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Pasando revista en la plaza de la Marina Archivo CTI-UMA
La última visita de Franco a Málaga
A la sombra de la historia

La última visita de Franco a Málaga

Miércoles, 21 de agosto 2024, 00:17

El jueves 27 de abril de 1961, Francisco Franco entraba en Málaga por la carretera de Cádiz en torno a las ocho de la tarde, con apenas media hora de retraso sobre el horario previsto. Franco llegaba entre dos luces, pero Málaga era un ascua de luz, como si fuese de día. Tras pasar bajo el arco triunfal que se había levantado junto a la explanada de la estación (también se hicieron otros dos: a la entrada de la calle Larios y en Martiricos), la comitiva se dirigió a la Victoria donde le esperaba el obispo Herrera Oria, revestido de pontifical. El jefe del estado holló una alfombra de flores con los colores de la bandera española y entró en el templo bajo palio, mientras las campanas repicaban y sonaban los acordes del himno nacional.

A continuación se dirigió en coche descubierto, acompañado del alcalde García Grana, al Ayuntamiento. La multitud enronquecía de entusiasmo. Málaga esperaba a Franco para brindarle el recibimiento más triunfal de la historia que se recordaba. Málaga gozaba con la presencia del Caudillo. (Nota: En este artículo nos limitamos a copiar las palabras con las que se describe la visita de Franco a Málaga en la prensa de la época -Diario Sur, días 28 y 29 de abril de 1961-. No crea el lector que se deben a la florida pluma de este aficionado a la historia). «No caben adjetivos para describir, no hay palabras con que narrar el entusiasmo de los malagueños», escribía el emocionado periodista.

En la Casa Consistorial se celebró una recepción oficial. Era tal el gentío que inundaba el paseo del Parque que Franco se tuvo que asomar al balcón, pero solo pudo decir unas pocas palabras porque la emoción le embargaba: «Me emociona esta unidad política de los hijos de Málaga». Tras una cena de gala en el edificio de la Estación Marítima, Franco se retiró a descansar a la residencia de los condes de Mieres, en el castillo de Santa Catalina.

Al día siguiente, viernes 28 de abril, a las diez de la mañana empezó su apretada agenda visitando el Museo de Bellas Artes. Después se dirigió hacia el Ejido en su Rolls Royce para bendecir e inaugurar las instalaciones de la Escuela de Peritos Industriales y la Escuela de Magisterio. Desde mucho antes de su llegada, los alumnos con sus profesores esperaban en la entrada impacientes. A las once de la mañana el Caudillo ya estaba en Martiricos, donde visitó la Escuela de Comercio y recorrió las nuevas instalaciones del segundo instituto de la capital.

Por la calle Mármoles y el Camino de Antequera, Franco llegó a la barriada del Generalísimo (hoy Carranque) para inaugurar unas instalaciones deportivas. Allí presenció varias competiciones, pero el momento más emocionante fue cuando los atletas formaron sobre el césped del campo de fútbol la palabra FRANCO.

Concentración de malagueños en la plaza de la Marina. Archivo CTI-UMA

Tras detenerse brevemente en la iglesia parroquial de San José Obrero, el Caudillo acudió a inaugurar una Central Térmica que había construido el Instituto Nacional de Industria. Eran las doce y cuarto del mediodía, la quinta parada y la cuarta inauguración de su maratoniana agenda. Sin embargo, aún le quedaba el plato fuerte del día. En la plaza Queipo de Llano (hoy de la Marina) tras pasar revista a las tropas, entró en la sede principal de la Caja de Ahorros de Ronda y se asomó al balcón para dirigirse a una multitud de malagueños que esperaban impacientes las palabras de su Caudillo.

En el interior del edificio se le mostró una exposición sobre el llamado Plan Málaga. Una inversión de 4.383 millones de pesetas destinados a nuestra provincia, con un plazo de ejecución previsto de seis años. Entre las obras que se pensaban acometer destacamos la carretera San Pedro-Ronda, la repoblación de la cuenca del Guadalmedina o la construcción de una industria textil junto al Guadalhorce (luego Intelhorce). Aunque la partida más importante -2.225 millones- iba destinada a los regadíos que se iban a plantar en el valle del Guadalhorce.

Los extranjeros presencian el paso de la comitiva

Nada más entrar el Generalísimo en la provincia de Málaga fue recibido por el gobernador civil (y jefe provincial del Movimiento), Antonio García Rodríguez-Acosta, y el presidente de la Diputación José Marqués Íñiguez. La comitiva venía desde Cádiz y fue atravesando los pueblos de la Costa del Sol: Estepona, San Pedro de Alcántara, Marbella, Fuengirola, los Boliches y Torremolinos. Muchos curiosos bajaron desde Benahavís, Ojén o Mijas porque no querían perderse al Caudillo. Tanta gente se agolpó en la carretera con sus banderines y pancartas que la caravana oficial estuvo a punto de detenerse en varias ocasiones. Miles de extranjeros tuvieron la oportunidad de comprobar el sentimiento unánime de adhesión de los españoles a Franco. (Otra nota: Insistimos que seguimos copiando la información tal cual del patriótico periodista). Franco estuvo en Málaga en 1939, 1943 y 1956, cuando inauguró la remodelada hostería de Gibralfaro, Carlos Haya (hoy Hospital Regional) y la Casa de la Cultura (hoy demolida). En 1963 también recorrió Álora, Archidona y Antequera para comprobar los efectos de unos vientos huracanados que asolaron estas comarcas.

Por ello, por la tarde, desde el lugar conocido como el Hacho, en la finca Gibralmora, el Caudillo contempló el valle y mediante señales de humo le fueron señalando la ubicación de los futuros canales de riego. Todavía tuvo tiempo de visitar la cueva de Nerja, que llevaba solo diez meses abierta al público, antes de dar por finalizado su triunfal viaje a Andalucía.

Al día siguiente la prensa calculaba en unas doscientas cincuenta mil las personas que aclamaron a Franco y tituló: «Málaga recibió al Caudillo con desbordante entusiasmo». El lector interesado puede saciar su curiosidad visionando un vídeo de Youtube, con imágenes de la época. Solo tiene que teclear las palabras mágicas «Visita del dictador a Málaga 1961» y ya está.

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