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VÍCTOR HEREDIA
Lunes, 22 de julio 2019, 00:19
Los paradores de turismo son establecimientos hoteleros de propiedad pública que suelen estar localizados en edificios históricos o en emplazamientos destacados por su interés cultural. ... Su oferta constituye una garantía de calidad en el servicio y disponer de un parador aporta prestigio a un destino turístico. El origen de la cadena hay que buscarlo en los años veinte, cuando el turismo era una actividad minoritaria, reservada a personas con alto poder adquisitivo, pero a la que se le vaticinaba un futuro prometedor. Entonces, coincidiendo con el desarrollo de la primera red de carreteras modernas del país, se planteó la creación de alojamientos especiales concebidos para satisfacer las necesidades de esos turistas adinerados que se movían en automóvil.
El primer parador que se puso en servicio fue el de la Sierra de Gredos, en Ávila, inaugurado por el rey Alfonso XIII en 1928. Paralelamente se había creado el Patronato Nacional de Turismo como primer organismo estatal de gestión turística, con las miras puestas inicialmente en la promoción de las exposiciones de 1929. La construcción de la red hotelera estatal se hizo a partir de varios tipos de establecimientos: los paradores, más lujosos; los refugios, para deportistas y cazadores; las hosterías, pensadas para ofrecer servicios de restauración, y los albergues de carretera, como lugares de descanso para los automovilistas en sus desplazamientos por el país.
Precisamente la primera iniciativa en la provincia de Málaga fue la construcción de un albergue de carretera en Antequera, según el modelo diseñado por los arquitectos Carlos Arniches y Martín Domínguez. El Ayuntamiento cedió una parcela aprovechando la estratégica ubicación geográfica de la ciudad y, aunque el albergue estaba prácticamente terminado en 1931, su apertura se fue retrasando hasta el 14 de abril de 1940.
Ese mismo año se aprobó la creación de una hostería en Málaga. En este caso se ubicaba en la ladera del monte Gibralfaro, con unas espectaculares vistas sobre la ciudad y la bahía. El proyecto fue redactado por el arquitecto José González Edo y la utilización de piedra en su fachada perseguía la integración del edificio en su entorno. En este caso la inauguración oficial se produjo el 12 de octubre de 1948.
La capital malagueña vería ampliada su aún débil oferta hostelera con una nueva hostería, emplazada en esta ocasión en el Campo de Golf de Torremolinos, el más antiguo de la provincia, que había sido impulsado por un grupo de aficionados agrupados en la sociedad Málaga Golf Club en 1929. Situado en un privilegiado emplazamiento junto a la playa, pasó a ser propiedad del Estado y aportaba un valor añadido a la oferta turística de la incipiente Costa del Sol. El chalet del Campo de Golf fue inaugurado el 29 de abril de 1956 con un almuerzo que contó con la presencia del mismísimo Franco. De manera inmediata se decidió dotarlo de servicio de alojamiento, transformándolo en un parador. El establecimiento fue inaugurado con su nueva categoría el 8 de julio de 1963, con un atractivo diseño en torno a una gran piscina central.
Con la llegada de los años 60 el turismo se reveló como una herramienta extraordinaria para transmitir una buena imagen exterior del país y, sobre todo, para equilibrar una deficitaria balanza de pagos. 1965 fue un año pródigo. En febrero se puso en marcha el refugio de caza de Sierra Blanca, el 20 de julio entraba en servicio el nuevo parador de Nerja y en noviembre le tocaba el turno a las obras de ampliación de la hostería de Gibralfaro, reabierta ya como parador de turismo. Las inauguraciones oficiales de estos dos últimos se retrasaron hasta el 13 de marzo de 1966. La apertura del parador de Nerja, situado en un acantilado sobre la playa de Burriana, estaba vinculada al creciente interés suscitado en torno a la Cueva descubierta pocos años antes.
La reivindicación de que el antiguo albergue de Antequera fuera sustituido por un parador fue finalmente atendida en los años 70. Se levantó un nuevo edificio, con vistas a la Vega, muy cerca del primitivo, que quedó abierto para la feria de agosto de 1982.
El último parador construido en nuestra provincia fue el de Ronda, otra ciudad que llevaba décadas aspirando a poseer este tipo de instalaciones. El Estado aceptó en 1987 el ofrecimiento municipal del inmueble del antiguo Ayuntamiento, al borde del Tajo. Tras la ejecución de las obras, la inauguración se produjo el 19 de septiembre de 1994.
Así quedó configurada la red provincial de paradores de turismo. Un modelo de hostelería que implica una marca de prestigio y que identifica a un cliente que persigue la calidad y la singularidad.
Solo un parador de la provincia de Málaga ha perdido esa condición, aunque afortunadamente ha seguido funcionando hasta nuestros días gracias al tesón de sus trabajadores. El refugio de caza que el marqués de Larios poseía en Sierra Blanca, en el término de Ojén, fue cedido al Estado en los años 60. Ubicado en un enclave natural de gran belleza, fue transformado en alojamiento estatal con la categoría de refugio de caza, siendo inaugurado el 27 de febrero de 1965. Rápidamente se convirtió en un establecimiento emblemático de la red de paradores y su fama se acrecentó después de que el general Charles de Gaulle se hospedara en el Juanar para redactar sus memorias en 1970. No se le cobró la estancia, a lo que respondió dejando una suculenta propina de 50.000 pesetas de la época. La falta de rentabilidad del refugio hizo que en 1984 la cadena decidiera clausurarlo. Entonces sus empleados, constituidos en cooperativa y con el apoyo de la Diputación Provincial, decidieron mantenerlo abierto como hotel.
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