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Víctor Heredia
Lunes, 14 de agosto 2023, 00:14
Si pasamos por la Puerta de Buenaventura en dirección a la plaza de la Constitución, el recorrido más directo nos conduce por la plaza del ... Teatro y la calle Comedias. Estas dos vías formaban antiguamente una sola calle, la del Agua, y sus denominaciones actuales proceden del mismo edificio: el Teatro Principal. La calle del Agua era estrecha y de trazado ligeramente curvo. Cuando fue demolido el convento de San Pedro Alcántara, la sociedad Larios Hermanos construyó en 1851 dos manzanas de edificios sobre su solar. Entonces se formó un ensanche que dio lugar a la plaza del Teatro, que así quedó separada de la parte que siguió llamándose Comedias.
Su origen se remonta a finales del siglo XVIII. Superado el debate sobre la peligrosidad moral de la representación de comedias, algunos empresarios se aventuraron a construir edificios teatrales que funcionaron de forma provisional hasta que se construyó un recinto estable: el Teatro Cómico Principal. Fue promovido por José de San Millán con un grupo de accionistas y su inauguración se produjo el 12 de noviembre de 1793. Era un teatro de diseño neoclásico que respondía al nuevo concepto de espacio escénico que se había impuesto en Europa. En su interior, en forma de herradura, se disponían dos pisos de palcos y una cazuela o gallinero en la parte superior, que era el lugar reservado para las mujeres. Su arquitecto fue el italiano Vicenzo Mazzoneschi (1747-1807), que después de los planos del teatro malagueño preparó los del Teatro de Sâo Joâo de Oporto y trabajó como escenógrafo en el Sâo Carlos de Lisboa.
A mediados del XIX el Teatro Principal estaba viviendo su época dorada como primer coliseo de la ciudad, siendo referencia obligada de las compañías cómicas y operísticas que llegaban a Málaga. La apertura del Teatro Cervantes en 1870 marcó el declive del Principal, relegado de la posición dominante que había tenido en las décadas anteriores. Aun así siguió acogiendo todo tipo de espectáculos y fue sometido a varias reformas. En 1875 el pintor Antonio Matarredona realizó la embocadura y decoró el techo.
El teatro, adquirido por Ricardo Larios Tashara, empezó a acoger proyecciones cinematográficas desde principios del siglo XX. A partir de 1916 se dedicó exclusivamente a este uso, adoptando el nombre de Cinema Concert. En esta etapa el local sufrió dos incendios que causaron una gran alarma, aunque afortunadamente ninguno se saldó con víctimas mortales. El primero tuvo lugar el 15 de enero de 1919, cuando al exhibirse la película 'El buque fantasma', siendo las once de la noche y con la sala bastante concurrida, se inició un fuego en la cabina al inflamarse la película. Los espectadores de butacas y palcos evacuaron el local de modo ordenado, pero los de las galerías superiores lo hicieron de manera precipitada y algunos intentaron tirarse por las ventanas. El conato de fuego fue controlado con facilidad cuando el mismo operador, único herido en el incidente, activó el mecanismo que vació sobre la cabina un depósito de agua existente para estos casos.
Pero el suceso se repitió, con peores consecuencias, pocos años después. El 30 de septiembre de 1923, hacia las cuatro de la tarde, se volvió a incendiar un rollo de película en la cabina. Un espectador dio la voz de alarma al ver el humo y el público se precipitó por las escaleras, entre gritos y atropellos. Era una sesión con un numeroso público infantil, por lo que muchos niños cayeron al suelo y fueron pisoteados y sufrieron síntomas de asfixia.
El público se aglomeró en las puertas y en las escaleras, y cientos de niños quedaron atrapados en las plantas superiores. Hubo más de cuarenta menores heridos, cinco de ellos de gravedad. Francisco Griñán nos recuerda que, aunque el edificio no sufrió daños, para su reapertura fue necesario renovar las puertas (para que se abrieran hacia afuera) y la clausura de las galerías superiores, reduciendo el aforo ante los evidentes problemas de evacuación.
En las décadas centrales del siglo XIX el Teatro Principal hacía honor a su nombre y era el más importante de la ciudad, por lo que era relativamente habitual la presencia en sus palcos de personalidades relevantes y en el escenario de intérpretes de reconocida fama. El príncipe Alberto (o Adalberto) de Baviera, de paso por Málaga, asistió a una solemne función el 31 de diciembre de 1848 y repitió en los dos días siguientes. En noviembre de 1859 recaló en Málaga, durante un viaje de recreo, el joven matrimonio formado por los archiduques Maximiliano de Habsburgo y Carlota de Bélgica. Los ilustres cónyuges asistieron a una ópera en el Teatro Principal, como recogió la joven princesa en sus diarios. La autora malagueña Josefa Ugarte-Barrientos, con solo quince años, estrenó aquí en 1870 su primera obra dramática, titulada «Margarita». En marzo de 1881 fue el famoso pianista ruso Antón Rubinstein el que actuó en este teatro. Como anécdota, en 1821 el empresario solicitó lidiar un novillo en el escenario durante una representación.
En 1928 recuperó su denominación original y sus vetustas butacas fueron sustituidas por las ya usadas del Cine Goya, de la misma empresa. En septiembre de 1931 estrenó el sistema sonoro y en 1935 la estructura de madera fue sustituida por otra de hierro y hormigón. Como cine, con un aforo de 850 localidades, fue una sala popular, de reestreno, con notable presencia de público infantil para ver las películas de policías y ladrones y vaqueros de la postguerra. Mari Pepa Lara nos informa de que el último filme proyectado en el Principal, el 31 de enero de 1968, fue 'Guapa, intrépida y espía'», cinta interpretada por Raquel Welch que había sido rodada en la provincia de Málaga. Luego fue demolido y del teatro solo quedó el nombre.
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