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Fernando Alonso
Domingo, 4 de agosto 2019, 00:20
El mejor día del verano era, sin duda, aquel en que mis padres me llevaban al Tívoli. A finales de los años setenta, ir en verano desde el Rincón de la Victoria hasta Arroyo de la Miel era toda una aventura. Había que atravesar, ... entre calores y caravanas, el centro de Málaga y de Torremolinos, porque aún no había circunvalaciones ni autovías. Recuerdo que el viaje se me hacía larguísimo o igual era la impaciencia por llegar. El coche iba lleno de niños (mi hermano, mis primos, algún amigo) y cuando avistábamos algún guardia civil mi padre gritaba «al suelo, al suelo», y todos nos escondíamos detrás de los asientos. Lo veíamos como un juego muy divertido.
Tívoli es una ciudad de la región del Lacio, en Italia, cerca de Roma. Por sus bosques y por su paisaje agreste tiene un clima más fresco que la capital y, por eso, se convirtió en el lugar favorito de veraneo en tiempos del Imperio Romano. Allí se construyeron impresionantes villas, con espectaculares jardines y cascadas. De esta localidad y para evocar estas villas tomó el nombre el conocido parque de atracciones.
Tívoli fue inaugurado el sábado 20 de mayo de 1972, por lo que ha cumplido este verano 47 años. El acto fue presidido por el gobernador civil, Víctor Arroyo, y asistieron al mismo otras autoridades como el presidente de la diputación, Francisco de la Torre, todavía mozo, o el alcalde de Benalmádena, Enrique Bolín, que entonces era el alcalde más joven de España. También estuvieron invitados muchos estamentos implicados en el desarrollo de la Costa del Sol, como promotores, hosteleros, agentes de viajes, representantes de compañías de aviación, delegados de municipios costeros, etc. Tras la bendición del párroco de Benalmádena Costa, el padre Antonio Martín, y algunos discursos, los invitados recorrieron las instalaciones y fueron agasajados con una copa de vino español. El acto terminó con una cena y un espectáculo de fuegos artificiales.
Cuando se inauguró, la entrada costaba cinco pesetas para los niños y diez para los adultos. Los niños menores de un metro entraban gratis. El parque de atracciones ocupaba un terreno de 60.000 metros cuadrados, tenía 16 fuentes, (algunas de las cuales ofrecían un espectáculo de agua, luz, sonido), un lago artificial y jardines con estanques y arroyos artificiales, como las villas italianas, que era una delicia recorrer en las noches calurosas de verano. Por haber en el Tívoli había de todo, hasta un restaurante alemán, El Tirol.
La propietaria de Tívoli era la familia danesa Olsen, que durante décadas trabajó por conseguir el parque de atracciones perfecto. En el año 2004 lo vendió al empresario Rafael Gómez Sánchez, alias Sandokán. Curiosamente, los estudios iniciales pensaban que iban a atraer a más clientes extranjeros que nacionales. Sin embargo, fue al revés y hoy visitan Tívoli un 40% de extranjeros y un 60% de público nacional y local. Cada año recibía entre 800.000 y un millón de visitantes. No todos como Jaime de Mora y Adnan Khashoggi, que llegaron al Tívoli en helicóptero.
En 1997 Tívoli celebró su 25 aniversario. Curiosamente, el alcalde y el párroco de Benalmádena seguían siendo los mismos. Se celebró una gran gala, a la que acudieron los incondicionales del parque, como Rocío Jurado, Lolita, Sergio y Estíbaliz o Los Marismeños.
Durante todo el verano unas avionetas recorrían las playas malagueñas anunciando en unos largos carteles los próximos conciertos en Tívoli. También había otros espectáculos gratuitos como una función flamenca en la plaza de Andalucía o una exhibición de chicas bailando el can-can en la plaza del Oeste. En su teatro al aire libre también actuaron maestros del humor como Gila, Los Morancos, Fernando Esteso, Andrés Pajares, José Luis Moreno, Mari Carmen y sus muñecos, Paco Gandía o Pepe da Rosa. Incluso, en algunas ocasiones, Tívoli cerraba con un espectáculo de fuegos artificiales.
Para muchos malagueños el Tívoli (con el artículo delante, como todos lo conocíamos), es el parque de atracciones de nuestra infancia, con sus coches antiguos que nos encantaba conducir, el barco misterioso del lago o la montaña rusa. Su pasaje del terror, inaugurado por el mismísimo Anthony Perkins, ha marcado un antes y un después. Muchos de los niños que han disfrutado del parque llevan hoy a sus hijos a Tivolí, iniciándose así una tradición familiar que esperemos dure muchos años.
El parque de atracciones Tívoli ha conseguido con creces el objetivo que se marcó el día de su inauguración: repartir diversión y vender ilusión en la Costa del Sol. Hoy es un referente a nivel nacional e internacional.
Tívoli tenía un teatro con capacidad para 2.200 personas. La lista de artistas que actuaron es infinita. Damos algunos nombres sin intención de agotarla. Miguel Bosé, Serrat, Camilo Sexto, Perales, Juan Pardo, María Dolores Pradera, Rocío Jurado, Isabel Pantoja, Carlos Cano, Sergio Dalma, Lola Flores, Mecano, Alaska y un largo etcétera. En los primeros años los espectáculos eran presentados por María Teresa Campos. La actuación musical iba incluida en el precio de la entrada. Destaquemos entre todos ellos las actuaciones de Miguel Ríos, que consiguió uno de los llenos más importantes que se recuerdan; la de Montserrat Caballé, cuando todas las atracciones del parque tuvieron que parar para ayudar a la concentración de la soprano; la de Alejandro Sanz, que tuvo el detalle de acudir al hospital para visitar a una admiradora, ingresada con problemas de anorexia, que no había podido ir a escucharle al concierto; o la de Julio Iglesias, que cantó en el año de la inauguración de Tívoli, en 1972, y cobró por su actuación 375.000 pesetas, unos 40.000 euros al cambio actual.
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