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Detalle de las lápidas en el panteón, perteneciente a las familias de Miguel Sánchez-Pastor Drago, exalcalde de Málaga; y Francisco Rosado Pérez, pariente de estos últimos y teniente alcalde de Málaga. Francis Silva
La reyerta entre concejales de Málaga que acabó en muerte

La reyerta entre concejales de Málaga que acabó en muerte

La crónica negra de Málaga esconde un episodio poco conocido que dejó a principios del siglo XX una escena dantesca en el Círculo Mercantil, en plena calle Larios: una pelea entre dos ediles del Ayuntamiento y dos conocidos familiares de un candidato republicano que acabó con el homicidio del concejal Miguel Sánchez-Pastor León y otros dos heridos graves

Domingo, 26 de mayo 2019, 00:19

Todos aquellos que defienden que el nivel de crispación y enfrentamiento en la política española ha llegado a niveles (casi) insoportables tienen reservada en la hemeroteca de la ciudad un buen argumento para concluir que cualquier tiempo pasado fue -en este caso- peor. Aunque por supuesto la historia no se escribe a partir de sus excepciones, la crónica negra de Málaga cuenta con un episodio trágico (y casi olvidado) que convirtió al exclusivo Círculo Mercantil de la capital, en plena calle Larios, en un auténtico campo de batalla en el que corrieron sin control los golpes a garrotazos, los navajazos y hasta los tiros.

El 5 de agosto de 1905, sábado, está escrito en sangre en el escaso puñado de documentos que se conservan del suceso. La prensa de la época entró con todo lujo de detalles en los trágicos efectos que tuvo aquel enfrentamiento entre cuatro hombres muy conocidos en la sociedad de principios de siglo: de un lado, los concejales en ejercicio del Ayuntamiento de Málaga Miguel Sánchez-Pastor León (34 años) y Luis García Guerrero (34); y de otro los hermanos Eduardo (43) y Mariano (32) Briales Utrera, el primero ingeniero y el segundo comerciante de la capital. El resultado de aquella sangrienta trifulca acabó con Sánchez-Pastor muerto en uno de los salones del Círculo Mercantil y con los otros tres contendientes heridos de diversa consideración, en especial Mariano Briales, que resultó muy grave.

Uno de los salones del Círculo Mercantil, que tenía su sede en la céntrica calle Larios. Estudio Fotográfico Arenas. Archivo Histórico Fotográfico de la Universidad de Málaga

Ahora bien, ¿cuál fue el origen de aquel enfrentamiento?, ¿dónde estuvo el detonante para que se desencadenara esa lucha a muerte? La tragedia comenzó a larvarse unos días antes, cuando el rotativo 'Diario de la Tarde' publicó un artículo sobre el candidato republicano Pedro Armansa que éste consideró ofensivo. En lugar de pedir explicaciones por los cauces que hoy podrían considerarse convencionales, el ofendido designó a dos emisarios para dirimir esa diferencia política contra el director del periódico, Lorenzo Puga. Según recoge literalmente el diario republicano 'El Popular' en su edición del 8 de agosto de 1905, «estos concertaron un duelo a pistola, un solo disparo a veinte pasos, con los representantes de D. Joaquín Puga, Miguel Sánchez-Pastor León y Luis García Guerrero, concejales del excelentísimo Ayuntamiento (de Málaga)». Por muy difícil que resulte imaginar la escena, la cita entre esas cuatro personas dispuestas a recuperar el honor aunque fuera a tiros se produjo: fue cerca de un arroyo próximo al Camino de Casabermeja, pero justo antes del duelo se presentó en el terreno Mariano Briales, cuñado de Pedro Armansa. Aunque no se conocen bien los detalles que hicieron desistir a los protagonistas del duelo a cumplir con el pacto, el hecho es que Briales «suspendió violentamente el encuentro», tal y como recoge el diario 'Abc' en la edición que daba cuenta del enfrentamiento posterior, el del Círculo Mercantil. Las actas de lo que había ocurrido llegaron al juzgado correspondiente y tras la declaración de los testigos y los rivales el juez encargado del caso decidió dejar en libertad a Mariano Briales (cuñado de Armansa) y a Luis García Guerrero (defensor de Puga) «bajo palabra de honor de intervenir en nada que con dicho asunto se relacionara».

