
Bernardo Quintero, fundador de Virustotal
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Bernardo Quintero, fundador de Virustotal
La entrevista más personal de Bernardo Quintero, el hombre que trajo Google a MálagaSe define como tímido y «torpe» en las relaciones sociales; quizá un complejo derivado de aquellos primeros años de niñez en los que temieron que ... fuera autista. Pero la realidad es que Bernardo Quintero (Vélez-Málaga, 1973) se ha convertido en el líder natural de la comunidad emprendedora local. Cuando él habla, los políticos toman nota. Prestigioso 'hacker' ético, cofundador de Hispasec y fundador de Virustotal, empresa comprada por Google en 2012 que ha mantenido su sede en Málaga, Quintero ha sido el principal artífice de la apertura del Centro de Ingeniería de Seguridad de Google, el hito que ha desatado el boom de Málaga como destino de inversiones tecnológicas.
(Esta entrevista se publicó originariamente el 1 de abril de 2023)
1 Málaga tecnológica
–Vaya con la que se ha liado en Málaga desde que Google anunció la apertura del centro… Decenas de empresas y cientos de profesionales tecnológicos han seguido su ejemplo. ¿Imaginaba que generaría tal efecto arrastre? ¿Y qué opina de este momento de efervescencia que vive la ciudad?
–Yo tengo sentimientos encontrados porque muchas veces se compara la llegada de Google y la de otras empresas y eso me repatea bastante. A mí me duele Málaga, el cómo yo he estado trabajando la llegada de Google a Málaga es muy diferente a que un directivo extranjero decida montar aquí un centro. Ese directivo está mirando por la cuenta de resultados de su empresa, porque ahora mismo Málaga es un sitio atractivo. Yo cuando decidí quedarme, lo hice perdiendo dinero. Iba a ganar tres veces más en EE UU pero quería quedarme y hacer crecer Málaga. Creo que hay que diferenciar a la gente que estaba trabajando por Málaga, mirando a largo plazo, con una estrategia de crear riqueza para los malagueños, de los que vienen de fuera a aprovecharse del tirón de Málaga. Sé que las empresas que han venido están intentando integrarse en el ecosistema, trabajar con la Universidad… y lo veo positivo, pero no sé sus planes a largo plazo. O sea, que si dentro de cuatro años hay otras ciudades que son más atractivas, no van a tener problema en trasladar sus centros. Yo sí que sé que no me voy a ir de Málaga.
–¿Málaga puede morir de éxito?
–Creo que es momento de ser exigentes. Ya tenemos mucha cantidad; hay que buscar la calidad y a los proyectos que vengan, exigirles responsabilidad social, un plan a largo plazo, que concreten qué es lo que van a sumar a la ciudad. Málaga es una ciudad mediana, no cabe todo y repito, tenemos que apostar por la calidad, no por la cantidad. Pasa lo mismo que con el turismo: que está muy bien, pero hay que buscar un balance, una sostenibilidad.
–¿Le preocupan las tensiones que se han generado en el mercado laboral tecnológico y la tan repetida escasez de talento?
–Es cierto que este auge ha tensionado el mercado laboral, pero era necesario porque veníamos de unos sueldos muy bajos. Yo creo que ahora están acercándose a lo que deben ser los sueldos de los ingenieros. Que haya competencia por los profesionales me parece estupendo.
–¿Qué habría que hacer para evitar morir de éxito?
–Yo apostaría por dar facilidad al emprendimiento local. Por supuesto, bienvenido todo el mundo que venga de fuera. Pero en cuanto a facilidades, antes lo local. Yo soy un optimista inconformista y creo que podemos ir a mejor, tanto la parte de tecnología como Málaga en general. Pero hay que abordar los desafíos que nos llegan. En el tema de las startups, hay mucha aceleradora, incubadora y todo eso, pero cuando van a buscar capital tienen que salir fuera. Se está trabajando en ello, pero falta mucho. Y luego está el tema de la vivienda: la gente se está desplazando de vivir en Málaga al extrarradio o a otros municipios de la provincia. Que si es por gusto, perfecto; yo vivo en Vélez. Pero si la gente se va por obligación, algo hacemos mal. Creo que llevamos un par de años que vivimos en los titulares y no podemos caer en el riesgo de la euforia constante. Hay mucho por hacer, muchos problemas que están surgiendo a raíz de este crecimiento y tenemos que ponernos a trabajar y ser críticos.
–¿Cómo cree que pueden afectar las turbulencias del sector tecnológico a Málaga?
