Esta empresa escanea tu ojo a cambio de dinero en Málaga: el lado oscuro que preocupa a muchos

Worldcoin, el proyecto más controvertido del fundador de ChatGPT, tiene en Vialia un punto equipado con cámaras especiales para tomar imágenes del iris y ofrece recompensas en su criptomoneda

Nuria Triguero

Málaga

Martes, 16 de enero 2024, 00:28

«La economía mundial pertenece a todos». Un sencillo cartel con este reclamo, dos esferas de acero unidas a un soporte que las eleva a la altura de los ojos y un cartel avisando de que la experiencia está reservada a mayores para 18 años. ... Con esta minimalista estructura aterrizó Worldcoin, hace cosa de un mes, en el centro comercial Vialia. El proyecto más controvertido de Sam Altman, el CEO de OpenAI (la empresa creadora de ChatGPT), mantiene desde entonces en Málaga este punto Orb: así se llaman las cámaras diseñadas específicamente para escanear el iris del ojo de las personas que se registran en su plataforma World ID. Sus jovencísimos comerciales hacen una extraña y tentadora oferta a todo aquel que pasa por allí: ofrecen dinero (criptomonedas, para ser exactos) a cambio de ingresar en dicha comunidad virtual y dejarse hacer una foto del ojo. En los primeros días que estuvo abierto el 'stand', coincidiendo con la campaña navideña, se formaron colas y corrillos de curiosos delante del mismo. Ahora que ha pasado la novedad, el nivel ha bajado, pero el goteo de nuevos usuarios malagueños de Worldcoin es constante.

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¿Cuáles son los pasos para registrarse?

¿Cuáles son los pasos para registrarse en Worldcoin? Lo primero que hay que hacer es bajarse la aplicación World al móvil (es gratis y no exige introducir ningún dato personal). Después hay que localizar un punto Orb, como el que hay en Vialia (en España ya hay 25), donde al usuario se le escaneará el ojo y se le asignará, a través de la 'app', un número único e intransferible basado en el patrón del iris. Ese código es el que servirá para identificarle de forma inequívoca, tanto en dicha plataforma como en otras con las que está integrada, como Telegram, Reddit, Minecraft, Shopify y Mercado Libre.

En España ya son más de 400.000 los usuarios registrados, que en el mundo se elevan a tres millones. Worldcoin es un proyecto oficialmente lanzado en julio del año pasado, cuyos cofundadores son el mencionado Altman y Alex Blania (su CEO). Sus propósitos son, cuando menos, ambiciosos: «Creemos que Worldcoin podría aumentar drásticamente las oportunidades económicas, escalar una solución confiable para distinguir a los humanos de la IA en línea preservando al mismo la privacidad, permitir la celebración de procesos democráticos globales y, eventualmente, mostrar un camino potencial hacia la renta básica universal financiada por la IA», decían sus creadores en una carta abierta publicada en su lanzamiento.

El primer paso de este camino es resolver uno de los grandes desafíos en la era de los 'bots' y la inteligencia artificial: crear un pasaporte digital universal que permita identificar de manera inequívoca a cada ser humano, respetando a su vez su privacidad. Para ello, Worldcoin ha apostado por la biometría y, concretamente por el iris. ¿Por qué? Porque en la parte coloreada del ojo existen líneas que forman un patrón particular y complejo, que es diferente en cada persona y, por tanto, puede identificarla sin aportar ningún documento ni información personal.

Diez 'worldcoins' de bienvenida

Hasta aquí, la teoría, plagada de buenas intenciones. En la práctica, para llegar a tener éxito en su propósito, es obvio que Worldcoin necesita alcanzar lo antes posible una masa crítica de usuarios identificados. Y la estrategia que sigue para conseguirlo no está exenta de polémica. Desde su lanzamiento, la plataforma ofrece como recompensa 'tokens' o monedas Worldcoin que quedan ingresadas en el monedero virtual del usuario para que haga lo que desee con ellas: gastarlas en los sitios web que la aceptan como medio de pago o cambiarlas por dinero en efectivo. «En el momento en que completes el registro, te ingresan 10 'worldcoins'. A las 24 horas recibirás 3 más y, a partir de entonces y durante el primer año, cada dos semanas cobrarás otras 3», explica uno de los comerciales contratados por Worldcoin en Málaga. ¿A cuánto dinero de curso legal equivale esta cripto-recompensa? Actualmente, cada 'token' o unidad Worldcoin cotiza a 2,52 euros; por tanto, al cabo de un año, si se mantuviera ese valor, la recompensa alcanzaría los 221 euros. En este punto hay que tener muy en cuenta la volatilidad de las criptomonedas: su valor puede dispararse o desplomarse en cuestión de días.

Con sólo pasar un rato junto al punto Orb de Vialia se hace evidente que la mayoría de quienes se prestan a escanearse el iris no salen de allí debidamente informados sobre lo que puede implicar ceder un dato biométrico o sobre la forma en la que Worldcoin va a garantizar que esa información no acabe en malas manos. La mayoría son muy jóvenes; muchos de ellos acuden atraídos por vídeos que han visto en redes sociales. Las personas de más edad son las que más reparos manifiestan. «Dicen que dan dinero gratis, pero resulta que es en criptomonedas. Y yo de eso no me fío», comenta Carlos -40 años, desempleado residente en Málaga- tras un rato de charla con el comercial de Worldcoin.

