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Fernando Alonso
Martes, 13 de agosto 2019
Los primeros coches llegaron a Málaga a principios del siglo XX. El primer ómnibus fue matriculado en Málaga a finales de 1911 y tenía la placa MA-60. Su propietario era Ricardo Ugarte y Chinchilla y consiguió la licencia para llevar viajeros entre ... Málaga y Fuengirola. En abril de 1912 solicitó ampliar el trayecto desde Fuengirola hasta Estepona. Los ómnibus eran los antepasados de nuestros autobuses, aunque en realidad eran más pequeños, como los actuales microbuses. Esta es la primera línea de autobuses que hubo en Málaga de la que tengamos constancia.
En un recorte de prensa conservado en el Archivo Díaz de Escovar se afirma que «el automóvil viene a cumplir una misión civilizadora de verdadera trascendencia». Por este artículo, fechado hacia 1916, sabemos que La Automovilista Malagueña había adquirido cuatro vehículos marca Itala para el transporte de mercancías y viajeros entre Málaga y Estepona, con paradas en Torre Molinos (sic), Fuengirola, Marbella y San Pedro de Alcántara. El trayecto se realizaba en unas cuatro horas, lo que suponía un gran avance, porque se podía ir desde Málaga a Estepona y volver en el mismo día.
Esta era la situación de los transportes interurbanos por carretera cuando Juan de Dios Portillo Galdón llegó a Málaga. Había nacido en Huéscar (Granada), en el último tercio del siglo XIX. Debió de arribar a nuestra ciudad hacia 1915, porque sabemos que todavía en 1912 era concejal en su pueblo. En 1917 compró su primer autobús. Tenía la matrícula MA-322 y era un Hispano-Suiza. En 1922 consiguió la concesión de la licencia para el trayecto Málaga-La Línea y fundó Automóviles Portillo. Para prestar el servicio adquirió tres Hispano-suiza con matrículas MA-739, MA-740 y MA-741. Juan de Dios Portillo apostó por La Línea de la Concepción, que no olvidemos que es fronteriza con Gibraltar, por las posibilidades que veía en una conexión diaria con la colonia inglesa.
Viajar en 1922 desde Málaga hasta La Línea era toda una odisea. La parte más dificultosa de viaje consistía en salvar el río Guadiaro. Como aún no se había construido el puente, el autobús de Portillo tenía que pasar el río en una barcaza. Primero se bajaban los viajeros, suponemos que para liberar al autobús de peso, y cruzaban el río. A continuación lo hacía, en un segundo viaje, el vehículo. Al parecer esta operación podía durar hasta tres cuartos de hora. La barcaza en cuestión era una simple plataforma de madera sostenida por unos cables. Algunos afirman que el viaje de Málaga a La línea podía durar unas doce horas. A nosotros nos parece excesivo. Teniendo en cuenta que en 1916 un ómnibus tardaba unas cuatro horas desde Málaga hasta Estepona, parece lógico pensar que el trayecto hasta La Línea se prolongase unas dos horas más, con lo que la duración del viaje completo sería de seis horas y, doce, la ida y vuelta.
El siguiente salto de Juan de Dios Portillo fue la compra en 1928 de cuatro autobuses marca Mercedes. Por un espléndido reportaje publicado en la revista 'Vida Gráfica' sabemos que Portillo prolongó el trayecto hasta Algeciras. En el viaje inaugural invitó a 40 personas entre autoridades y periodistas para que conociesen de primera mano la rapidez y las comodidades de Portillo, que salvaba la distancia entre Málaga y Algeciras en tan solo tres horas y media. Tengamos en cuenta que el puente sobre el río Guadiaro ya estaba construido y que la carretera estaba ya terminada. Los invitados fueron agasajados con un banquete en el aristocrático hotel María Cristina de Algeciras. En el mismo reportaje se afirma que los tres Hispano-Suiza comprados seis años antes habían quedado inutilizados «por fuerza de luchar con el detestable estado de lo que entonces se llamaba carretera».
En 1928, el viaje Málaga-Algeciras costaba 4,10 pesetas y los billetes se podían comprar en la oficina que Portillo tenía en la Alameda de Alfonso XIII, de cuya puerta partían los autobuses.
La Guerra Civil fue muy dura para Portillo, porque parte de su flota le fue decomisada. Entonces llegó a Málaga desde Murcia un joven Ricardo Villar, que pagó 400.000 pesetas por el 49% de las acciones de la empresa. El otro 49% lo retuvo la familia y el 2% restante lo tenía uno de los conductores más antiguos. Al fallecer Juan de Dios Portillo, Villar se encontró con que solo funcionaban cinco autobuses. Faltaban recambios y había restricciones de gasolina.
Poco a poco fue reflotando la empresa y en 1954 se abrió la terminal de calle Córdoba. Portillo llegó a transportar en 1974 a 34 millones de pasajeros. Hoy, camino del centenario, la empresa tiene una flota de 180 vehículos y 580 empleados.
Uno de los puertos de montaña que comunican Castilla con Asturias es el puerto de Leitariegos, a más de 1.500 metros de altitud. Allí vivía en el siglo XVIII la familia Cosmen, que tenía un negocio de hospedería y de alquiler de caballos. El propio Jovellanos los menciona en sus obras.
Aprovechando la situación estratégica del puerto de Leitariegos, los Cosmen utilizaban una ruta que partía desde el puerto asturiano de Luarca, pasando por Cangas de Narcea, para transportar pasajeros a Castilla y Madrid. En 1916 compraron su primer coche, con la matrícula O-2657 y, en 1923, fundaron Automóviles Luarca S.A. con un capital de 70.000 pesetas (ALSA). Ya son ocho generaciones de la misma familia dedicadas al transporte de mercancías y de pasajeros. ALSA cuenta hoy con una flota de 2.300 autobuses.
ALSA y Alsina no guardan ninguna relación, aunque pueda parecer lo contrario. Hacia 1915 José Graells i Pinós tenía una pequeña línea entre los pueblos leridanos de Calaf y Ponts. En 1920 se asoció con Francisco Alsina i Serra y fundaron Alsina Graells.
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