernando Domínguez o Rajnish Kumar, y quien piensa que no hay suficientes startups, como Cristóbal Alonso.

Fernando Domínguez es vicepresidente de Sandbox AQ, una empresa nacida de X, el laboratorio secreto de Google, pero que ahora es independiente del gigante, con una revolucionaria misión por delante: combinar la tecnología cuántica y la inteligencia artificial para resolver retos de impacto como encontrar la cura para el alzhéimer, adelantarse al cibercrimen del futuro o generar una alternativa a la navegación GPS. Antes de fichar por Sandbox AQ, Domínguez trabajaba en Google.

Después de media vida fuera de España, Fernando Domínguez estaba en un momento vital que le pedía volver. Este valenciano voló del nido a los 19 años para irse a estudiar a París; de ahí saltó a México y después, a San Francisco, donde llevaba viviendo los últimos ocho años. «Tanto mi mujer como yo trabajamos en remoto, así que podemos elegir dónde vivir. Una de las razones para venir a Málaga fueron sus conexiones. El vuelo directo a Nueva York para nosotros fue crítico», explica. Otra razón es el «momentum» que vive la ciudad (esta palabra se usa en Latinoamérica como sinónimo de energía, impulso o aceleración). «Hay muchas empresas de tecnología que están viniendo aquí y mucho talento internacional que se está agregando en una ciudad con el tamaño perfecto. Las ciudades para mí son como las personas, o los equipos de fútbol: tienen momentos y energía. Málaga tiene ese 'momentum' en el que las cosas pasan. La acumulación de talento que está produciéndose va a dar lugar, seguro, a nuevas empresas y proyectos». Fernando Domínguez lleva menos de un año afincado en Málaga con su familia y se declara «encantado». «Ha marcado una diferencia muy grande para nosotros. Nos han acogido genial y hemos encontrado una comunidad muy buena de gente de fuera que se está viniendo aquí».

Ixigo es «el Booking indio», resume su cofundador y co-CEO, Rajnish Kumar: una plataforma de reservas de viajes. Fundada en 2007, ha evolucionado de ser un simple motor de búsqueda de vuelos a convertirse en un proveedor integral de soluciones de viaje. La pandemia fue un punto de inflexión tanto para la compañía -que sufrió, como todas las empresas turísticas, la paralización de su actividad- como para su planteamiento vital: «Implantamos el teletrabajo en nuestra empresa y yo me di cuenta de que podía trabajar desde cualquier sitio del mundo. Como mi mujer es española, nos vinimos a pasar el verano. Y al final de esos tres meses decidimos quedarnos en España», cuenta.

Lo curioso fue que Rajnish decidió que su destino sería Málaga sin haber venido antes. «Hice un estudio comparativo sobre todas las ciudades de España para saber cuál era la mejor para nosotros. Como soy friolero, descarté las del Norte. Málaga destacaba por el clima y por las conexiones del aeropuerto. También me interesó el ecosistema emprendedor». Cuatro años después, Rajnish asegura en su perfecto español que no se equivocó en la elección. «Desde el primer momento conecté con otros emprendedores, como Joaquín Cuenca [Freepik]; hemos formado un grupo muy interesante». Plenamente integrado, lo único que le sigue costando es que se aprendan su nombre: «Al final, muchos me llaman Raúl», dice sonriendo.

Stephanie Marchesseau es la responsable de investigación y desarrollo en Medida, una empresa especializada en marketing digital y de afiliación que tiene su base en el Parque Tecnológico. Su estrategia incluye introducir la inteligencia artificial para automatizar y acelerar los flujos de trabajo. Cuando aceptó este puesto, hace algo más de dos años, vivía en Madrid. «Trabajaba en remoto y venía de vez en cuando. Me di cuenta de que esto me gustaba mucho más. No me malinterpretes, Madrid es una gran ciudad. Pero Málaga tiene un ambiente muy diferente. La gente es relajada, acogedora, abierta a la conversación. Es muy fácil establecer contactos. Además, me encanta el mar y lo echaba mucho de menos. Así que después de unos meses de ir y venir, me mudé».

