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Marie-Laetitia Bonaparte-Wyse. Musée Carnavalet-Histoire de Paris
La princesa Rattazzi, una Bonaparte en Málaga

La princesa Rattazzi, una Bonaparte en Málaga

A la sombra de la historia ·

La crónica social de la Málaga de los primeros años de la Restauración tuvo en una gran dama europea a una de sus mayores animadoras

VÍCTOR heredia

Domingo, 16 de octubre 2022, 18:38

La crónica social de la Málaga de los primeros años de la Restauración tuvo en una gran dama europea a una de sus mayores animadoras. El protagonismo de la princesa Rattazzi se manifestó, en primer lugar, con una larga visita que fue ampliamente recogida por la prensa local y, unos años más tarde, con su enlace matrimonial con un ingeniero malagueño, celebrado en el incomparable marco de la Catedral.

Marie-Laetitia Bonaparte-Wyse era nieta de uno de los hermanos de Napoleón, Luciano Bonaparte. Nació en Waterford (Irlanda) en 1831, hija de Laetitia Bonaparte y del oficial John Studholm, aunque adoptó el apellido del marido de su madre, sir Thomas Wyse, del que estaba separada. La joven Marie-Laetitia se formó en París, donde empezó a desarrollar sus inquietudes intelectuales y tuvo la oportunidad de tratar a personalidades de la cultura francesa como Víctor Hugo, Eugène Sue o Alejandro Dumas.

Interior de la Catedral de Málaga hacia 1880. (Instituto del Patrimonio Cultural de España)
Imagen - Interior de la Catedral de Málaga hacia 1880. (Instituto del Patrimonio Cultural de España)

A la edad de 17 años contrajo matrimonio con el aristócrata alsaciano Frédéric Joseph de Solms, del que se separó poco después. Tuvo un hijo cuya paternidad se atribuyó en algunos círculos parisinos al conde Alexis de Pommereu. Expulsada de Francia por sus ideas políticas cuando su primo Napoleón III se proclamó emperador (era pública su enemistad con Eugenia de Montijo), se instaló en Turín y empezó a desarrollar su carrera como periodista y escritora. Además, era una consumada especialista en la pintura de miniaturas. Utilizó varios seudónimos a lo largo de su prolífica vida literaria como Barón de Stock, Bernard Camille, Conde Vasile o La Muse des Alpes, entre otros.

En su visita a Málaga desplegó una intensa actividad, desde el teatro Cervantes hasta el Instituto de Segunda Enseñanza

Después de enviudar de su primer marido, en 1863 se casó con el político Urbano Rattazzi, varias veces primer ministro de la nueva Italia reunificada. Fruto de este enlace nació en 1871 su hija Isabel Roma, que vino al mundo en la ciudad de la que llevaba el nombre. En estos años desplegó una intensa actividad publicando libros y editando revistas y nunca desdeñó una buena polémica. Madame Rattazzi quedó viuda en 1873, regresando entonces al efervescente París de la III República para poco después trasladarse a España acompañada de su hija.

Bien pronto se integró en el ambiente político y social del Madrid de Alfonso XII y entabló amistad con personalidades relevantes como el malagueño Cánovas del Castillo, Sagasta, Castelar y Emilia Pardo Bazán. Esta última era asidua a las veladas literarias que organizaba la princesa Rattazzi, como era conocida en la prensa. Su libro 'L'Espagne moderne' (1879) refleja el conocimiento que adquirió de las circunstancias intelectuales, sociales y políticas del país en los primeros años de la Restauración.

En uno de sus viajes por nuestro país llegó a Málaga el 4 de abril de 1877. En los siguientes días desplegó una intensa actividad en la ciudad. Asistió al Teatro Cervantes, visitó la Academia de Bellas Artes, el partido constitucional le ofreció un banquete en la Fonda de la Alameda, acudió al Santuario de la Virgen de la Victoria y regaló una joya a la patrona. Pero quizás la visita más significativa fue la que hizo al Instituto de Segunda Enseñanza y a sus colecciones de Física, Química e Historia Natural, donde demostró sus conocimientos científicos. Además, recorrió el Cementerio de San Miguel, la Alameda y el Paseo de la Farola, entre otros lugares de la ciudad. La ilustre viajera animó la vida local en las casi dos semanas que permaneció en Málaga.

Luis de Rute, tercer marido de Leticia

Luis de Rute Giner nació en Málaga en 1844. Primo de Francisco Giner de los Ríos, fue uno de los accionistas fundadores de la Institución Libre de Enseñanza. Como ingeniero ocupó la jefatura de Obras Públicas de Granada. Como político estuvo vinculado al partido liberal y fue diputado por el distrito de Vélez-Málaga en cuatro legislaturas. Ocupó los cargos de subsecretario de Gobernación y de Presidencia y director general de Beneficencia y Sanidad. También se dedicó al periodismo y fue colaborador habitual de varias publicaciones.

La boda tuvo lugar en la Catedral el 19 de enero de 1880. La madrina fue la reina Isabel II, representada por Rosalía Ruiz. La novia lucía un lujoso vestido adornado con la banda de damas nobles de María Luisa. El obispo bendijo la unión y posteriormente se celebró un suntuoso banquete en la Fonda de la Alameda.

Rute falleció en Granada, a consecuencia de una pulmonía, en abril de 1889, mientras su esposa se encontraba en París con motivo de la Exposición Universal de ese año.

El año anterior había conocido a Luis de Rute, con quien contrajo matrimonio en Málaga en 1880. La pareja se instaló en Madrid y adoptó a dos hijas, Dolores y Teresa, falleciendo la primera a muy corta de edad en un fatídico accidente y padeciendo la segunda una discapacidad que la mantuvo aislada hasta su muerte, poco tiempo después de la de su madre.

La condesa de Solms, la princesa Rattazzi, la señora de Rute, Marie Laetitia Bonaparte-Wyse, la mujer de las múltiples identidades, continuó su labor intelectual hasta el mismo momento de su muerte, ocurrida en París el 6 de febrero de 1902. Su intensa biografía recorre la historia europea del siglo XIX. Mujer polifacética y creadora prolífica como pintora, poeta y escritora, Francisco Aránega y José A. Serrano –autores de una biografía de María Leticia– la han descrito como la 'princesa rebelde'. Esta apasionada mujer se definía así: «Mi fuerza real e indiscutible proviene de la tenacidad y de que jamás he tenido miedo a crearme enemigos. Más diré: la torcida voluntad de estos últimos me ha prestado mejores servicios que la apasionada devoción y el extremoso entusiasmo de mis amigos constantes».

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