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Una hectárea de bosque en España puede capturar al año una media de cinco toneladas de CO2. El dato depende del tipo de bosque, las especies de árboles que lo formen y el clima donde crezcan; pero el cálculo sirve como estimación para contraponerse con las cifras de las empresas más contaminantes del país, que emiten entre uno y treinta millones de toneladas de CO2 cada año. Entre unos y otros quiere plantar su negocio la empresa emergente de base tecnológica ('startup') malagueña Coolx, especializada en el análisis forestal a partir del Big Data y la inteligencia artificial para desarrollar proyectos medioambientales.
Como otras tantas 'startups' malagueñas, Coolx ha nacido de la mano de la incubadora 'tech' Demium. A partir de aquella experiencia, Emilio Muela, Cristian Jiménez, José Antonio Sánchez y Bruno Domínguez han lanzado una aventura empresarial que está ultimando su primera ronda de financiación por encima de los 165.000 euros, con la previsión de salir al mercado con el nuevo año. Coolx parte de una doble línea de acción: por un lado, los proyectos de reforestación y conservación medioambiental y, por otro, los planes de sostenibilidad de las empresas que quieren compensar sus emisiones contaminantes con los llamados 'créditos de carbono' que pueden obtener a partir de los bosques y proyectos certificados.
«Ahora muchas empresas invierten a través de planes de sostenibilidad para compensar sus emisiones», avanza Bruno Domínguez, CEO de Coolx. «Se necesita mucha más transparencia para saber cuántas toneladas de CO2 absorben esos bosques y ahí entramos nosotros, a través de las conclusiones que se obtienen a partir de las mediciones realizadas por satélite y de nuestro 'software' de análisis forestal», acota Domínguez.
En su reflexión, el CEO de Coolx sostiene que la compensación de emisiones «no es la solución a largo plazo, como sí lo es la reducción de emisiones». Domínguez desarrolla su idea: «La compensación de emisiones es parte de las múltiples soluciones que debe haber en la lucha contra el cambio climático y siempre y cuando esta sea haga con el rigor y transparencia adecuados».
«Las empresas –continúa Domínguez– deben invertir en proyectos que vayan a tener un impacto positivo en el planeta como parte de sus planes de responsabilidad social corporativa y sostenibilidad, pero el impacto de estos proyectos (como por ejemplo los bosques) debe ser medible y demostrable».
Y esa es una de las bazas de Coolx, que también establece lazos estratégicos entre compañías que ponen en contacto a propietarios de bosques con empresas que buscan cómo compensar sus emisiones para 'venderles' bonos de carbono.
«Medimos cuánto CO2 puede absorber un bosque según múltiples parámetros. Damos servicio a partir de 10 hectáreas y ya estamos desarrollando seis proyectos repartidos entre Colombia, Perú y España que suman más de 35.000 hectáreas y unos 17 millones de toneladas de CO2 capturadas», detalla el CEO de la joven empresa malagueña, que ha presentado sus credenciales en Outstanding, el evento de 'startups' promovido por Málaga Tech con la colaboración del Aula de Cultura de SUR.
En cuanto a los primeros clientes de Coolx, Domínguez prefiere optar por la prudencia y sólo avanza que se trata tanto de instituciones encargadas de conservar zonas verdes como de empresas internacionales, propietarios privados y consultorías ambientales interesados en conocer las características de su 'patrimonio verde'.
«El mercado del carbono está todavía en una fase muy incipiente y ahora hay un 'boom' increíble. La legislación tiene que evolucionar mucho en este ámbito y el sector tiene cada vez más hacia compensaciones de emociones de mayor calidad y esas son las que están basadas en los datos», reivindica el CEO de la 'startup' nacida en Málaga.
Una empresa lanzada por «gente con muchas ganas de emprender», como la presenta Domínguez, biotecnólogo «apasionado por la salud y el medio ambiente» acompañado en esa aventura empresarial por el arquitecto José Antonio Sánchez, Emilio Muela en el flanco financiero y Cristian Jiménez en el apartado tecnológico.
«Llevamos meses –cierra Domínguez– estudiando el mercado y a los posibles competidores. Tienes que pensar en los problemas de hoy y en cómo va a evolucionar el mercado. La legislación va a venir súper fuerte en los próximos meses, nada comparable con lo que tenemos hoy, por eso creemos que ahora es el momento».
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