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Es la primera mujer en su departamento, así como la única persona de origen latino. La malagueña Soledad Antelada está acostumbrada a ser la excepción: ... ya cuando estudiaba Informática en la UMA las alumnas se contaban con los dedos de una mano. Quizá de ahí venga su empeño por animar a las nuevas generaciones de chicas a apostar por la ciberseguridad, que es en su opinión «la gran oportunidad» actualmente en el campo de la tecnología. Antelada hablará hoy en el congreso de ciberseguridad Uad360 sobre su labor en el Berkeley Lab, que es uno de los centros de investigación científica más prestigiosos del mundo, cuna de 13 premios Nobel; así como en la Conferencia de Supercomputación de EE UU.
–Lleva ocho años trabajando en el departamento de ciberseguridad del Berkeley Lab y ahora suma una nueva faceta profesional en el ámbito de la supercomputación. ¿En qué consiste?
–Desde el pasado noviembre soy la responsable de seguridad de la Conferencia de Supercomputación de EE UU. Es una cita que se organiza una vez al año en la que se aúna una feria de muestras, demostraciones de empresas, presentación de investigaciones... Durante los doce meses previos a cada cita se construye la red de datos que soporta toda esa parafernalia. Y el reto es conseguir que cada vez sea la red más rápida del mundo. El año pasado superó los 4 terabytes por segundo, que para que te hagas una idea permitiría descargar todas las películas del catalogo de Netflix en HD en 30 segundos. Yo me encargo de proteger la seguridad de esa red.
–¿Por qué se ha adentrado en este campo de la supercomputación?
–La supercomputación representa el límite máximo que alcanza la computación hoy día. Es como tener miles de ordenadores trabajando juntos. Se utiliza para hacer simulaciones y predicciones científicas. Los astrónomos, los físicos... necesitan mucha potencia de computación para hacer sus cálculos. Desde el punto de vista de la seguridad, el reto es importante y consiste tanto en proteger la red como en proteger al mundo de la red, ya que si alguien con malas intenciones tomara su control podría hacer mucho daño.
–Como experta en ciberseguridad, ¿cree que los ciudadanos debemos aprender a protegernos de los abusos y negligencias de las empresas que manejan nuestros datos? ¿O no hay que alarmarse tanto?
–No quiero asustar a la gente, pero la realidad es que hay mucha información nuestra en manos de otra gente. Y es difícil darte cuenta de lo que tienes que hacer para protegerte, hay muy poca formación dirigida al usuario final. Además, no creo que un ciudadano tenga que estar obligado a saber de estas cosas si no forman parte de su profesión. En mi opinión, son las empresas las que tienen que ser más responsables. No se gastan el dinero que tienen que gastarse en proteger los datos. Puede parecer inocua, pero la información es poder. Depende de quién seas, tu edad, tu raza, tu código postal... manejan toda esa información para hacer grupos de población y al final lo que ocurre es que te meten en una caja, y a partir de entonces lo que ves es lo que alguien ha decidido que veas. Y no hay manera de escapar a eso; al final, te vas a comportar como alguien quiere que te comportes. Se ha visto con las elecciones de EE UU. Nosotros, como ciudadanos, tenemos que prestar más atención, pero la responsabilidad última es de las empresas. Yo no tengo por qué saber que al meter mi tarjeta de crédito en una máquina expendedora mis datos se están tratando de forma no segura y que alguien puede estar accediendo a mi cuenta. Es responsabilidad del que fabrica la máquina hacerla segura.
–Pero no se puede negar que ahora se da más importancia a la ciberseguridad a todos los niveles.
–Parece que sí. Lo cierto es que en EE UU a nivel gubernamental lleva ya muchos años siendo una prioridad. En nuestro departamento tenemos más presupuesto que nunca. Y en España empieza también a ser así. Hace poco leí que el Ministerio del Interior ha sacado plazas para ingenieros externos y me parece buena noticia; es lo que se hace en EE UU.