Pero las buenas intenciones -o al menos la palabra- de ambos terminaron a las tres horas: a las ocho de la mañana del sábado 5 de agosto salieron del juzgado; y a las once de esa misma mañana se desencadenó (esta vez sí) el duelo definitivo en el Círculo Mercantil.

Portada del diario local 'El Cronista', que recogía al día siguiente de la tragedia todos los detalles de la trifulca y una enorme esquela en memoria de Miguel Sánchez-Pastor León, el concejal muerto. Archivo Narciso Díaz de Escovar

«Después sonó un disparo»

Fue en ese escenario, en uno de sus salones, donde vinieron a coincidir los hermanos Briales Utrera y los concejales que defendían al director del 'Diario de la Tarde'. Y ahí empieza uno de los estremecedores relatos recogidos en la prensa al día siguiente, en este caso en 'El Cronista': «Ignórase por completo si mediaron entre ellos algunas palabras, pues sólo se vio que los últimos (Sánchez-Pastor León y García Guerrero) se pusieron de pie y que dio inicio la tragedia. En los primeros momentos sólo fueron golpes con bastones los que se cruzaron entre los señores Briales y Sánchez Pastor. Después sonó un disparo».

El primer impacto dio de lleno contra Mariano Briales, que resultó herido de gravedad e hizo saber a su hermano que «se moría». Aun así, pudo continuar en la refriega, que a partir de ese momento se convirtió en una sucesión de «puñaladas, tiros y fuertes garrotazos», según recoge 'El Cronista' tras hacer referencia a «un drama realmente desastroso». «Daba horror ver el cuadro que presentaba el patio del Círculo (Mercantil), teatro de la tragedia, cuando ésta había concluido. Apoyado sobre la pared, con una mano en el pecho y el rostro lívido, estaba uno de los protagonistas (…). En el suelo, sobre un gran charco de sangre, debajo de una butaca, dando la cabeza sobre su espalda y la barba descansando en el pecho, y sin dar señales de vida, se encontraba la víctima del drama. Los dos protagonistas restantes, señores Briales, apoyábanse uno sobre otro para no caer. Sus ropas estaban ensangrentadas».

Otra de las dependencias del Círculo Mercantil, donde se reunían algunos de las personalidades ilustres de la ciudad. Estudio Fotográfico Arenas. Archivo Histórico Fotográfico de la Universidad de Málaga.

No es difícil imaginar que aquella estampa, unida al estruendo de la pelea, generó un gran impacto entre los transeúntes que aprovechaban la mañana del sábado en la céntrica calle Larios. En un visto y no visto, el público se concentró en masa a las puertas del Círculo Mercantil para ver qué había ocurrido. El caos en aquel momento fue total, entre otras cosas porque -tal y como denunciaron los periódicos que recogieron el suceso- la policía tardó en llegar lo suficiente como para que se generaran escenas de pánico y descontrol. Algunos de los testigos se apresuraron a llevar a la Casa de Socorro de la calle Alcazabilla a García Guerrero y posteriormente a los hermanos Briales.

Pero las cosas en el centro sanitario estuvieron lejos de encauzarse: en primer lugar porque la muchedumbre ya se había encargado de entrar en tromba al recinto, hasta el punto de que los médicos no pudieron actuar en la sala de operaciones; pero sobre todo porque -y aunque parezca mentira- allí continuó la reyerta. Eduardo Briales (menos grave que el hermano) se las arregló para llegar hasta el malherido García Guerrero y allí intentó apuñalarlo y golpearlo de nuevo.

Doce puñaladas mortales de necesidad

Mientras la confusión crecía tanto en la Casa de Socorro como en la calle, en el Círculo Mercantil seguía inerte en el suelo el Miguel Sánchez-Pastor León, abogado además de concejal, «casado y habitante en calle Compañía, 57». Aunque lo desplazaron también a calle Alcazabilla para tratar de hacer algo por su vida, fue en vano y el edil murió. Para hacerse una idea de lo violento que resultó el enfrentamiento, basta un detalle de la autopsia que se le realizó al cadáver y que recogía con todo lujo de detalles 'El Cronista': en total, doce heridas de arma blanca repartidas por todo el cuerpo «y en su mayoría mortales de necesidad». «De la mesa de operaciones -continúa la crónica- fue puesto en una sencilla caja negra con adornos del mismo color y una cruz dorada».