–Aquí parece que seguimos en nuestra burbujita, instalados en los titulares. Ojalá no llegue, pero yo creo que vivimos en un mundo globalizado y tarde o temprano llegará. Se está empezando a notar ya en el tema de inversión en startups, que ha caído bastante. Y las grandes tecnológicas también se están resintiendo. Creo que acabará llegando a Málaga, pero no con el mismo efecto que en EE UU porque allí crecieron muchísimo a raíz de la pandemia, contrataron a muchísima gente y ahora se están adaptando a la nueva situación. Aquí no creo que estemos tan sobredimensionados.
–Usted se reconoce tímido y dice que no lleva bien las relaciones sociales, pero ha acabado asumiendo el papel de líder de la comunidad emprendedora malagueña… ¿Le ha cogido el gusto a los saraos?
–No, siguen sin gustarme. Voy a algunos foros porque pienso que quizá la opinión que dé puede ayudar a cambiar ciertas cosas. Para uno que voy, he dicho a nueve que no. Lo que sí me gusta mucho es ir a dar charlas a colegios.
–En estos años ha conocido a muchos políticos, ¿le ha cambiado la opinión sobre ellos? ¿A peor o a mejor?
–A mejor, curiosamente. Yo era muy crítico con los políticos y he visto que están por la labor, que realmente quieren mejorar las cosas y hacer cosas, a veces no con el criterio que yo comparto, pero por lo menos veo voluntad.
–Vamos, que de ser un 'outsider' que criticaba el Málaga Valley ha pasado a estar integrado en las instituciones.
–Es que en el momento en que yo he criticado algo y ellos han cogido el guante y han dicho de rectificar, yo me siento en la obligación de ir de la mano con ellos por ese camino. No puedo estar todo el día desde la barrera, criticando.
2 Seduciendo a Google
-Explíqueme lo de su afición por apostarse botellas de whisky.
-Eso se ha convertido en una especie de talismán. Cuando hay algo muy complicado de conseguir, aquí la gente se apuesta una botella de whisky conmigo. La última que me jugué fue por lo del centro de ciberseguridad, con Dani Vaca [miembro de Virustotal]. Cuando le dije: «Vamos a conseguir traernos el centro de ciberseguridad y lo vamos a montar en el paseo de la Farola, en el edificio ese que nos ha gustado», me decía: «Imposible». Y le dije: «¿Vamos a por la botella?» La gente que quiere que un objetivo se cumpla se apuesta la botella conmigo porque sabe que nunca pierdo.
-¿No ha perdido la apuesta nunca?
-Nunca. Me he jugado cinco o seis y nunca he perdido.
-¿Cuál fue la primera?
-La primera fue la de la venta a Google. Fue con Julio Canto, él me ha tenido que dar ya dos o tres. Le dije que íbamos a vender Virustotal a Google y no me creyó.
-¿Entonces lo de venderle la empresa a Google fue un objetivo buscado?
-Todo lo de la venta a Google fue por un problema que tuvimos entre los socios de Hispasec. Cuando montamos la empresa éramos totalmente novatos en emprendimiento y no teníamos pacto de socios ni nada. No sabíamos qué sueldo ponernos y como los ingresos eran irregulares, dijimos que de cada proyecto, el 30% del beneficio iría a la persona técnica que hubiera ejecutado el proyecto y el 10%, al comercial que hubiera vendido ese proyecto. Así estuvimos trabajando hasta el año 2009. Yo era el socio que más cobraba porque los mayores clientes querían que yo les hiciera la auditoría y el 'hacking' ético. Y un día me plantearon que había que modificar el pacto que tenemos para la compensación: que yo me bajara el sueldo y ellos se lo subieran y así nos igualábamos. No estaba de acuerdo, claro. Tuvimos una reunión, desde por la mañana hasta por la noche, en la que estuve a punto de salirme de Hispasec. Al final llegamos a un acuerdo: yo aceptaba bajarme el sueldo a cambio de quedarme con Virustotal, que entonces era un proyectito que facturaba muy poco y no tenía modelo de negocio; de hecho, tenía pérdidas. Al día siguiente llegué a la oficina, me reuní con los cuatro o cinco de Virustotal y les dije: «Vamos a buscar un modelo de negocio, vamos a impulsar esto y se lo vamos a vender a Google». Entonces, lo típico: unas risas... Pero lo bueno que tiene mi equipo es que se ríen, pero se ponen conmigo a hacerlo. Y nos pusimos a ello.