–Sigue siendo la única mujer en su departamento, ¿Hay machismo en la ciencia?
–¡Noooo! [con ironía]. Sí, pero ¿cuál es la pregunta?
–Pues eso, si lo hay y si le ha dificultado su ascenso profesional.
–Sí, dificulta muchísimo. Yo me tengo que probar mil millones de veces al día todavía. Y hay gente que piensa que yo no tengo que estar haciendo lo que hago. Es triste pero es así. Todavía. Esta es una de esas profesiones que son reductos donde la mujer no ha entrado.
–¿Cómo se manifiesta ese machismo en un país como EE UU, donde todo está tan reglamentado en los lugares de trabajo?
–De una manera sutil pero constante. No te van a mandar un email que diga: «No te contrato porque eres mujer».
–¿Y cuál cree que es la vía para acabar con ese machismo?
–Mira, yo llevo mucho tiempo en esta lucha y sé que ahora hay como un boom del feminismo, un destape, pero yo voy mirando más hacia delante. Manifestarse y denunciar cosas está bien, pero el siguiente paso, que yo estoy convencida que es lo que hay que hacer, es la unión entre mujeres. Es un paso que no hemos dado. Las mujeres no tenemos sororidad, colegueo, solidaridad entre nosotras. Los hombres sí lo tienen: se ayudan y se tapan entre ellos. Y hasta que eso no exista, olvídate; la cosa no va a avanzar por mucho que salgas a la calle con una cacerola. Es muy difícil subir cuando estas sola.
–¿Está cambiando eso entre las nuevas generaciones? Se lo pregunto porque sé que desde la organización que fundó para fomentar la presencia femenina en el sector de la ciberseguridad, Girls Can Hack, está en contacto con jóvenes.
–Yo cuando era joven no me daba cuenta de nada, estaba a otras cosas. Ahora las chicas lo tienen muy claro y están más concienciadas, pero la clave es lo que ocurre más adelante, cuando empiezan a subir en su carrera profesional, que es cuando empiezas a encontrar techos, techos y techos por todos lados. Ahí es donde hace falta una solidaridad, un soporte entre mujeres. La clave es que la mujer cambie el chip, porque es algo cultural; el machismo también nos impregna. No intentes cambiar a la otra persona, cambia tú. Manifestarse esta muy bien, pero pasemos al siguiente nivel, por favor.
–Desde que se fue de Málaga, en 2010, la escena tecnológica local ha mejorado. ¿Cree que si fuera hoy se habría ido?
–A mí me iba muy bien, yo me fui por curiosidad. Dejé un trabajo bueno porque quería hacer otra cosa, me llamaba la atención la ciberseguridad y aquí no podía formarme. Además, tenía en la cabeza metido el sueño de trabajar en Silicon Valley. Vamos, que no me fui por necesidad, sino porque me dio la gana. Entonces en San Francisco no había españoles, fue a partir de 2013 cuando empezaron a llegar muchísimos.
–Convenza a las jóvenes malagueñas: ¿por qué es una buena idea apostar por la ciberseguridad como carrera profesional?
–Primero porque es muy divertido. Es una profesión en la que cada día es diferente, te sientes libre, es superinteresante porque todo son todo retos, cada día hay un problema diferente para resolver, Y luego está la tremenda demanda de profesionales que hay: si te gusta la tecnología, esta es la gran oportunidad porque necesita gente en todo el mundo.
Cada año, la Conferencia de Supercomputación de Estados Unidos se marca el mismo reto: construir la red más rápida del mundo para dar cobertura al evento. El año pasado alcanzó los 4 terabytes por segundo, una velocidad que permitiría descargar todo el catálogo de películas de Netflix en alta definición en 30 segundos. A proteger esa red de miradas y manos maliciosas se dedica Soledad Antelada como responsable de ciberseguridad de dicha conferencia. «Es un arma demasiado potente para que caiga en las manos equivocadas», afirma la informática malagueña.
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