

Secciones
Servicios
Destacamos
Hoy los chavales pueden elegir entre una variada gama de juegos para empezar a programar: la princesa Frozen, los protagonistas de 'Star Wars' o robots Lego les animan a aprender código. Nada que ver con aquella pantalla verde a la que se enfrentaron durante cientos de horas Bernardo Quintero, Joaquín Cuenca, Soledad Antelada, Luis Hernández y Carmel Hassan en su infancia y adolescencia. Seis integrantes de la generación de oro de la Málaga tecnológica recuerdan en este reportaje cómo se enamoraron de los ordenadores y cómo esa pasión cambió su vida para siempre.
Todo empezó con los videojuegos. Algo tenían aquellos títulos ochenteros y noventeros, con sus píxeles y su música de 8 bits, que engancharon sin remedio a los hoy líderes de la Málaga tecnológica. El refrán «La necesidad hace la virtud' nunca fue más cierto: en sus casas no tuvieron facilidades para cultivar su afición, así que varios de ellos se empeñaron en aprender a programar a muy temprana edad con el fin de desarrollar sus propios juegos. Y lo hicieron de forma absolutamente autodidacta: copiando código de libros o revistas que no eran nada fáciles de encontrar y, sobre todo, a base de ensayo y error. Todos coinciden en que aquel aprendizaje les ayudó a entrenar las cualidades que les han llevado a triunfar en su profesión. »Sin darnos cuenta entrenamos la resiliencia, el hábito de aprender de nuestros errores y embarcarnos en intentar cosas nuevas. Creo que hoy lo llaman emprendimiento e innovación«, reflexiona Bernardo Quintero.
«Aprender informática en los 80 era muy arduo: en los colegios solían dar clases de Basic, con aquella pantalla verde que echaba para atrás. Además, no se sabía mucho sobre las salidas profesionales. Ahora es todo mucho más fácil y divertido, se aprende a través de videojuegos y se percibe mucho más interés entre los chavales, que además saben que es una profesión de futuro. En Málaga particularmente hay muchas facilidades para que los niños y niñas se adentren en el mundo de la programación gracias a la apuesta del Ayuntamiento», afirma José Carlos Clavijo, director del Centro de Ciencia Principia y de la Feria Andaluza de Tecnología FANTEC.
Después de los videojuegos, Internet fue el siguiente gran acontecimiento para aquellos 'wonder boys & girls' malagueños. Lo que habían descubierto viendo 'War Games' (que los ordenadores podían conectarse entre sí) se hizo realidad cuando consiguieron acceso a la Red y un mundo de posibilidades se abrió ante ellos. Los virus informáticos, los foros y chats, los programas 'peer to peer', la piratería, los incipientes negocios de Internet... Cada uno emprendió un camino que le acabó llevando a la profesión que hoy desempeñan con éxito.
Otra diferencia entre aquellos jóvenes locos por la informática de los años 90 y los de ahora es que entonces, la tecnología no era guay, sino cosa de frikis. El estereotipo de emprendedor triunfador de Silicon Valley no existía todavía, más allá de Bill Gates (que precisamente glamouroso nunca ha sido). No sería hasta mucho después cuando surgirían las leyendas de Steve Jobs, Zuckerberg o Elon Musk. Los ahora responsables de empresas como Virustotal, Freepik, Uptodown o BeSoccer soportaron con estoicismo -y un punto de orgullo- el estigma de empollones y/o raritos; tanto más en el caso de las chicas, que además tuvieron que buscar su sitio en un mundo tremendamente masculinizado.
Bernardo Quintero, fundador de Virustotal
-¿Cómo y cuándo se aficionó a la informática y qué edad tenía?
-A los 10 años mi padre me compró un Spectrum. En realidad yo le había pedido una videoconsola de cartuchos Philips que se conectaba a la TV y con la que había jugado en casa de unos vecinos madrileños que a pasar el verano. Cuando mi padre fue al Bazar Japonés, la tienda de Vélez-Málaga que por aquel entonces traía productos de importación, le dijeron que era mejor el Spectrum ya que podría jugar pero también hacer los deberes. Por supuesto sólo me dediqué a jugar, pero a los dos meses me picó la curiosidad por hacer mis propios videojuegos, así que empecé a programar en BASIC de forma autodidacta.