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La agresividad de la organización para conseguir usuarios le ha llevado, en determinados países y momentos, a ofrecer también dinero en efectivo y regalos a las personas que se prestaran a escanearse el iris. Estas prácticas, junto a las dudas sobre la protección de datos tan sensibles como los biométricos, han generado suspicacias y críticas y provocado investigaciones de gobiernos como el de Kenia, Alemania, Francia o Argentina. De hecho, recientemente la plataforma ha dejado de operar en Francia, Brasil e India, aparentemente por la presión de los reguladores. Y ya un año antes de su lanzamiento, la revista 'MIT Technology Review' publicó una investigación que revelaba que el proyecto había recopilado datos sensibles de personas vulnerables en países en vías de desarrollo a cambio de dinero y regalos para ampliar su base de usuarios, sin que estas personas estuvieran debidamente informadas de lo que implicaba ceder esa información.

Los riesgos de dejarse escanear el ojo

¿Qué riesgos implica ceder a una empresa un dato biométrico como es el patrón del iris del ojo? Vicente Ortiz, abogado marbellí especializado en web3 y criptomonedas, que no es sospechoso de ser refractario a lo 'cripto', ofrece este análisis: «Me parece lógico el recelo a compartir tu iris, que es tu identidad más preciada. Hasta los gemelos tienen iris diferentes. Ceder datos biométricos sin saber exactamente qué van a hacer con ellos ni cómo los van a proteger me parece demasiado arriesgado. Yo no lo he hecho, al menos hasta ahora», apunta. Hay dos grandes dudas: qué puede llegar a hacer la organización de Sam Altman con la información recopilada (hay, por ejemplo, dudas sobre si la ha usado o la usa para entrenar modelos de inteligencia artificial) y qué pasaría si esa información acaba en manos de ciberdelincuentes. «Cuando nos roban la contraseña podemos cambiarla, pero el patrón del iris no se puede cambiar», añade Ortiz.

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Worldcoin asegura en su web que los datos están seguros porque están «encriptados tanto en tránsito como en reposo» y destaca que no pide a los usuarios ningún otro dato personal, aparte del patrón del iris. «Las personas no están obligadas a compartir su nombre, número de teléfono, dirección de correo electrónico o domicilio. Las imágenes recopiladas por Orb se utilizan para generar un código de iris único. De forma predeterminada, estas imágenes se eliminan inmediatamente una vez que se crea el código de iris, a menos que el usuario opte por la custodia de datos. Optar por la custodia de datos disminuirá la probabilidad y la frecuencia de que el usuario necesite volver a verificar su ID a medida que cambien los algoritmos del código de iris», explica la organización, que también asegura que la Fundación Worldcoin «no venden ni venderán nunca los datos personales de nadie, incluidos los datos biométricos».

Creerse o no esta declaración de intenciones es, a día de hoy, una cuestión de fe, porque la realidad es que hay poca información sobre las prácticas de Worldcoin y que varios países ya han iniciado investigaciones al respecto. La cuestión a plantearse es, quizá, si ese puñado de criptomonedas que ofrece la organización compensan los potenciales riesgos de 'vender' nuestro iris.

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Ortiz señala la ironía que supone que Sam Altman sea «uno de los principales impulsores del gran avance de la inteligencia artificial, que ha generado el problema de no poder distinguir a una máquina de un humano, y a la vez esté detrás de un proyecto que 'vende' una solución a ese problema». Pero el abogado también encuentra puntos a favor de este proyecto, como que su modelo de negocio siga la filosofía Web3, en la que los usuarios de la plataforma son copropietarios de la misma.

Worldcoin: empresa, fundación y código abierto

Worldcoin no está concebida como una empresa normal; de hecho, no es propiamente una empresa. Worldcoin es «un protocolo descentralizado de código abierto respaldado por una comunidad global de desarrolladores, economistas y tecnólogos comprometidos con ampliar la participación y el acceso a la economía digital global», según su declaración inicial. Se pretende que se convierta en una «red pública, con propiedad de todos». La plataforma está administrada por la Fundación Worldcoin, que tiene la misión de «apoyar y hacer crecer la comunidad Worldcoin hasta que se vuelva autosuficiente». Luego está está Tools for Humanity, que sí es una empresa -cofundada por Altman y Blania- y es la que lideró el desarrollo inicial de Worldcoin y la que opera la aplicación World.

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Uno de los aspectos más sorprendentes del proyecto Worldcoin es su declarada intención de contribuir a la creación de la llamada Renta Básica Universal: una cuantía que, en el futuro imaginado por Altman y compañía, recibirían todos y cada uno de los habitantes del planeta, y que sería financiada por la enorme riqueza que estará generando la inteligencia artificial para entonces.

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