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No es el único castillo olvidado de la provincia de Málaga. Como éste son unos cuantos más los que se deterioran a medida de que pasa el tiempo. Pero ni siquiera ese abandono pueden quitarle al de Zalia su historia. Ni tampoco las muchas leyendas que ha inspirado, muchas de ellas seguramente inspiradas en esa situación sobre un cerro algo escarpado que le permite contemplar buena parte del territorio axárquico.
Lo que queda de esta antigua fortaleza se encuentra en el término municipal de Alcaucín, frente al casco urbano que se asienta en la ladera oeste de sierra Tejeda. Lo que hoy queda de él se levantó posiblemente sobre cimientos fenicios. Hoy se conoce como el castillo de Zalia (o Salia). En algunos escritos se preguntan si este recinto perteneció a la antigua Odyscia, uno de los enclaves donde transcurren las aventuras ficticias de Ulises, uno de los personajes mitológicos más importantes de la Grecia Clásica.
Entre las distintas leyendas que hay sobre este castillo una de las más conocidas es la que alude a la ira de un obispo de Málaga, llamado Salia Patricio, quien se dice que viajó hasta allí para convertir a sus gentes al cristianismo tras la conquista por los Reyes Católicos. Al no lograrlo, castigó, según la tradición oral, con poder divino a sus habitantes. Consiguió que se abriera el suelo y salieran serpientes que hicieron huir a todos los que vivían allí provocando su despoblamiento.
Otro mito popular también dice que el castillo debe su nombre a la reina Zalia, conocida por su belleza, quien bajaba diariamente a un río cercano para bañarse en las noches de luna llena. En una de esa ocasiones se acercó hasta allí un joven nazarí para observarla. Fue sorprendido por un guardia y conducido hasta prisión hasta el final de sus días por tal atrevimiento.
También se dice que cerca del castillo había una laguna, donde cayó un burro cargado de monedas de oro. Éste desapareció con toda su mercancía sin que nadie pudiera rescatarlo ni a él ni a su cargamento. De este modo, se deja entender que bajo la fortaleza hay un valioso tesoro escondido.
Lo que sí es real es que es que fue construido en época andalusí con su doble anillo de murallas, que apenas se puede adivinar hoy por el deterioro de sus murallas. Aún así, desde lejos o incluso dentro de él se adivinan o intuyen buena parte de esas estructuras. Hay que tener en cuenta que la fortaleza tenía una importante ubicación estratégica, ya que se encontraba en el antiguo camino nazarí, que unía a la Axarquía con Granada
El castillo de Zalia, que dependió de Vélez hasta 1410, logró tener una mayor importancia. Fue a raíz de la caída de Antequera, lo que supuso una reorganización importante de esta zona oriental de la actual provincia de Málaga. Así, Zalia pasó a ser el referente de un distrito que conformaban poblaciones como Canillas de Aceituno, Árchez o Corumbela. Así funcionó hasta que la fortaleza fue tomada por los Reyes Católicos en 1485.
De fortaleza pasó a ser una cárcel. Esto ocurrió tras la rebelión morisca de 1569. En concreto, fue una de las prisiones donde se encarcelaron a los que participaron en aquellos levantamientos contra los cristianos. Estuvo bajo el mandato de Antonio de Luna, enviado del Duque de Sessa en esta zona.
Actualmente, apenas quedan en pie dos torres y algunos restos de murallas, de los distintos cinturones que tenía, aunque es posible observar las grandes dimensiones que llegó a tener esta fortaleza, que está situada frente al casco urbano de Alcaucín.
Más allá de su historia y de sus leyendas, merece la pena visitar esta fortaleza también por las excelentes vistas que tiene de buena parte de la Axarquía. Por una parte, se atisba el azul del Mediterráneo que baña la costa axárquica. Y, por otro, los elementos más destacados de la comarca, como son el pantano de La Viñuela o el pico de La Maroma, la cúspide de Sierra Tejeda. También se ven varias poblaciones, como Los Romanes, Periana o Comares, entre otras.
Este castillo tiene un buen acceso gracias al complejo turístico situado junto a él, que precisamente tiene el mismo nombre. Desde allí, hay algún camino que se intuye y que permite ver de cerca lo que queda de sus estructuras, olvidadas desde hace siglos a pesar de estar catalogado como Bien de Interés Cultural.
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Melchor Sáiz-Pardo y Álex Sánchez
Carlos G. Fernández y Lidia Carvajal
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