- ¿Alguna película, videojuego, libro o personaje real que le inspirara especialmente?
-Recuerdo que me inspiró la película 'Juegos de guerra', por primera vez vi como los ordenadores se podían conectar entre ellos con los módems y los conceptos de 'hacking'.
- ¿Le afectó la percepción de la informática como algo de frikis?
-A los 10 años ya supe que quería dedicarme a la informática; no me planteaba ninguna otra carrera. Tengo que decir que cumplía con ciertos estereotipos: niño muy introvertido al que no se le daban mal los estudios, pero nunca me preocupó qué imagen proyectaba o lo que pudieran pensar de mí. Simplemente me gustaba la informática y era como era. En el colegio e instituto siempre me sentí arropado y respetado por la clase, creo que el hecho de que también era bueno en los deportes ayudaba a estar integrado.
- En los años 80 y 90 había que buscarse la vida para aprender programación; no digamos en el caso de la ciberseguridad. ¿Tener que aprender de forma autodidacta marca carácter?
-Sí, sin duda. Teníamos el hándicap de que no había prácticamente formación reglada ni acceso a información. ¡No había Internet! La parte positiva es que no teníamos tantas distracciones como hoy día, pasamos muchas horas investigando frente al ordenador y la mayoría del aprendizaje era a base de ensayo y error. Al final terminamos teniendo un conocimiento bastante profundo de cómo funcionaban nuestras máquinas y en el camino adquirimos el hábito de investigar y no escatimar en echarle horas a nuestros proyectos. Sin darnos cuenta entrenamos la resiliencia, el hábito de aprender de nuestros errores y embarcarnos en intentar cosas nuevas. Creo que hoy lo llaman emprendimiento e innovación.
- Hasta hace unos años ha persistido la idea de los informáticos como mileuristas explotados, ¿cree que eso ha provocado la escasez de ingenieros actual?
-Pienso que la vocación real está por encima de los sueldos, pero es cierto que las condiciones laborales no ayudaban a hacer la profesión atractiva para aquellas personas que estuvieran barajando opciones de carrera profesional. Las ramas sanitarias siempre han tenido un mayor prestigio. Por cierto, soy de la opinión de que ha sido y es un error posicionar la Málaga tecnológica en base a costes bajos. Es pan para hoy y hambre para mañana. Aunque me consta que algunas grandes tecnológicas, especialmente consultoras, se rigen por ese criterio para elegir sus centros de desarrollo, al final es un modelo que no es sostenible y tienes las de perder en un mundo globalizado. Afortunadamente esto está cambiando, los sueldos están aumentando considerablemente y hemos podido atraer a algunas tecnológicas por la excelencia del talento y especialización sin escatimar en costes.
-La imagen de los que se dedican a la tecnología y especialmente de los emprendedores ha mejorado ostensiblemente: ahora se percibe como una profesión 'cool', de éxito, de futuro. ¿Cree que esto va a hacer que más jóvenes apuesten por la informática como profesión?
-Visibilizar historias de éxito siempre ayuda a crear referentes. Motiva especialmente cuando ves que alguien de tu entorno, que incluso empezó con menos recursos y más dificultades, ha podido conseguir ciertos objetivos. En los últimos años se está viendo un aumento en las matriculaciones de Informática, eso habla bien de cómo el ecosistema y la percepción sobre las ingenierías está evolucionando a mejor.
Joaquín Cuenca, CEO de Freepik
-¿Cómo y cuándo se aficionó a la informática?