-Y ahí empezó la labor de seducir a Google...
-Sí, sí. Cambiamos incluso la estética de Virustotal, que se parecía mucho a la de Google: pantalla blanca, logotipo en medio. Toda la política de privacidad y los términos de servicio eran copiados de Google, que después durante la 'due diligence' para comprar la empresa, cuando los vieron, dijeron que estaban perfectamente redactados. Y les dije: hombre, claro, si es copia de la vuestra... Y empecé a investigar: ¿quién puede haber dentro de Google interesado en temas de 'malware' y virus? Fue un trabajo bien hecho... No vino Google a señalarnos, elegimos nosotros a Google. La gente me pregunta por qué no busqué a Microsoft, que era 'partner' de Virustotal, pero ser juez y parte no me cuadraba, podía haber problemas con el resto de 'partners'. Google no estaba metido en el negocio de la ciberseguridad, no tenía antivirus. Y además, la fantasía de cualquier ingeniero era trabajar en Google.
-¿La realidad ha estado a la altura del sueño?.
-Sí, sí, yo estoy muy agradecido a Google. También por el hecho de dejarnos aquí en Málaga. Ha apostado por nosotros, que no era fácil.
-¿No le pica el gusanillo de emprender de nuevo?.
-Mucho. Ahí me has dado en la llaga. Sí, porque al final, dentro de una corporación puedes emprender, pero tienes tus limitaciones. Yo estoy acostumbrado a emprender al estilo 'malaguita', con poca gasolina y haciéndolo todo por mi cuenta. Soy muy individualista a la hora de emprender, sé lo que quiero y cómo quiero hacerlo. Entonces sí, le tengo muchas ganas a emprender.
3 El Centro de Ingeniería en Ciberseguridad
–¿Ilusionado con la próxima apertura del Centro de Ingeniería de Ciberseguridad de Google en Málaga?
–Sí, ya le tenemos ganas. Ya se terminó lo que es la obra mayor y ahora están con la parte de interiorismo, que va a tardar yo creo cinco o seis meses tranquilamente. No tenemos fecha, pero yo calculo que será para después del verano.
-¿Cómo se fraguó la decisión de instalarlo en Málaga?
-Justo tras la venta de Virustotal, en 2012, me llamó Felipe Romera [el director del PTA] a su despacho para felicitarme y me dijo: «Ahora lo siguiente que tienes que hacer es traerte a Google aquí». Le dije: «Ya lo sé, Felipe, pero voy a tardar un tiempo». Éramos una semillita y teníamos que hacerla crecer. Hemos tardado diez años, ha sido algo muy cocinado a fuego lento. Nosotros entramos en Google como el Equipo Virustotal y al año y medio ya éramos el Equipo Málaga, porque estábamos todo el día dando la matraca. Pero aparte de la anécdota, de ponerle a las salas nombres 'malaguitas' y de meter fotos de Málaga en cualquier presentación corporativa, la razón han sido los números, el rendimiento del equipo. Si no hubiéramos demostrado que desde Málaga se puede crear producto y se puede tener un rendimiento en ingeniería tres veces superior al del resto del mundo, no estaríamos hablando ahora de esto. A veces nos quedamos con lo anecdótico: la calidad de vida, la playa... Pero al directivo de EE UU le da igual la calidad de vida de Málaga, le importan los números.
-Y hay un momento en el que todo eso fructifica...
Sí, la gente lo llama suerte, yo lo llamo serendipia. Te encuentras con muchos accidentes a lo largo de tu vida y tienes que saber aprovecharlos. El primer accidente fue entrar en Google X en 2015. Por entonces éramos todavía un equipo muy pequeñito, de 14 personas. Se estaba forjando una nueva empresa de ciberseguridad en Google: Chronicle, y tenía sentido que cuando saliera al mercado tuviera una sucursal para toda Europa y Asia. Entonces le dije al CEO de Chronicle, Stephen Gillet, que la central de Chronicle en EMEA tenía que ser Málaga. Ahí fue cuando empieza el crecimiento del equipo. Y después dio la casualidad de que en 2019 Google Cloud se quiere meter en temas de ciber y adquiere Chronicle. Ahí hubo una pequeña discusión porque no entendían que hacíamos nosotros en Málaga, pero durante el primer año demostramos que nuestros números eran muy superiores. Ahí fue cuando influimos para que el centro se instalara aquí.
4 Los orígenes
– ¿De dónde le viene el espíritu emprendedor?
