Verano 2020: A la sombra de la Historia

Ricardo Soriano, el marqués aventurero que descubrió Marbella

Fue un vividor que se pasó la vida pasándoselo bien. Tenía casas en Madrid, en Biarritz y en los Alpes suizos, además del salmantino castillo del Buen Amor

Sábado, 15 de agosto 2020, 00:06

De las tres grandes figuras que lanzaron a Marbella al estrellato del turismo internacional (Ricardo Soriano, Alfonso de Hohenlohe y Jaime de Mora y Aragón), Ricardo Soriano fue el pionero. Como afirma Juan Bonilla, ellos son los responsables de «la conversión de un pueblo pequeño ... y aburrido como era Marbella en una de las sedes del turismo chic, que acabaría degenerando en turismo shock». Ricardo Soriano y Scholtz von Hermensdorff (1883-1973) era natural de Salamanca y ostentaba el título de marqués de Ivanrey. Fue un vividor que se pasó la vida pasándoselo bien. Tenía casas en Madrid, en Biarritz y en los Alpes suizos, además del salmantino castillo del Buen Amor. Cazaba con el rey Alfonso XIII en su finca de Peñaranda de Bracamonte. En sus escasos ratos de aburrimiento inventó la moto Soriano y el velosky. Se dice que guardaba celosamente pelos de pubis de todas las mujeres con las que había yacido y así lo retrató el gran Berlanga en su alocada película Patrimonio Nacional. Aventurero, amaba los deportes de riesgo: alpinismo, submarinismo, viajar en globo. Voló en avioneta sobre la India y parte de África.

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Cansado de emociones fuertes llegó a Marbella allá por el año 1943. Venía de pescar atunes en el Estrecho y se alojó en la casa de su amigo Norberto Goizueta. Este había comprado un buen terreno al oeste de San Pedro de Alcántara en 1933, para convertirlo en una finca agrícola y ganadera. Allí construyó la llamada Casa Grande, una mansión asomada al Mediterráneo a la que dotó de una impresionante biblioteca de 40.000 volúmenes. En esta casa, hoy Hacienda Guadalmina, es en la que se hospedó Ricardo Soriano. Por entonces Marbella llamaba a su litoral Costabella y tenía solo dos hoteles: El Comercial, fundado en 1918, y el Hotel Miramar, de 1935.

Tiene mérito que una persona tan viajada como Ricardo Soriano eligiera Marbella. Cedamos la palabra al propio marqués para que nos cuente cómo empezó todo: «Una tarde, cuando iba a entrar en el mar, me di de bruces con una finca que casi penetraba en el mar. Era grande y estaba sin cultivar. Tenía quince hectáreas y estaba enclavada cerca del río Guadaiza. Se llamaba El Rodeo. Sus propietarios eran la familia Zea Jiménez, con los que me puse en contacto de inmediato. Les sorprendió mi interés por sus tierras, ya que las tenían de muy antiguo, y lo que menos habían pensado nunca era en venderlas.» En seguida llegaron a un acuerdo: 125.000 pesetas por 150.000 metros cuadrados. Ya tenía Ricardo Soriano su pequeño rincón en el paraíso.

Ricardo Soriano dividió la finca en parcelas y situó su casa en el mejor sitio. La rodeó de bungalows o pequeñas cabañas, con dos camas, suelo terrizo, una terracita y techo de paja y cañizo. Se distribuían con buen gusto y lo que primaba era la privacidad. Pronto se pusieron de moda y eso que en aquellos años nadie apostaba por el sur y todos querían veranear en el norte. En 1945 hizo una sonada fiesta de inauguración a la que invitó a sus mejores amigos, que pudieron comprobar in situ que el disparate no era tanto. Y es que en los años cuarenta solo se habían instalado en Marbella unos pocos exquisitos que no querían compartir con nadie su secreto para que no alterasen su sosiego. Ricardo Soriano le tenía dicho a su secretaria que, cuando en los meses de invierno le llamasen sus amigos de Madrid o de Londres, les contestara que el señor marqués estaba en la playa bañándose y tomando el sol con un dry Martini.

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El cine El Rodeo y el bar El Puerto

Ricardo Soriano abrió un cine que se dice que se aromatizaba gracias a una legión de acomodadores armados con jeringuillas llenas de perfume. La taquilla estaba atendida por la sin par Brigidita, que siempre se liaba con las entradas. Otra aportación suya fue el bar El Puerto. Según cuenta Soriano, «significó un avance para la juventud del momento, ya que no disponía de un lugar adonde ir para sus bailes y pequeños escarceos amorosos». Allí los lugareños se mezclaban con los primeros veraneantes. Ni que decir tiene que todo esto provocaba el escándalo de algunos.

Ricardo Soriano acabó alquilando su hotel a Concha Pérez-Argemí, esposa de Enrique Bolín y madre del futuro alcalde de Benalmádena. Al final los terrenos del marqués de Ivanrey fueron comprados por José Banús. Norberto Goizueta, Ricardo Soriano y Maximiliano de Hohenlohe fueron los que se construyeron las primeras casas en la zona costera que va desde Marbella a San Pedro de Alcántara, todas con terrazas al mar. Hoy es conocida como la milla de oro.

La Venta y Albergues El Rodeo estaban dirigidos por Hermann Gülich, un nazi que había castellanizado su nombre como Pedro Hernández, lo que era toda una declaración de intenciones: aquí no preguntamos a nadie de dónde viene ni cómo ha ganado su dinero; solo nos preocupa su confort y bienestar. El Rodeo era muy frecuentado por franceses que iban camino de Marruecos o ingleses que venían de Gibraltar. La pensión completa costaba 90 pesetas, cuando entonces un sueldo mensual rondaba las 150. Cuentan que en cierta ocasión se alojaron durante unos meses unos turistas cuya cuenta ascendía a 18.000 pesetas. Como ningún trabajador del hotel tenía el valor de presentársela, se lo jugaron al palillo más corto. Al final los clientes dejaron una propina de 7.000 pesetas.

Ricardo Soriano es hijo Predilecto de Marbella y hoy lleva su nombre la avenida principal de la localidad. Falleció en Marbella el 13 de agosto de 1973, a los 90 años. Está enterrado en el panteón de la familia Hohenlohe.

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