-Empecé a los 8 años, aunque para entonces llevaba ya algún tiempo deseando tener un ordenador. A veces aparecían en la televisión y me fascinaban. Cada vez que teníamos una visita y nos traían un regalo, yo pensaba que podría ser un ordenador, pero luego era ropa o algo así y me quedaba chafado. Mis hermanos (6 y 4 años) y yo sacamos el dinero que teníamos ahorrado de lo que nos daban los abuelos y mis padres completaron las 100.000 pesetas que costaba un Amstrad CPC 664 (no era ni el 464 ni el 6128, mucho más comunes) con un monitor de fósforo verde, porque no hubo suficiente dinero para un monitor en color. Por supuesto, lo dedicamos a jugar a videojuegos. Teníamos que hacer cola los tres hermanos. El primer día me desperté a las 2 de la mañana para poder jugar yo solo al 'Manic miner'. Mi hermano de 6 años estaba ya jugando, así que tuve que esperar de todas formas. La disquetera del Amstrad se rompía con frecuencia y vivíamos en un pueblo lejos de la tienda en la que podían arreglarlo y mi padre tardaba meses en llevarlo. Durante esos meses lo único que podíamos hacer era copiar las tres páginas de código que venían al final del manual para crear un videojuego súper básico en BASIC. Ni siquiera sabía cómo cambiar una línea de código una vez la había escrito, así que en las últimas líneas del programa la tensión estaba a flor de piel, ¡cualquier fallo hacía que tuviese que apagar y volver a empezar a copiar el código! Cuando terminaba, podía jugar a ese juego hasta que tenía que apagar el ordenador (momento que estirábamos todo lo posible). Al año siguiente conseguí que me comprasen un libro de BASIC y fui haciendo algunos programas algo más complicados (de contabilidad para mi padre, pequeños videojuegos). La única ventana de información en aquella época era la revista 'Micromanía', que compraba por correspondencia y fusilaba nada más llegar. Mucho más tarde, con 14 años, mi padre me compró un libro de programación en C y consiguió un PC con pantalla monocromática que iban a desechar del trabajo (desde luego la pantalla en color me costó mucho conseguirla). Para el PC conseguí un compilador de C pirata, el Turbo C de Borland, que era un entorno de desarrollo espectacular. En aquel momento no tenía ni libros ni internet para aprender y fui avanzando a base de prueba y error y muchas, muuuuuchas horas.
- ¿Alguna película, videojuego, libro o personaje real que le inspirara especialmente?
-La única película que recuerdo es 'War games'. Para cuando la vi ya tenía claro que quería ser informático. Lo que sí que recuerdo como algo nuevo era la posibilidad de usar un módem para conectar con otros ordenadores, que era parte de la trama central. Más tarde leí mucho a Isaac Asimov.
- ¿Le afectó la percepción de la informática como algo de frikis?
-Sinceramente, no creo que existiese esa percepción. Era simplemente una de las opciones a estudiar en la universidad. Sí se empezaba a etiquetar a los que jugábamos al rol, siempre salía algún caso de un loco que había matado a alguien por un juego. También es cierto que me gustaba programar, los juegos de rol y mi mejor amigo y yo competíamos resolviendo problemas de matemáticas, así que creo que ya estaba condenado.
- En los años 80 y 90 había que buscarse la vida para aprender programación. ¿Tener que aprender de forma autodidacta marca carácter?
-Creo que lo que más curte es el trabajo real. A los 13 años empecé a trabajar con mis hermanos cortando ajos para sacar algo de dinero que iba a 50/50 a ayudar en casa y a poder comprarnos algún videojuego. El trabajo en el campo era bastante más duro que la informática, que era sentado. Si es cierto que al ser tan difícil conseguir información o aprender algo nuevo hacía que aumentase mucho las ganas de conseguirlo. Te pasabas meses fantaseando con un videojuego que quisieses crear, o lo que harías si tuvieses un compilador en C y cuando lo conseguías, las ganas eran tremendas. Cuando te dan inmediatamente algo que quieres no se deja espacio para que aumente la pasión y acabas despreciándolo.
- Hasta hace unos años ha persistido la idea de los informáticos como mileuristas explotados, ¿cree que eso ha provocado la escasez de ingenieros actual?