–De lo que viví en mi casa. Mi padre fue siempre un buscavidas. Venía de una familia pobre; de hecho, él de pequeñito se fue a vivir con su tía, que era sirvienta en una casa en Vélez-Málaga, porque su madre no podía mantenerlo. No pudo estudiar y trabajó de todo: de camarero, de electricista, de fotógrafo... Un día decide aprender a escribir a máquina y monta su academia de mecanografía, con tres máquinas en el salón de casa. Después consigue una plaza de funcionario en el ambulatorio. Él siempre me machacaba: «Bernardo, tu futuro está en la Administración Pública». Pero en paralelo él estaba con su academia por las tardes e iba estudiando nuevas cosas para incorporarlas: estenotipia, taquigrafía, cálculo mercantil... Para mí trabajar un montón de horas al día, estudiar, investigar y aplicarlo después en el negocio es lo normal. Hay una anécdota muy bonita. Mi padre falleció hace cinco años. Él vivió todo lo de la venta a Google. Y un día viene a mi casa y me dice que quiere hablar conmigo. «Que vengo a pedirte perdón». Traía un periódico que había publicado un artículo sobre mí. «Mira todo lo que has conseguido... y yo toda la vida diciéndote que seas funcionario». Yo le dije: «Papá, tú me has dicho siempre eso pero me has demostrado lo contrario. Lo que soy es por ti». Me alegro mucho de haber tenido esa conversación con él.
–¿Y sus hijas, han heredado el espíritu emprendedor y la pasión por la tecnología?
–Ellas han aprendido programación, se manejan muy bien con la tecnología... La pequeña parece que quiere seguir mis pasos pero la mayor, con 14 años vino un día y me dijo: «Papá, te tengo que decir una cosa. Quiero estudiar Bellas Artes».
–Vamos, un «Papá, quiero ser artista» de libro...
–Se pensaría: verás mi padre la que me va a liar. Y le dije: no se hable más, si es lo que te gusta, pues artista. Al final yo tengo claro que lo mas importante es la vocación. Como las profesiones de futuro no se sabe cuáles van a ser, lo más importante es tener vocación, habilidades en algo que te guste. Eso es lo que te va a llevar a echarle muchas horas y a ser muy bueno.
-Cuando era niño, llegaron a sospechar que tuviera autismo. ¿Usted se recuerda a sí mismo con aquella edad?
-Yo tengo un flash en mi memoria de una vez, estando en parvulitos, que me puse en la puerta de la clase, la bloqueé y no dejaba entrar ni salir a nadie. Menos mal que estábamos en planta baja y la señorita se puso a sacar a mis compañeros por la ventana... hasta que llegó mi padre y me tranquilizó.
-¿Se acuerda de por qué hizo eso?
-No, es sólo una escena que yo tengo en mi memoria. Yo empecé a hablar muy tarde. Mi padre siempre contaba -y yo no me lo termino de creer- que la primera vez que hablé dije una frase completa. Por lo visto estaban todos muy estresados en mi casa buscando la escritura del piso porque iban a venderlo. Y yo dije de repente: «La escritura está en lo alto del armario». Yo eso no lo recuerdo; me parece más leyenda que otra cosa… Pero sí es verdad que hablé muy tarde.
-¿Cómo pasó ese niño que no hablaba a ser el primero de la clase?
-A mí me salvó una maestra que tuve en primero de EGB. Yo de parvulitos salí prácticamente a cero: ni escribir las vocales ni mi nombre ni nada. En primero de EGB tuve la suerte de que me tocó una maestra nueva, que la apodaban 'la hippie'. Un día fue mi padre al colegio y al pasar por fuera de la clase, por los ventanales, vio que la maestra me tenía en sus rodillas sentado y pensó: «Ya la ha vuelto a liar el niño». Cuando entró en clase se dio cuenta de que yo estaba resolviendo un cubo de Rubik. Por lo visto la maestra descubrió que había ciertas cosas que se me daban bien. Ella me dio mucho cariño, buscó otros métodos para motivarme y a partir de ahí no tuve ningún tipo de problema en el cole. También recuerdo con la misma maestra, que estábamos corrigiendo un examen y había una pregunta que decía: «¿Qué es más fácil, la comunicación verbal o la escrita?» Todo el mundo dijo al unísono: «La verbal». Y yo había puesto la escrita, pero ella me había dado por buena la respuesta. Me quedé mirándola extrañado, ella me guiñó un ojo y cuando termina la clase me dice: «Bernardo, yo sé que para ti es más fácil la comunicación escrita que la verbal y por eso te la he dado como buena. Pero en lo sucesivo, no pienses lo que es más fácil para ti; piensa lo que creen tus compañeros o lo que yo espero que tú pongas». A partir de ahí me cambió el chip. Me di cuenta de que tenía que tener una capa de emulación. Y muchas veces ahora sigo teniendo una capa de emulación cuando interactúo con la gente. Al final he ido adaptándome y soy medio normal.