Marchesseau, que ha vivido en lugares tan dispares como París o Singapur, está en plena luna de miel con esta ciudad: «Estoy aquí para quedarme porque no hay lugar como Málaga para mí. Tiene todo lo que puedo poner en una lista de prioridades. Lo único que cambiaría, si fuera posible, es tener un mar más cálido. Pero aparte de eso, es muy agradable vivir aquí. Además, el ecosistema es cada vez mejor porque se instalan nuevas empresas y las que ya hay están creciendo. Por lo tanto, cada vez hay más conexión, más y más trabajos disponibles para ingenieros», resume. Eso sí, cree que el nivel de inglés debería mejorar.

Juanjo Mostazo se define como «ingeniero informático, emprendedor e inversor, por este orden». Gaditano de nacimiento, ha sido cofundador y director tecnológico de las startups Bidmotion y Homa. Esta última es un gigante de los videojuegos para móviles con sede en París. Hace unos años que está centrado en la faceta inversora y se ha convertido en uno de los 'business angels' más activos de España: lleva invertidas más de 130 startups. Mostazo ha vivido en Barcelona, París, Berlín y Dresde. Cuando llegaron los hijos, se empezó a plantear volver a casa, ya que su profesión le permite vivir donde quiera. «¿Qué es casa para mí? España en general y Andalucía en particular. Málaga tenía un poquito de todo lo que buscaba: una ciudad que no fuera ni muy grande ni muy pequeña, que estuviera bien comunicada, que fuera bastante internacional, que tuviera buena gente, buena comida... calidad de vida, en definitiva. Y además tengo a mis padres muy cerca», explica.

Mostazo aterrizó en Málaga a principios de 2023 con muchas ganas de conectarse con el ecosistema tecnológico y aportar su granito de arena. Y vaya si lo hace: con su carácter extrovertido, se ha convertido en el dinamizador de la creciente comunidad de expatriados tecnológicos y acude a todas las citas del mundillo emprendedor local donde cree que puede «aportar valor». Él dice que el ambiente «efervescente» de Málaga le recuerda al de Barcelona de hace diez años; ahora hace falta que se vayan «reproduciendo» nuevas generaciones de startups. Cree que Málaga acabará superando a Valencia como ecosistema 'tech', pero también señala debilidades: el bajo nivel de inglés de los malagueños, la falta de un lugar físico que haga de 'hub' para los emprendedores y aúne alojamiento, mentorización y financiación (como Lanzadera o la Torre Bat de Bilbao) y la desconexión con Marbella, un lugar «con su propio ecosistema 'tech', muy interesante» y que podría «sumar mucho con Málaga si ambas fueran de la mano».

Jenni Samuels es experta en 'fractional marketing', una estrategia en la cual las empresas contratan a un equipo de marketing externo, pero en una capacidad parcial o fraccionada, de manera que en lugar de tener un equipo interno utilizan los servicios de profesionales o agencias de marketing solo por las horas o proyectos necesarios. De origen estadounidense, ha trabajado en empresas como Airbnb o Google y ahora tiene su propia empresa de consultoría, lo cual le permite trabajar desde cualquier lugar del mundo.

Samuels forma pareja con otro protagonista de este reportaje, Fernando Domínguez. Ambos se mudaron de San Francisco a Málaga hace poco más de un año. «Cuando decidimos que queríamos un cambio, estuvimos mirando Nueva York, Barcelona, Madrid, Buenos Aires... Al final Málaga ganó y lo interesante es que no habíamos estado antes aquí. Vinimos a modo de prueba un par de meses y nos convenció», cuenta. Hasta ahora, su experiencia en la ciudad es 100% positiva: «Vivimos cerca de la playa, la gente es muy maja y para una familia vivir aquí es una maravilla», asegura. Respecto al ecosistema 'tech', afirma haber sentido «desde el primer día que hay una energía creciendo en innovación. Mucha gente de tecnología está cambiando ciudades muy grandes por sitios como Málaga».