-Es posible, no era mi caso, pero para mucha gente la vocación viene influida por una percepción de que la profesión es respetada y admirada, como pasa con la medicina. Otra cosa que influye mucho son los casos de éxito. Una profesión puede tener una remuneración mediocre, pero si hay una pequeña élite muy exitosa también se despierta mucha vocación, como pasa en el fútbol. En España en informática no había ni una cosa ni otra y eso ha pesado en el sector.
-La imagen de los que se dedican a la tecnología y especialmente de los emprendedores ha mejorado ostensiblemente: ahora se percibe como una profesión 'cool', de éxito, de futuro. ¿Cree que esto va a hacer que más jóvenes apuesten por la informática como profesión?
-La informática tiene una componente solitaria, pero cada vez se entiende más el trabajo como de equipo y en el que colaboran perfiles mucho más multidisciplinares. Esa visión de informático solitario (con la que yo me identifico) ha pesado en que sea una profesión con poca diversidad. Por otra parte, sí que creo que algunos están más interesados en parecer guay o en ser importantes que en la informática. Es un poco como los deportistas profesionales, a todos nos gustaría ganar en los 100 metros lisos, pero casi ninguno estamos dispuestos a hacer los entrenamientos y sacrificios necesarios para hacerlo. De todos modos éste es un sector con mucha diversidad de tareas, no hace falta ser informático para entrar.
Soledad Antelada, Security Program Manager en Google
-¿Cómo y cuándo se aficionó a la informática?
-Nunca tuve afición de por sí, aunque siempre me gustó la electrónica. La gente me pedía que abriera el vídeo cuando se quedaba atascada la cinta VHS y esas cosas. Recuerdo que mis primos jugaban a la Commodore y a mí solo me dejaban mirar. Cinco duros que caían en mi mano, cinco duros que me iba a gastar a la sala de máquinas. Incluso empecé a hacer recados para la familia y amigos con tal de ganar pasta para ir a jugar. Luego tuve una GameBoy: «juego de chico», con todos estos obstáculos implícitos y subliminales yo no sé ni cómo se me ocurrió estudiar Informática. Pentium 133 MHz fue mi primer ordenador. Lo compraron mis padres cuando comencé la carrera en una tienda de la calle Carretería. Todavía lo tengo.
- ¿Alguna película, videojuego, libro o personaje real que le inspirara especialmente?
-Por alguna razón en mi casa había (y hay) un ejemplar del libro 'De Pepsi a Apple', de John Sculley. Se ve que me calaron todas las historietas del Silicon Valley. Por otro lado, los chicos de mi clase de primera fila que mejores notas sacaban iban a estudiar informática. Yo sacaba buenas notas, pero era gamberra, de las que se sentaban en la última fila.
- ¿Le afectó la percepción de la informática como algo de frikis?
-La verdad, no me di cuenta. Yo veía a la gente muy normal. Luego con el tiempo me di cuenta de que, claro, yo era muy 'nerd'.
- ¿Le condicionó la percepción de la informática como algo de chicos? ¿Se sintió alguna vez fuera de lugar alguna vez por el estereotipo masculino?
-No solo por el estereotipo. Todavía es un sistema de hombres, empezando por la Universidad. Quien diga lo contrario es que no se está enterando de nada. Por cierto, un avance informativo: Silicon Valley ha estado cambiando al respecto. Málaga aún no.
- Hasta hace unos años ha persistido la idea de los informáticos como mileuristas explotados, ¿cree que eso ha provocado la escasez de ingenieros actual?
-No sé, yo aquí [en San Francisco] siempre me he buscado muy bien la vida y como me fui en 2010, no le puedo decir pero parece que por ahí van algunos tiros, pero no todos.
-La imagen de los que se dedican a la tecnología y especialmente de los emprendedores ha mejorado ostensiblemente: ahora se percibe como una profesión 'cool', de éxito, de futuro. ¿Cree que esto va a hacer que más jóvenes apuesten por la informática como profesión?
