Severo Ochoa y la gripe de 1918

La aparición en España de la enfermedad se produjo en el mes de mayo de 1918. Fue conocida popularmente como «el soldado de Nápoles» por una canción de la zarzuela 'La canción del olvido', que por entonces estaba representándose en la capital. Según Antón Erkoreka se contagió el 35% de la población española y el número de fallecimientos ocasionados por la gripe en ese año estuvo entre los 200 y los 260.000.

La incidencia de la gripe en Málaga ha sido estudiada por Elías de Mateo, que registra las primeras actuaciones contra la epidemia a finales del mes de mayo, cuando se dispusieron varias medidas de desinfección e higiene para evitar la extensión del contagio. Entre los meses de octubre y noviembre repuntó el número de afectados. El tercer brote tuvo menor repercusión en la ciudad, pero presentó una elevada mortalidad en individuos jóvenes y sanos. A finales de marzo de 1919 el número de fallecidos diarios no bajaba de diez. Entre ellos estuvo el músico y director del Conservatorio José Barranco Borch, una de las personalidades más reconocidas de la cultura malagueña del momento.

Elías de Mateo hace una reflexión sobre el impacto social de la gripe de 1918: «Aquella pandemia y sus secuelas se vivieron más como una serie de tragedias familiares e individuales que como lo que también representó, la mayor crisis sanitaria del siglo XX».

Y una de esas tragedias individuales pudo haber trastocado la brillante carrera de uno de los científicos españoles más importantes del siglo XX, Severo Ochoa.

Ochoa había nacido en 1905 en el seno de una familia de indianos asturianos que vivían de las rentas de los negocios que poseían en Puerto Rico. La muerte del padre en 1912 provocó un cambio en la residencia familiar. Los médicos recomendaron a la madre, Carmen de Albornoz, que buscara un clima más suave durante los inviernos para mitigar sus problemas pulmonares. Así, los Ochoa de Albornoz se trasladaron a vivir a Málaga para pasar los meses invernales, haciendo caso a la propaganda que elogiaba la benignidad de la estación fría en la costa malagueña.

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Muerte de Antonio Ochoa

Severo Ochoa llegaba a Málaga con su madre y sus hermanos. Lola, la mayor, se casó pronto y se quedó a vivir en Gijón. Antonio se fue a trabajar en la Casa Ochoa de Puerto Rico y después se instaló en Nueva York. Luis, que acabó el bachillerato en Málaga, se trasladó a Oviedo para seguir la carrera de Derecho. Manola y Concha permanecieron junto a su madre. En un principio la familia Ochoa de Albornoz se instaló en la Cortina del Muelle. Luego pasaron a la calle Don Juan Díaz, con fachada a la calle Larios, y más tarde residieron en El Limonar.

Antonio estaba en Málaga en 1919. Su madre reclamó su regreso a España ante la posibilidad de que fuera movilizado por haber nacido en Puerto Rico, pero no pudo evitar que participara en la guerra de Marruecos. Antonio se libró del desastre de Annual, pero contrajo una enfermedad infecciosa en campaña que hizo que fuera repatriado gravemente enfermo. Falleció el 15 de mayo de 1922, a los 24 años, en la casa que la familia había alquilado en Bellavista.

El pequeño de los Ochoa terminó sus estudios primarios en el colegio que los jesuitas poseían en la calle Pozos Dulces. Severo hizo la primera comunión en la iglesia de San Agustín, también regentada por los jesuitas, y fue miembro de la Congregación de San Estanislao dirigida por el padre Ponce.

En 1915 inició sus estudios de bachillerato en el Instituto General y Técnico ubicado en la calle Gaona. Ochoa fue alumno oficial durante varios cursos y simultaneó la asistencia a las clases del Instituto con la academia de Buenaventura Barranco –hermano del pianista fallecido a causa de la gripe– en la calle Sánchez Pastor.

Aquel curso estuvo marcado por la epidemia, que alcanzó límites tan alarmantes como para que la Junta de Sanidad no autorizara la apertura de los centros docentes hasta el 2 de enero de 1919. El propio Ochoa, que tenía trece años, contrajo la enfermedad, que en esos momentos estaba extendiéndose con una enorme virulencia. El estado de salud de Severo fue realmente grave, ya que la gripe se complicó con una neumonía que puso en peligro su vida.

Después de guardar cama durante varias semanas, y para que tuviera una convalecencia lo más sana y rápida posible, doña Carmen alquiló una casa en la zona residencial de El Limonar. En pocos meses recobró la salud y superó la gripe.

Su compañero Valdecasas le fue pasando los apuntes de las distintas asignaturas, ya que apenas pudo acudir a las clases del Instituto. Por este motivo trasladó su matrícula en abril de 1919 al Instituto de Oviedo como alumno libre. Ochoa terminó sus estudios medios en Málaga en 1921, después de aprobar Química con el profesor García Rodeja, a quien le reconoció una gran influencia en su posterior dedicación a la investigación científica.

Ochoa recibió el Premio Nobel de Medicina de 1959 por sus estudios sobre la síntesis del ácido ribonucleico. Posteriormente sus investigaciones se centraron en el desciframiento del código genético y en los mecanismos de replicación de los virus. Como aquel de la gripe que estuvo a punto de terminar con su vida en Málaga cuando solo tenía trece años. Falleció en Madrid en 1993, manteniendo hasta el final un intenso recuerdo de sus días juveniles junto al Mediterráneo.