Iván Ordóñez avisa de que su español está «algo oxidado», pese a ser su lengua materna. Es de Ecuador, pero se fue a Estados Unidos para estudiar en la Universidad -hizo dos carreras: matemáticas e informática- y ya se quedó trabajando allí. Desde el principio enfocó su carrera hacia el sector financiero y ha trabajado para diferentes bancos y fondos de inversión. Vivió en Nueva York y Connecticut y, pasados unos años se fue a Londres, donde permaneció 17 años. En 2022 le fichó el banco de inversión GP Bullhound como CTO, es decir, máximo responsable del área tecnológica. «Parte del plan era abrir un 'hub' tecnológico en Málaga y aquí llevo once meses instalado para ponerlo en marcha. Abrimos en octubre pasado y hemos arrancado muy fuerte«, afirma. Ordóñez se ha traído a toda su familia a vivir a Málaga y asegura que están »muy contentos« con el cambio.

Es difícil resumir la trayectoria de Omar Pera, pero él lo tiene bien ensayado: «Soy ingeniero reconvertido a emprendedor y ahora vicepresidente de producto en Freepik. Vengo de Alcoy y he vivido en Estados Unidos alrededor de cinco años y antes, otros tres en Suiza, donde trabajé en el CERN. Junto con mi hermano monté una empresa que aplicaba la inteligencia artificial para automatizar la atención al cliente. Nos compró una empresa americana y a esta empresa a su vez la compró Meta. Yo dirigía equipos en el departamento de WhatsApp, en Nueva York».

Y de nuevo, los hijos como motivación para el cambio: «A raíz de tener a mi hija decidí dejar Meta, tomarme un año sabático y cambiar de ciudad. Teníamos la mudanza preparada a Miami», cuenta. Un flechazo con Freepik (que estaba buscando un perfil capaz de liderar su ambiciosa apuesta por la inteligencia artificial) y con Málaga cambió esos planes. «Vine un miércoles de visita y el viernes ya estaba firmando un piso», asegura. «¿Qué me enamoró? La ciudad en sí, el clima, la gente, el ambiente internacional. Fui a dos o tres eventos en esos días y todo el mundo me abrió los brazos. Y el ecosistema tecnológico me sorprendió mucho. Yo vengo de Nueva York y no me esperaba todo lo vibrante que está siendo la comunidad emprendedora aquí en Málaga».

Cristóbal Alonso es, de este grupo de nuevos vecinos de la Málaga tecnológica, uno de los que más tiempo lleva en la ciudad: en septiembre hará dos años. Es cofundador y CEO de Startup Wise Guys, uno de los fondos de inversión más activos de Europa en empresas en fase 'semilla'. Esta sociedad de origen estonio aterrizó en la ciudad en 2022, abriendo un programa de aceleración con base en el Polo Digital. El propio Alonso se mudó también entonces. «Elegimos Málaga porque nos parecía que algo interesante estaba pasando aquí. No queríamos ir a un sitio típico como Madrid o Barcelona».

Alonso es la voz más crítica del grupo. Sigue encantado con vivir en Málaga, pero el ecosistema emprendedor y el acompañamiento institucional le han decepcionado. «Sí, hemos encontrado parte de lo que nos gusta: buena calidad de vida, muy buena localización, mucha gente que pasa por Málaga. Pero el gran reto es que la gente se quede en Málaga, no sólo pase por aquí. Y la realidad es que hemos encontrado muchas menos startups de lo que pensábamos. Hay muy buen caldo de cultivo, tenemos muchísimo talento, tanto de aquí como de fuera, pero hay que cultivarlo». Para él, una debilidad importante es la incapacidad para desenvolverse en inglés de muchos malagueños (en particular, de los emprendedores) y la ausencia de eventos en este idioma que permitan integrarse en la escena local (y, a la postre, invertir) a los empresarios e inversores extranjeros que viven en la Costa del Sol.