-¿Ahora se sigue sintiendo diferente?
-Sigo pensando que soy muy malo en las relaciones sociales. Ahí tengo un hándicap. Siempre ha sido muy tímido, muy introvertido. Hace poco tuvimos una reunión la gente del cole y varias chicas me dijeron: «Bernardo, ¿tú te acuerdas que en el colegio nunca hablabas con nosotras?» Yo no me acordaba, pero por lo visto, yo con las chicas no hablaba nada.
-¿No sufrió 'bullying', siendo tan tímido y buen estudiante?
-No. Yo lo que recuerdo es una infancia feliz: lo pasaba súper bien, me sentía muy bien acogido en la clase. También es que era un poco punta de lanza en mi clase, que era la C, donde estaban todos los repetidores, los peores estudiantes… Entonces yo para mis compañeros era motivo de orgullo porque podía competir con el A o el B en temas académicos. Así que de 'bullying', cero. De hecho, yo creo que aprendí mucho en ese ambiente. Estoy muy feliz de haber estado en la clase C porque aquello era la calle, la vida real, la picaresca. En mi barrio igual; yo de pequeñito siempre estaba en la calle, y era un barrio difícil. Eso te marca, no estás en una burbujita donde todo va estupendo. Yo estoy super orgulloso de mis orígenes.
5 Efectos personales
–¿Nunca se ha visto tentado a irse a Mountain View?
–Si me llega a pillar con 20 años, sí… Es una oportunidad única. A mí me pilla un poco mayorcete. en 2012 mis hijas eran pequeñas, era una edad buena para irnos porque el idioma lo podían coger fácil. Lo que inclinaba la balanza eran mis padres y mi suegra, que ya eran mayores. No me apetecía perderme los últimos años de mis padres. Además, yo siempre he estado convencido de que se puede hacer carrera desde Málaga.
–¿Si llega a vender Virustotal con veintipocos años en vez de con 40, ¿se le habría ido la cabeza?
–No creo. Soy muy pegado a la tierra y muy crítico conmigo mismo. No me creo que sea yo el que lo hace todo. Pero bueno, la edad te da también cierto bagaje a la hora de procesar este tipo de cosas.
–¿Cómo celebró la venta de Virustotal?
–Volví de Madrid de madrugada, agotado porque me pasé más de 48 horas sin dormir con los últimos problemas que surgieron antes de la firma. Me senté en la cocina con mi mujer, que me había esperado despierta. Me puse un vaso de leche y me dijo: «Bueno, pues ya está, ¿no?». Yo le pregunté: «¿Tú qué quieres?» Y me dijo: «Yo, nada. Vámonos a dormir». Al día siguiente nos levantamos y era un día más. Después tenía cierta presión social porque había vendido mi empresa a Google y seguía viviendo como siempre: en mi adosado en Vélez, con mi coche antiguo. Ya a los dos o tres años sí salió una oportunidad de una casa más grande con jardín, cerca de donde yo vivía y también cerca de mis padres, y la compré. Pero el coche sigue siendo el mismo.
–¿Qué coche tiene y por qué le tiene tanto cariño?
–A mis hijas les da vergüenza montarse, es un Skoda Octavia diésel de 15 años. Es muy feo, tiene un color verde tirando a marrón… Nunca me he comprado los coches por bonitos. Bueno, la verdad es que hace poco sí me he comprado uno por capricho, aunque tampoco es nuevo. Me he comprado un DeLorean [el coche de 'Regreso al futuro']. Lo encontré en Bélgica, lleva muchos años sin funcionar y me lo están arreglando.
-Sus hijas han ido a colegio e instituto público. ¿Qué razones les hicieron apostar por esta opción?
-Fue una decisión meditada por su madre y por mí, porque nosotros nos hemos criado en ese entorno y creo que se adquieren valores interesantes al no vivir en una burbuja de élite y que es importante relacionarse con gente de todos los niveles, de todas las circunstancias posibles en la vida. Eso también forja el carácter. La parte de idiomas sí creo que es importante y ahí la escuela pública cojea; eso lo compensamos con clases privadas.
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