IMEC: intrahistoria del anuncio que da nuevo rumbo a la Málaga tecnológica

Innova IRV echó el ojo al centro que lidera la I+D en microelectrónica a nivel mundial y enroló a todas las administraciones y al ecosistema tecnológico local en una campaña de seducción seria, discreta y paciente que se ha revelado exitosa

Nuria Triguero

Málaga

Domingo, 4 de febrero 2024, 00:10

IMEC Fab5. Este es el nombre con el que el instituto belga que lidera la I+D y la transferencia tecnológica en el campo de los semiconductores se refiere al proyecto que va a desarrollar en Málaga. Se llama así porque en Lovaina (ciudad donde se ... fundó en 1984), el IMEC tiene cuatro plantas piloto para investigar, desarrollar y probar las tecnologías productivas de chips. La de Málaga será la quinta. Y esto representa un logro de importancia histórica, pues sitúa a la ciudad en un mapa -el de la industria del chip- con muy pocas localizaciones a nivel mundial.

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Ha sido Málaga, pero podría haber sido otra ciudad. Una vez que el Interuniversity Microelectronics Centre firmó con el Gobierno de España la declaración de intenciones para instalarse en nuestro país, hubo una pugna de ciudades interesadas en llevarse el caramelo. Por entonces Málaga llevaba ya más de un año trabajando discretamente con ese objetivo en conexión directa con el IMEC, pero en la recta final tuvo que competir con otras dos candidatas y hubo algún momento en el que el heterogéneo pero bien avenido equipo malagueño -formado por representantes de la Junta, el Ayuntamiento, Málaga TechPark, la Universidad y la Fundación Innova IRV- no las tuvo todas consigo.

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Al final, Málaga ganó la partida. ¿Por qué? Quienes han estado en la negociación identifican varias claves para el éxito. Y ninguna de ellas es, por cierto, la imagen de ciudad de moda. A los belgas les han convencido otras cosas. Una, el trabajo coordinado y serio desarrollado durante dos años. Dos, las numerosas visitas mutuas, reuniones y videollamadas celebradas y el clima de confianza creado en ellas. Tres, la confianza que les da ver a tres administraciones diferentes -Gobierno, Junta y Ayuntamiento- colaborando sin fisuras. Cuatro, la convicción de que dichas instituciones van a poner alfombra roja al proyecto. Y cinco, la imagen de ecosistema pequeño, compacto y bien vertebrado que se han llevado de sus visitas a Málaga. Todo esto se suma a las condiciones objetivas que ofrece la ciudad para la instalación de cualquier gran empresa tecnológica: aeropuerto, Universidad y calidad de vida.

¿Cuál fue el germen del idilio entre este instituto belga de semiconductores y la capital de la Costa del Sol? Fue el entonces recién creado Instituto Ricardo Valle de Innovación (Innova IRV) el que le echó el ojo al IMEC hace unos dos años. Tenía sentido: desde sus inicios, esta fundación público-privada incluyó la microelectrónica entre sus áreas estratégicas. Era, quizá, el sector que sonaba más ajeno para un ecosistema como el malagueño, más enfocado al 'software'. Fue un empeño de Ezequiel Navarro, ideólogo y presidente de Innova IRV, que se puso personalmente al frente de esta vertical, consciente de la importancia crucial que van a tener los semiconductores en la economía y la geopolítica mundial.

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Navarro, Mario Nemirovsky (que acababa de ser fichado desde Silicon Valley para ser CTO de Innova IRV) y un amigo común que trabaja en el instituto belga de microelectrónica quedaron para comer un día en el restaurante Refectorium. Allí fue donde se habló por primera vez de traer el IMEC a Málaga. Era una idea, casi una ensoñación: esta organización nunca ha puesto una sala blanca fuera de Lovaina y montar una instalación de este nivel exige una inversión tan alta que sería inasumible sin ayuda pública.

