víctor heredia
MÁLAGA
Jueves, 19 de agosto 2021, 00:17
Ni el terral viene de África ni el Monte Coronado fue un volcán ni la burguesía malagueña construyó sus villas de espaldas al mar. Hay ... numerosos dichos o frases que se repiten con frecuencia sin analizar realmente lo que quieren decir, y que de esa forma van perpetuando ciertas ideas que se extienden como tópicos o lugares comunes. En Málaga tenemos unas cuantas afirmaciones más o menos repetidas pero que no responden a la realidad. Repasemos algunas de ellas.
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Hasta no hace mucho se contaba en la ciudad, especialmente a la población infantil, que el orgulloso Monte Coronado era en realidad un antiguo volcán inactivo. Su imponente silueta en las inmediaciones del casco urbano, con una parte posterior ahuecada por su tradicional utilización como cantera, ha dado pie a este relato que incluso ha pasado a extenderse a Internet, donde lo encontramos en una lista que incluye seis volcanes españoles. Pero nunca lo fue. Es un cerro de algo más de 200 metros de altura de formación sedimentaria y coronado por una meseta de rocas calizas que le dan su característica forma, que se repite en otros cerros próximos. Desde su parte superior, que cuenta con una cruz de hierro colocada por vecinos de los barrios cercanos, se goza de una amplia panorámica de la ciudad y su entorno. En sus alrededores hay restos arqueológicos de época prehistórica y medieval, pero no hay rastro de ese origen volcánico que nunca tuvo.
En el vocabulario malagueño hay una palabra con un enorme valor identificativo: merdellón. La etimología popular atribuye su origen a la forma verbal con la que los invasores franceses despreciaban a la población local durante la ocupación napoleónica de 1810-1812. Sería, de acuerdo con esta tesis, el resultado de castellanizar la expresión 'merde de gens' (mierda de gente). El añorado Antonio Garrido se encargó hace años de corregir este error sostenido durante décadas. En primer lugar, en francés la forma correcta sería 'gens de merde'. A continuación el profesor Garrido repasa la aparición de la palabra en diccionarios históricos y ya registra su uso sin atribución regional el Diccionario de Autoridades de la Real Academia Española en 1734, que define merdellón o merdellona como voz familiar y baja para reprender al criado o a la criada que sirve con desaseo. También se usaba para designar a personas puercas y sucias. Ediciones más recientes atribuyen su etimología en el italiano arcaico 'merdellone'. Aun así, nadie puede negar que es el término preferido en Málaga para referirse a personas ordinarias, groseras y de mal gusto.
Otra creencia popular afirma que el temido terral es un viento procedente de África, cuya extrema sequedad y calidez se justifica por su origen en el desierto del Sáhara. Hoy en día los meteorólogos nos explican repetidamente que, como su propio nombre indica, es un viento de tierra (así aparece definido ya en diccionarios del siglo XVII), de componente norte-noroeste, que penetra hacia la costa malagueña a través del Valle del Guadalhorce imponiendo ocasionalmente en verano un ambiente seco y muy caluroso. Su origen es atlántico, pero al entrar en la Península y descender por las laderas en dirección al Mediterráneo se comprime y aumenta su temperatura. Eso sí, como manda la tradición, el terral suele durar dos o tres días.
Si pasamos a los tópicos históricos, es muy común escuchar que la burguesía malagueña ha vivido de espaldas al mar, sin querer saber nada del potencial marítimo de la ciudad, y que ese desprecio quedó evidenciado en las numerosas villas que se construyeron a finales del siglo XIX y principios del XX a lo largo de La Caleta, cuyas fachadas principales daban al Paseo de Sancha y no al vecino mar que quedaba justo detrás (se entiende que esta afirmación solo es válida para la acera de los pares, ya que la de enfrente sí mira al sur). Esta falsa idea circula sin tener en cuenta que la mayor parte de la actividad económica malagueña del siglo XIX está vinculada a los negocios de exportación e importación por el puerto, o a la consignación de buques de todas las nacionalidades. La elección de la Alameda como espacio residencial por la gran burguesía decimonónica nos habla de su apuesta por vivir en el entorno del puerto, mientras que las lujosas villas que se levantaron a lo largo de La Caleta presentan sus fachadas de acceso, obviamente, a la calle por donde se podía entrar. A la espalda, por donde pasaba la vía del tren, contaban –y cuentan muchas todavía– con jardines y enormes miradores para disfrutar de las vistas y del aire fresco del mar, que eran atractivos muy valorados por sus propietarios.
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Otra presunta historia local con aires de leyenda refiere que las obras de la Catedral quedaron interrumpidas para desviar el dinero que hasta entonces se destinaba a ese objetivo a la ayuda a los insurgentes norteamericanos en su guerra contra Gran Bretaña. El hecho de que no se terminara la segunda torre del primer templo de la diócesis –además de otros múltiples detalles– se explica según esta versión porque los fondos dedicados a su construcción, que consistían en un arbitrio sobre los frutos exportados por el puerto, fueron entregados a los rebeldes estadounidenses por orden real. No fue así, aunque sí es cierto que la Corona española pidió en 1779 grandes sumas de dinero en préstamo a los cabildos catedralicios (entre ellos el de Málaga, que aportó 200.000 reales) para financiar la guerra contra los británicos, como ha demostrado Francisco Cabrera. Pero la verdadera causa de la paralización de los trabajos de la Catedral estuvo en que el monarca Carlos III dispuso en 1782 que los mencionados arbitrios fueran dedicados a la construcción de los caminos entre Málaga y Vélez-Málaga y Antequera, vías de gran importancia para la actividad económica del puerto.
Hay otras muchas historietas locales que distorsionan o simplemente falsean la Historia conocida a través de las fuentes documentales, aunque a veces su carácter romántico o literario las hace muy atractivas. Pero hay que distinguir la Historia de la leyenda.
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