-¿A las mujeres también se nos ve 'cool'? Primera noticia.
- ¿Cree que es importante trabajar en los referentes para atraer a más chicas hacia las profesiones STEM?\\
-¡De lo más importante! Kamikazes como yo no hay tantas. Por lo general ayuda mucho ver a alguien que se parece a ti para inspirarte a tirar por ese lado. Ahora bien, los referentes sirven como palanca, pero mi sugerencia y mi 'motto' es no imitar a nadie y ser una misma siempre.
Manu Heredia, fundador de BeSoccer
-¿Cómo y cuándo se aficionó a la informática?
-Empecé a aficionarme a los 12 años. Pedí para Reyes un ordenador y me enganché. En el colegio me sacaba bastante dinero con el tema de la piratería. También hice desde bastante jovencillo desarrollo de software de TPV para comercios.
- ¿Alguna película, videojuego, libro o personaje real que le inspirara especialmente?
-Yo crecí sobre todo con el referente de Google. Recuerdo muy claramente las primeras veces que lo utilicé, por entonces había otros buscadores como Altavista, Ozú, Yahoo… Pero Google era una cosa bestial. Además, cada año sacaba un nuevo servicio o producto: Gmail, Google Maps, Google Earth…
- ¿Le afectó la percepción de la informática como algo de frikis?
-Soy un caso un poco raro porque por un lado era muy friki de la informática, del cacharreo, el típico que tenía fama de poder arreglar cualquier ordenador. Pero a la vez hacía deporte, jugaba al fútbol sala. Yo no hice la carrera de Informática; me matriculé, pero a la semana de empezar las clases decidí dejarla y me matriculé en un grado superior de FP. Saber de informática me hacía sentir muy útil; me gustaba mucho y tengo muy buenos recuerdos de aquella época.
- En los años 80 y 90 había que buscarse la vida para aprender programación. ¿Tener que aprender de forma autodidacta marca carácter?
-Sí que me ha influido el tema de aprender por mi cuenta. Venía de haber repetido curso dos veces en el colegio y sentía que no encajaba en el mundo académico. Quizá por eso me sentía más cómodo aprendiendo por mi cuenta. Es algo que me ha servido después a lo largo de mi vida; de la misma manera me he formado en estadística, inteligencia artificial o matemáticas. Es una metodología que instauras en tu vida: aprendes a aprender a través de libros, 'papers'… a mí me permite crecer a más ritmo y motivarme e ilusionarme. Eso me ha convertido en cómo soy a día de hoy y ha influido en cómo veo mi trabajo, que es más como un 'hobby'.
- Hasta hace unos años ha persistido la idea de los informáticos como mileuristas explotados, ¿cree que eso ha provocado la escasez de ingenieros actual?
-Creo que ha influido bastante en que haya escasez de vocaciones. También influye que te enfrentas a un mundo muy competitivo y exigente y si no tienes mucha vocación, es difícil animarte.
-La imagen de los que se dedican a la tecnología y especialmente de los emprendedores ha mejorado ostensiblemente: ahora se percibe como una profesión 'cool', de éxito, de futuro. ¿Cree que esto va a hacer que más jóvenes apuesten por la informática como profesión?
-Creo que por un lado sí, porque ahora tenemos referentes y el éxito es una de las cosas más atractivas que hay. Así que creo que mucha gente va a tirar por este camino. Ahora bien, hay que tener cuidado con los valores que se transmiten y la imagen de la profesión; creo que se deberían valorar más la constancia y la actitud, antes que el éxito rápido. Este es un mundo hipercompetitivo en el que rara vez se cumplen las expectativas. Cuando hablo sobre mi experiencia, tengo cuidado en advertir que lo que me ha pasado a mí es como te toque la lotería. Hay muy pocos casos de éxito y en cualquier caso, detrás siempre tiene que haber talento, trabajo, esfuerzo.
Luis Hernández, cofundador de Uptodown
-¿Cómo se aficionó a la informática y qué edad tenía?
