Manuel Muñiz (Madrid, 1974) es uno de los principales ejecutivos que tiene Globant en España. La empresa, especializada en desarrollar soluciones tecnológicas y de software ... para sus clientes, participa en el Transfiere y él ha acudido con este motivo a Málaga. Hace un año, esta multinacional apostó por instalarse en la capital con unos 50 trabajadores. «En un año hemos logrado duplicar», precisa Muñiz, que atiende a este periódico en uno los pocos huecos que tiene en su agenda. ¿Digitalización? ¿Hacía dónde vamos como sociedad? ¿Cuáles son los riesgos y las oportunidades para Málaga en esta carrera digital? Son algunas de las cuestiones que aborda en esta entrevista.
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–La transformación digital es uno de los mantras más repetidos en estos tiempos. ¿Qué significa para usted?
–Es el proceso hasta llegar a ser digital. Quizá, lo que habría que definir es qué es ser digital. Para mí, es conseguir ser relevante en los tiempos que vivimos. Los hábitos de las personas y la manera de relacionarse con lo que les rodea ha cambiado de manera radical. En la medida que eres una empresa o un organismo público y quieres interactuar con esas personas, tienes que cambiar tu manera de operar. Entonces, ser digital es tener el tipo de relación, los canales y los procesos que te permiten dar respuesta a las necesidades de tus clientes o usuarios en el mundo de hoy.
–¿En qué punto de este proceso estamos como sociedad?
–Hay una variabilidad y dispersión muy alta. Parte de la sociedad y de las empresas están muy avanzadas y otras están, aún, bastante atrasadas. Unos que han abrazado la nueva manera de relacionarse y otros que siguen trabajando como antes. Yo creo que hay distintas velocidades. Tanto por generaciones como por sectores y servicios.
–¿El mundo analógico tiene los días contados?
–Creo que va a haber una convivencia, un híbrido entre lo físico y lo digital. Lo digital nunca va a sustituir a una parte de la interacción. Al final, somos personas y necesitamos vernos y generar lazos. Pero hay una parte de las cosas que hacemos que sí se puede trasladar al mundo digital. Es algo que hemos visto con la pandemia. Lo digital le va a comer el terreno a lo físico, pero siempre va a haber una parte física importante.
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–¿Qué papel quiere jugar Globant en este proceso hacia lo digital al que ha aludido antes?
–Nuestra principal razón de ser es acompañar a las organizaciones y a nuestros clientes en este proceso y que sigan siendo relevantes e importantes en este nuevo mundo en el que estamos. Para evitar que acaben siendo un Blockbuster o un Kodak de la vida.
–¿Se pueden mantener los valores y lo tradicional dentro de un mundo digital?
–Yo creo que los valores tienes que estar siempre ahí, independientemente del soporte. Tiene que haber valores, honradez y verdad. Y tiene que haber atención al cliente. Lo digital no viene a sustituir, viene a enriquecer y a ayudar. No se pretende que haya perdedores en este nuevo mundo.
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–Hace un año se anunció el desembarco de Globant en Málaga. ¿Qué balance hace?
–Estamos muy satisfechos. Pensamos que esto solo es el principio. Tenemos un plan de crecimiento en Málaga que hemos reforzado. Esperamos aumentar en 300 personas a los empleados que tenemos aquí en los próximos dos años. Puedo afirmar que estamos muy contentos.
–Málaga se quiere posicionar como ciudad tecnológica. ¿Cree que se están dando los pasos para materializar esta aspiración?
–Creo que sí. Málaga tiene unas condiciones excepcionales. Hay talento tecnológico, hay empresas, hay buenas infraestructuras y hay una clara apuesta de la ciudad por la economía del conocimiento y de lo digital. Málaga se está convirtiendo en uno de los destinos más deseados por los trabajadores de Globant. La ciudad tiene un futuro muy prometedor. Tiene las condiciones para ser la California de Europa. La imagen que proyecta hace que estemos solo al principio de lo que puede ser la explosión de esta ciudad.
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–¿Cuántos empleados tiene Globant ahora mismo en Málaga?
–Empezamos con 50 trabajadores y ya hemos duplicado. En dos años, esperamos ser entre 400 y 500 personas.
–Globant trabaja la inteligencia artificial. ¿En qué punto de desarrollo se encuentra?
–Al final, la inteligencia artificial es un habilitador. Nosotros la vemos como una manera de reforzar capacidades. No la vemos como una manera de sustituir a la gente. La realidad es que no hay tantos proyectos y productos de inteligencia artificial en masa. Para que un proyecto de inteligencia artificial se pueda materializar necesita estar acompañado de muchas capacidades. Uno de los problemas que ha tenido la inteligencia artificial es que esa capacidad de procesamiento de datos no está lo suficientemente conectada a la solución que se quiere dar. Y en eso estamos avanzando mucho en Globant. Tenemos unos cuantos productos y proyectos a escala.
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–¿Cuáles son para usted los principales riesgos que aguarda la digitalización?
–El principal riesgo es la brecha digital. Solamente podrán acceder a los servicios los que puedan manejarse en estos entornos. Es importante garantizar que nadie se quede atrás. Un ejemplo muy claro: todo el mundo tiene un 'smartphone', pero eso no significa que alguien sea digital.
–¿Cree que puede crear desafección entre los ciudadanos?
–Más que desafección, yo creo que va a generar angustia. Vas a tener la sensación de estar perdiendo algo, la sensación de quedarte atrás. Cada vez va a ser más difícil vivir como antes. Hay que trabajar con las generaciones más jóvenes desde la escuela. Y con las más adultas, estableciendo mecanismos de aprendizaje y reciclaje continuo.
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–¿Necesitamos una ética digital?
–Por supuesto. En Globant tenemos un manifiesto y está presente en todo. El concepto más importante es que tiene que haber un aprendizaje continuo en todo. Tenemos que mentalizarnos en que tenemos que aprender y reciclarnos durante toda la vida. Y hay que tener muy claro las premisas que se le da a la inteligencia artificial, que acabará tomando las decisiones por nosotros. Se van a generar muchos dilemas y lo importante es tener claro que la tecnología siempre tiene que estar al servicio de las personas.
–¿Cómo ve nuestro día a día dentro de diez años?
–Creo que vamos a estar llenos de implantes digitales. El móvil va a ser una parte de nosotros. La realidad aumentada la vamos a tener embebida en nuestro cuerpo. Así va a ser el mundo. Por desgracia, aunque vamos a luchar para que eso no pase, hay un riesgo de perder cierta calidez en las relaciones humanas. Tenemos que mejorar pero sin perder lo que nos hace ser humanos.
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