Con el Círculo Mercantil cerrado y el desconcierto ciudadano recorriendo todo el tramo que separaba la sede de calle Larios de la Casa de Socorro, el juez que decidió dejar en libertad a Mariano Briales y a García Guerrero unas horas antes bajo el juramento de su palabra de honor se personó en la calle Alcazabilla para tomarles declaración junto a Pedro Armansa, el agraviado que dio origen a este duelo a muerte aunque finalmente en libertad tras confirmarse que no había tomado parte en los hechos. «El juez hizo algunas preguntas al señor Briales (don Mariano), censurándole su conducta pues había faltado a la palabra de honor que horas antes le diera», recoge la crónica, que aporta más datos sobre su hermano Eduardo: «En vista de que las lesiones del señor Eduardo eran leves, dispuso el señor juez que fuera enviado a la cárcel, cuya orden se ejecutó inmediatamente por una pareja de guardias». Y allí quedó incomunicado. Sobre la suerte posterior de los implicados pocos datos se publicaron en los días posteriores, ya que los periódicos concluyeron que «son versiones que no podrán ampliarse ni tener carácter oficial mientras la averiguación de los hechos exactos esté en estado de sumario (...)».

Con ese capítulo cerrado, las miradas se centraron de inmediato en las honras fúnebres del edil asesinado, que fue conducido por una numerosa comitiva hasta el cementerio histórico de San Miguel, donde hoy siguen reposando sus restos. Lo hacen en el panteón número 85, levantado hacia el año 1882 para acoger a los descendientes de los Sánchez-Pastor y de Francisco Rosado Pérez, pariente de estos últimos y que fue teniente alcalde de Málaga.

Reproducción de la página del Diario 'Abc' donde también se hacía referencia a la 'Colisión sangrienta' en Málaga. Hemeroteca 'Abc'

El hijo del exalcalde de Málaga

Pero las curiosidades y los sorprendentes giros de esta historia dan para más: aunque no hay ningún documento oficial que certifique la filiación, todos datos que conserva el camposanto sobre el origen de cada uno de los Sánchez-Pastor enterrados en el panteón permiten concluir que el edil muerto en el Círculo Mercantil era hijo de Miguel Sánchez-Pastor Drago, que fuera alcalde de Málaga en varias ocasiones entre los años 1883 y 1891, según las evoluciones políticas. La certeza de que existe un vínculo paterno-filial entre ambos queda reforzada en el hecho de que el segundo apellido del edil muerto en la reyerta es León y la esposa del primer edil, también enterrada en el panteón, es Concepción León.

Sánchez-Pastor Drago, alcalde muy conocido en la Málaga de finales del siglo XIX porque también ejerció con éxito como abogado y procurador (de hecho llegó a ser presidente de este último colegio profesional) es, de hecho, quien da nombre a la céntrica calle Sánchez-Pastor. Aunque tampoco existe constancia definitiva sobre la fecha en la que el alcalde murió y si, por lo tanto, vivió la tragedia que acabó con su hijo Miguel, la enorme esquela que 'El Cronista' publicaba el día después de la disputa mortal hablaba de «afligidísimos padres, hermanos, hermano político y demás familia y amigos», sin hacer referencia a que ninguno de ellos hubiera fallecido previamente.

Vista del panteón número 85 del cementerio histórico de San Miguel, donde reposan los restos del concejal abatido y su familia. Francis Silva

A pesar de que los ecos de esta reyerta a muerte apenas hayan llegado a nuestros días, aquel episodio dejó una huella profunda en la sociedad de principios del siglo XX, hasta el punto de que cinco días después de aquella jornada de luto Cruz Roja pidió al gobernador civil que anulara las licencias de armas. Y con ellas, la posibilidad de que un simple desencuentro entre adversarios políticos saltara de las páginas de actualidad municipal a las de la crónica negra, como ocurrió en aquella jornada del 5 de agosto de 1905 en la que Málaga se tiñó de luto y de sangre.

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