-Los nacidos a finales de los 70 somos la generación que hemos acompañado a la informática desde la nada hasta lo que es hoy. Hemos crecido juntos. Creo que la afición de muchos de nuestra edad viene dada más por la carencia que por el acceso a la tecnología. A finales de los 80 visitaba a un afortunado amigo que tenía un Commodore 64 para verlo jugar al 'Wonder boy'. Para colmo su hermano, que era unos años mayor, se dedicaba a programar un Monopoly en el mismo cacharro. Esos momentos de flipe, junto con las visitas a los recreativos como el clásico Missouri de El Palo, donde se estrenaban arcades como el 'Golden axe' que veías anunciado en la 'Micromanía', se te grababan a fuego con 10 ó 12 años. A partir de ahí, empiezas a buscar por tu cuenta. Un detalle que puede resultar curioso a quien ha nacido con Internet: visitábamos la biblioteca de Cánovas del Castillo buscando libros de programación de videojuegos en Basic, para transcribirlos al PC. Los recreos compartiendo discos pirateados y los quioscos eran las otras grandes fuentes de información. En la EGB me llamaban el 'Ocho Bits', más adelante el 'Informático'. Me votaron para asistir al programa de Antena Tres 'Superjuegos' (1992, presentado por Diana Lázaro y Claudio Serrano) en representación de todo el cole para jugar a la Master System.
Mi obsesión era la tecnología como la evolución natural de nuestra especie y también como herramienta para trascender a las limitaciones de nuestro cuerpo (una suerte de 'Ready Player One'). Temas poco comunes entre los 'populares' de clase... Así que mis lecturas estaban relacionadas con las herramientas de la época para el procesamiento del lenguaje natural y tecnologías como AIML en 1995 (Artificial Intelligence Markup Language). De hecho la primera aparición en prensa de una aplicación mía en un medio de la época ('Micro Dingo', a finales de los 90) fue la de un 'chatbot' con el que podías hablar, analizaba y reutilizaba tus propias respuestas, aprendía a jugar a varios juegos, etc.
Los videojuegos también fueron parte importante de sta etapa creativa. Monté 'Eresmus' usando de servidor el ordenador del salón de casa. Era un sitio para jugar al mus 'online' que que se hizo popular, con cientos de jugadores concurrentes. Mis padres no sospechaban que había varios cientos de personas echando timbas de mus en ese equipo todas las tardes. Procuraba tenerlo encendido el máximo número de horas posible hasta que puede invertir unos euros en un servicio para alojarlo.
Más tarde conocí a Pepe [Domínguez, su socio en Uptodown] en la Universidad, un tipo más pragmático e inteligente que yo. Él estaba metido en temas de protocolos, 'peer2peer', aplicaciones de mensajería distribuidas que publicaba en otras webs. Dirigimos nuestras filias tecnológicas a construir algo más grande y útil: Uptodown.
- ¿Alguna película, videojuego, libro o personaje real que le inspirara especialmente?
- Un factor clave en mi pasión por la tecnología fue la cultura de la época en cualquiera de sus formas: libros, películas o videojuegos. Como al resto de chavales que consumían ciencia ficción me marcaron los grandes ordenadores inteligentes que aparecían en el cine, especialmente Madre de la nave Nostromo en 'Alien, el octavo pasajero', HAL9000 de '2001' u otros sintéticos más refinados como los replicantes de 'Blade runner'. Cómo no, coincido con Bernardo Quintero en que Joshua, el ordenador del profesor Falken en 'Juegos de guerra'. es una influencia 'top'.
Esto sigue siendo así, el impacto de la cultura es tremendo y puede dirigir carreras y vocaciones. Un ejemplo: el rol ha sido una parte muy importante del ocio de nuestra generación. Es una afición que mantengo desde que tenía 10 años e intento inculcar a mis hijos. Pero no ha sido hasta que 'Stranger things' de Netflix lo ha usado como hilo conductor en su serie cuando se han interesado genuinamente. Ahora tengo un grupo de seis niñas de 14 años y otro de 12 años locos por aprender a dirigir sus propias aventuras de 'Dungeons and dragons'.