Después de esa comida fueron pasando cosas que convirtieron el sueño en un proyecto real. Sucedió que el Instituto Ricardo Valle articula su brazo de microelectrónica (que, por cierto, ya tiene un proyecto aprobado con 127 millones de euros que persigue optimizar el diseño y encapsulado de los chips); que se lanzó la Ley Europea de Chips (dotada con más de 43.000 millones de euros) y que España se convirtió en punta de lanza con su PERTE Chip, con más de 12.000 millones de euros. Y los 'locos' de Innova IRV, apoyados por personas clave como Felipe Romera o Bernardo Quintero, fueron convenciendo a una administración tras otra de que el sueño de traer el IMEC a Málaga es factible. A Málaga TechPark y la UMA los tenían ganados desde el principio: la primera ha facilitado los terrenos para construir el centro de I+D y la segunda se puso manos a la obra para generar una oferta formativa (empezando por un máster) y un laboratorio de coinnovación en microelectrónica. Al Ayuntamiento -con el alcalde y la anterior concejala de Innovación, Susana Carillo, como principales valedores- y la Junta -con la consejera de Economía, Carolina España, que además es presidenta del Parque Tecnológico- no les costó sumarse al equipo. Y en el Gobierno central consiguieron el apoyo de la entonces ministra de Asuntos Económicos y Transformación Digital, Nadia Calviño. Los responsables del PERTE Chip y de la Secretaria de Estado de Telecomunicaciones e Infraestructuras Digitales también se implicaron a fondo.

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Con las instituciones y el ecosistema malagueños completamente alineados en torno al objetivo empezaron las conversaciones y el trabajo técnico entre el IMEC y la candidatura malagueña, que han discurrido con discreción y sin que la elevada tensión política existente en el país haya corrompido la 'entente' entre administraciones de diferente color. Y esta es, quizá la gran noticia en los tiempos que corren.

El terreno preparado

Otra baza importante para Málaga ha sido tener un espacio ya reservado para la instalación del IMEC: la mayor parcela de Málaga TechPark, con 46.000 metros cuadrados y 32.000 de eficabilidad, que cumple todos los requisitos que exigían los científicos belgas. Así, en el terreno se han hecho pruebas geológicas para comprobar que no haya la más mínima vibración, ya que la sala blanca que allí se construirá se vería afectada. También se ha analizado el agua para que cumpla con el nivel de pureza exigida y se ha comprobado que existe una fuente de energía.

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El edificio que se contempla en el proyecto preliminar del IMEC Fab5 es emblemático y con una altura importante. Albergará una sala limpia o blanca (donde se garantiza la máxima asepsia mediante un control extremo de la iluminación, la climatización, la higiene o la ropa que llevan los trabajadores) para el desarrollo, test y prototipado de chips. Además, tendrá que contar con infraestructuras de apoyo para la sala blanca y también con oficinas destinadas a personal de I+D y de gestión. En total, se calcula que el centro de I+D del IMEC dará trabajo a 450 trabajadores altamente cualificados.

¿Qué falta ahora? Lo primero es que se firme el convenio entre el IMEC y las administraciones, donde se definirá la inversión global del proyecto y el apoyo financiero que aporta cada una, así como los plazos para hacerlo realidad. Estas son las grandes incógnitas que quedan por resolver respecto al proyecto. Después habrá que diseñar, tramitar, construir y equipar el edificio. No sería difícil que pasaran tres años antes de ver funcionando este centro puntero de investigación aplicada en microelectrónica.

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«Ya hemos cerrado el proceso de negociación con la Junta y con el Ayuntamiento y ahora cerraremos en los próximos días las condiciones finales»

José Luis Escrivá

Ministro de Transformación Digital

«El diálogo y la colaboración entre administraciones da resultado»

Juanma Moreno

Presidente de la Junta de Andalucía

«Esto va a transformar Málaga hasta un punto que no imaginamos; más incluso que la decisión de montar el PTA en su día»

Ezequiel Navarro

Presidente de Innova IRV

«Tenemos la seguridad de que esto puede crear y favorecer un ecosistema en materia de microelectrónica»

Francisco de la Torre

Alcalde de Málaga

«Lo que más ha convencido al IMEC es la vertebración del ecosistema y la colaboración institucional»

Felipe Romera

Director general de Málaga TechPark

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