
Pueblo Blanco, Andalucía en el corazón de Torremolinos
A la sombra de la historia ·
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A la sombra de la historia ·
Víctor heredia
Miércoles, 26 de agosto 2020, 00:23
A principios de los años setenta Torremolinos era una referencia consagrada en el turismo internacional. En poco más de una década el pueblo-barriada pasó ... de ser un discreto lugar de descanso de familias malagueñas y personajes adinerados a convertirse en una ciudad consagrada al turismo de masas. El espíritu elitista del Pez Espada se fue diluyendo en una sucesión de bloques de apartamentos y grandes hoteles destinados a satisfacer los deseos de ocio y diversión de nacionales y europeos.
Torremolinos inspiraba novelas y protagonizaba películas. Su fama se extendía por todo el mundo, pero en esos años iniciales de la década de 1970 la crisis económica europea estaba afectando al desarrollo de la que fuera punta de lanza del turismo español. Fue precisamente en esos momentos cuando apareció en el panorama urbano torremolinense un conjunto arquitectónico diferente al estilo internacional dominante en los años anteriores: Pueblo Blanco.
Las urbanizaciones turísticas basadas en la arquitectura tradicional andaluza se habían empezado a desarrollar a finales de los sesenta. Frente al predominio de los grandes edificios funcionales y racionalistas, las promociones de estilo neopopular seguían el modelo de localidades como Casares. Entonces proliferaron en la Costa del Sol los llamados 'pueblos andaluces', con el objetivo de atraer a un tipo de turista o residente que buscaba una forma de vida que le recordara a la de los núcleos rurales de la región.
En Fuengirola el inglés Bryan Hingson –conocido como Juanito López– promovió Pueblo López, diseñado por el arquitecto José Antonio Marqués Sainz. El éxito de Pueblo López propició la aparición de conjuntos arquitectónicos similares en la Costa, como Puebla Blanca, construida en 1970 por Vicente Pitarch empleando materiales procedentes del abandonado pueblo de Peñarrubia, o Puebla Lucía, del mismo promotor, ambas también en Fuengirola. Otra referencia importante fue el 'pueblo tradicional marinero' que acompañó al nuevo puerto deportivo de José Banús. Dentro de esta 'arquitectura de souvenir', como la ha definido Francisco Moreno, tenemos que incluir Pueblo Blanco.
Esta pequeña urbanización se sitúa en pleno corazón de Torremolinos, entre las calles Casablanca y Skal, muy cerca de La Nogalera, donde unos años antes ya se había incluido una zona de 'pueblo andaluz' en la famosa urbanización diseñada por Antonio Lamela. El proyecto de Pueblo Blanco se debió al arquitecto Antonio Jesús Valero Navarrete, quien dibujó un recinto peatonal tranquilo, formado por callejones, soportales, pasadizos y placitas que se asemejan más a patios privados que a espacios públicos. El cuidado por los detalles se aprecia en las paredes encaladas, pero sobre todo en el uso de materiales tradicionales como la madera, las tejas y las rejerías, a veces reaprovechadas de construcciones antiguas y en otros casos imitándolas.
Dentro de la vertiente regionalista mítico-historicista del estilo del relax, de esa interpretación de la arquitectura tradicional desde el punto de vista del extranjero –de lo que espera encontrar el turista–, Pueblo Blanco ha sido alabado por constituir una «renovación acertada del tipismo» (J. L. Cabrera) y «el resultado de la búsqueda de una irregularidad que lo hace parecer más convincente» (Maite Méndez).
La comercialización de los apartamentos y locales comenzó en 1975. Los encargados de la promoción, Carlos Krauel y Salvador Díaz, organizaron numerosas actividades para dar a conocer el conjunto, como la celebración de un rastrillo de antigüedades los domingos, la convocatoria de concursos de pintura al aire libre o la instalación de cruces de mayo.
Las callejuelas y placetas de Pueblo Blanco recibieron nombres evocadores como Soleares, Fandango, Seguirillas, Tarantos, Verdiales o Tientos. En un primer momento en sus bajos se abrieron restaurantes, bodegones y bares, pero a finales de los años ochenta se convirtió en uno de los centros de la marcha malagueña, con locales como Gypsy, La Vaquería, No se lo digas a mamá o Salsa Rosa. Allí nació en 1991 el ZZ Pub y de aquella época perviven La Barraca, La Gorila y el Shawarma Simón. Incluso sirvió de escenario para videoclips del grupo Danza Invisible como el de la canción 'Naturaleza muerta'. Las quejas de los vecinos y la competencia de otras zonas de ocio dejaron atrás aquellos años de esplendor nocturno, pero hoy en día Pueblo Blanco sigue siendo un rincón agradable y tranquilo para comer y tomar una copa en el corazón de Torremolinos.
La ambientación historicista de Pueblo Blanco no se limitó al diseño arquitectónico de los edificios, sino que quedó reforzada con la disposición de diversos elementos originales que pretendían avalar la 'autenticidad' del conjunto y que procedían en su mayor parte de los derribos del barrio de El Perchel. De las piezas utilizadas para otorgar ese ambiente andaluz todavía se pueden contemplar algunas, como una bañera de mármol, una fuente de pared con un mascarón del siglo XVIII o una inscripción en caracteres góticos con un escudo que se refiere a una capilla de Gonzalo Gil.
En la plaza de los Tientos se colocó una fuente circular en cuyo centro se levanta un pedestal metálico rematado por una de las 'fuentes de la olla' que se instalaron en los barrios de la capital malagueña por iniciativa del ingeniero José María de Sancha en 1878. Su nombre popular se debe a la vasija de inspiración clásica que la gente reconoció como una olla. Solo se conservan tres, dos en Málaga y ésta de Pueblo Blanco.
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