- ¿Le afectó la percepción de la informática como algo de frikis?
-Nuestro interés por la informática era totalmente genuino, no teníamos ni idea de lo influyente que llegaría a ser. Es probable que hoy sea más fácil decir que tu pasión es la informática, juegas al rol todas las semanas o incluso que sea motivo de orgullo ser un 'nerd'. No hay nada malo en aproximarse a la tecnología por las oportunidades que ofrece, pero creo que no es el caso de muchos de los que hemos hecho esto desde los 90.
- En los años 80 y 90 había que buscarse la vida para aprender programación. ¿Tener que aprender de forma autodidacta marca carácter?
- La mayor diferencia es que la informática ha sido un sector en el que hemos aprendido a crear nuestras propias oportunidades, no esperar que nos den nada hecho. No es ningún mérito, simplemente no existía lo que queríamos hacer. Algo que nos vuela la cabeza es que de la nada, sin pedir nada a nadie, muchos de nosotros estamos creando decenas de puestos de trabajo y un producto cuya valoración supera hoy la centena de millones de euros.
- Hasta hace unos años ha persistido la idea de los informáticos como mileuristas explotados, ¿cree que eso ha provocado la escasez de ingenieros actual?
- No tengo una opinión formada sobre esto. Si hablamos de vocación, quizá la falta de conexión de la población con la tecnología real puede ser un factor a tener en cuenta. Los jóvenes necesitan modelos que transmitan la verdadera importancia de controlar la tecnología que utilizamos para generar vocaciones más allá de la búsqueda el modelo de negocio más agresivo o encontrar el nuevo gran pelotazo.
Lo cierto es que se está promoviendo la tecnología como un producto de consumo por parte de las grandes compañías, un espíritu muy alejado de los principios con los que se fundó Internet. Las plataformas hoy utilizan a los usuarios exclusivamente como mercancía.
Me interesan ideas que no están de moda, como promover la innovación sin pedir permiso, la preservación de la cultura de los videojuegos y la historia de la informática o el acceso libre y gratuito a la tecnología sin tener que lidiar con 'gatekeepers' que deciden no sólo quién puede ganar si no quién puede siquiera jugar. Esto nos está haciendo mucho daño a todos.
-La imagen de los que se dedican a la tecnología y especialmente de los emprendedores ha mejorado ostensiblemente: ahora se percibe como una profesión 'cool', de éxito, de futuro. ¿Cree que esto va a hacer que más jóvenes apuesten por la informática como profesión?
-Mi hija de 14 años está justo en este proceso y, al margen de esta nueva imagen positiva que transmite la informática, su principal motivación es que entiende que la tecnología le va a dar mejores posibilidades para desarrollarse, trabajar en otros países o explorar temas que hoy están de moda (Inteligencia Artificial, Realidad Virtual/Aumentada, etc.). Su principal inconveniente es la incertidumbre para llegar ahí: le preocupa si la formación que necesita está conectada con la realidad de ese trabajo (carreras desfasadas) o si el camino va a ser complicado por la dificultad de una ingeniería. Debemos allanar el camino con una visión más práctica y ágil de la formación en tecnología, que esté conectada con la empresa privada y con las necesidades reales del sector.
Carmel Hassan, Product & Interaction Designer en Monoceros Labs
-¿Cómo se aficionó a la informática y qué edad tenía?
-Desde la primera vez que entró un ordenador en casa, para mi hermano mayor, yo tenía 10 años y lo usaba para jugar y para pixelar dibujos de personajes de mis series favoritas. Nunca lo vi como una profesión a la que me dedicaría, sino más bien como una herramienta para curiosear y acercarme al mundo... Cuando vi que podía estudiar más sobre eso no me lo pensé. Cuando yo era adolescente poca gente tenía ordenador en casa y menos aún conexión a Internet. En mi entorno era difícil ver el valor de aprender a programar. En el instituto sólo enseñaban ofimática, que era aburridísimo y cuando se hablaba de tecnología se tendía más a la electrónica, arquitectura, etc. Ahora eso ha cambiado y hoy hay una visión mucho más holística de todo, lo cual es maravilloso porque te ayuda a entender la utilidad de cada disciplina.
- ¿Alguna película, videojuego, libro o personaje real que le inspirara especialmente?
-El personaje de ficción que más me ha marcado ha sido sin duda Dana Scully ('Expediente X'), que era científica, no informática. Era difícil encontrar entonces personajes femeninos tan inspiradores como Cameron Howe o Donna Clark en 'Halt&Catch Fire' (2014). Las aventuras informáticas estaban reservadas para ellos, 'War games' es un ejemplo claro.
- ¿Le afectó la percepción de la informática como algo de frikis?
-Bueno, es que yo siempre me he sentido un poco friki. La informática era algo que se veía como de empollones y no me escondo, yo era un poco así. Luego cuando empecé la carrera sí me di cuenta de que había mucho estereotipo masculino, éramos pocas (un 30%) y parecía que teníamos que ser como ellos, hablar como ellos, tener sus mismos intereses para ser verdaderamente informáticas. Parecía que ellos daban los carnets en base a sus gustos, por supuesto que eso era molesto.
- ¿Le condicionó la percepción de la informática como algo 'de chicos'? ¿Se sintió alguna vez fuera de lugar alguna vez por el estereotipo masculino?
- Sí, claro que me condicionó. Me pasaba igual con el deporte, otra razón más para el insulto y llamarte marimacho. Como con otros insultos, mi forma de que no me afectase era enorgulleciéndome de ello porque no tenía por qué esconderme. Tengo nombre 'moro', me gusta el deporte, los ordenadores y muchas cosas más que están fuera de la heteronormatividad.
- Hasta hace unos años ha persistido la idea de los informáticos como mileuristas explotados, ¿cree que eso ha provocado la escasez de ingenieros actual?
-Cuando estudiábamos pensábamos que ganaríamos mucho dinero, la realidad es que lo que hemos tenido han sido más oportunidades laborales que otras profesiones, aunque se den los mismos casos de mileurismo. Es cierto que es desalentador estudiar algo tan complejo y que luego no se vea recompensado por el mercado, pero todos los trabajos son dignos y deberían estar mejor remunerados. Creo que si es vocacional te dedicas a ello en cuerpo y alma. Y si buscas ganarte la vida, no eres más ni menos que nadie. Ambas opciones son perfectamente válidas.
-La imagen de los que se dedican a la tecnología y especialmente de los emprendedores ha mejorado ostensiblemente: ahora se percibe como una profesión 'cool', de éxito, de futuro. ¿Cree que esto va a hacer que más jóvenes apuesten por la informática como profesión?
-Creo los jóvenes siguen no teniendo ni idea de lo que se van a encontrar. A mí la imagen del chico joven y emprendedor también me pone los pelos de punta porque no siempre es resultado de una cultura del esfuerzo ni del talento y de nuevo define un estereotipo. Lo ideal es que existan más series, películas, noticias, famosos, etc. que demuestren las mil y una formas de disfrutar y ejercer la profesión, eso sí que podría ayudar a que los jóvenes se vieran en alguna de ellas.
- ¿Cree que es importante trabajar en los referentes para atraer a más chicas hacia las profesiones STEM?
-Trabajar en buenos referentes es sólo una de las cosas que se pueden hacer para que las mujeres nos veamos en estas profesiones. Pero también hay que educar en la igualdad a todes para que se elimine ese sesgo de género cuanto antes. Las STEM se verán beneficiadas al igual que otras disciplinas.
Publicidad
Cristina Cándido y Leticia Aróstegui
Óscar Beltrán de Otálora y Gonzalo de las Heras (gráficos)
Gonzalo Ruiz y Gonzalo de las Heras (gráficos)
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.