Manuel Márquez Mira explica las características del modelo Heraldo. citesa.blogspot.com
A la sombra de la historia

Los precursores de la Málaga tecnológica: un espía y un hombre cualquiera

VÍCTOR HEREDIA

Miércoles, 25 de agosto 2021, 00:12

En los últimos tiempos se insiste repetidamente en la vocación de Málaga como polo de desarrollo tecnológico. Las continuas noticias de iniciativas locales en este ... ámbito y de la llegada de multinacionales de renombre con proyectos vinculados a las nuevas tecnologías permiten vislumbrar un futuro esperanzador en un mundo extremadamente competitivo. La existencia del Parque Tecnológico de Andalucía, ahora denominado Málaga Tech Park, desde 1992 ha sido una buena base para consolidar esa vocación. Pero todo tiene un origen y hay unas personas que eligieron la ciudad para instalar unas empresas pioneras que marcaron el camino a todo lo que ha venido posteriormente.

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Esas iniciativas precursoras ya fueron tratadas en el libro 'Málaga Tecnológica. La introducción y el impacto de las nuevas tecnologías en el desarrollo industrial de la ciudad (1950-2012)', que publicó la Fundación Málaga y del que son autores Elías de Mateo y el que escribe estas líneas. Recuperemos brevemente la historia de los creadores de las primeras empresas tecnológicas de la ciudad.

El primero fue un espía alemán. Theodor Schade nació en Düsseldorf en 1907. Estudió ingeniería electrónica en la Technische Hochschule de Hannover y, según la breve biografía que escribió su hija Gisela, a finales de los años veinte empezó a trabajar en la compañía Siemens en Berlín, desempeñando sus funciones en el novedoso sector de la tecnología para radio y televisión. Cuando Alemania inició la Segunda Guerra Mundial se integró en el Abwehr, el servicio de inteligencia militar del Reich. Como agente de la sección dedicada a la fuerza aérea estuvo destinado en la embajada en Madrid y usó el alias de Dr. Schubert para conocer detalles técnicos de los aparatos aliados que se estrellaban en territorio peninsular. En una huida de película, salió de Berlín justo después del suicidio de Hitler pilotando un Heinkel que acabó llegando a España. Uno de sus dos hijos murió en la guerra.

En nuestro país encontró la acogida de las autoridades franquistas, que lo protegieron frente a las demandas de repatriación de los aliados. El conocimiento del idioma y los contactos que había establecido en los años anteriores le permitieron iniciar su particular aventura industrial en Málaga. Su formación le llevó a crear en 1955 una empresa que cubría en parte el déficit de materiales electrónicos en la España de la autarquía. Se llamaba Central Técnica Científica (CTC), tenía su sede en la Plaza de San Francisco y varios locales en las calles Ferrándiz, Alderete y Don Rodrigo. Se dedicaba a la fabricación de condensadores a partir de varias patentes registradas por el propio Schade y llegó a atender en poco tiempo el 90% de la demanda nacional.

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Teodoro Schade

El germen

El éxito de CTC llamó la atención de la multinacional alemana en la que ya había trabajado Schade en su juventud, Siemens, que acabaría por absorber a la empresa malagueña de espíritu germánico en 1964. Poco después se construyó una moderna fábrica de componentes electrónicos en la carretera de Cártama, que funcionó más adelante como Siemens-Matsushita y luego como Epcos. Instalada desde 2010 en el PTA, opera actualmente dentro del grupo japonés TDK. Schade murió en Málaga en 1994.

Nuestro segundo nombre es Manuel Márquez Mira, quien tituló su autobiografía como 'La vida de un hombre cualquiera'. Este malagueño injustamente olvidado nació en Torrox en 1904. Con quince años ingresó en el Cuerpo de Correos y Telégrafos, lo que no impidió que continuara estudiando hasta convertirse en uno de los primeros ingenieros españoles salidos de la recién creada Escuela de Estudios Superiores de Telecomunicación. En 1926 entró en Standard Eléctrica, filial española de la multinacional norteamericana ITT, que trabajaba para la Compañía Telefónica. Compatibilizó su labor profesional con la docencia en la mencionada Escuela Superior.

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Interior de la fábrica de Citesa. citesa.blogspot.com

Tras la Guerra Civil sufrió la depuración de sus cargos académicos pero pudo continuar su carrera en Standard. En esta empresa fue escalando puestos de responsabilidad hasta alcanzar la presidencia. Como presidente del Instituto de Ingenieros Civiles de España ocupó un asiento de procurador en las Cortes franquistas desde 1958. Como fundador y presidente de Citesa (Compañía Internacional de Telecomunicaciones y Electrónica, S.A.) decidió instalar una fábrica de aparatos telefónicos en Málaga. La amistad entre Manuel Márquez y el alcalde Francisco García Grana fue decisiva para que se levantara la nueva factoría en un amplio solar en el Paseo de Martiricos. Inaugurada en diciembre de 1964, en la planta malagueña se produjeron durante décadas millones de aparatos de los modelos Heraldo, Góndola y Teide que fueron habituales en los hogares españoles.

En 1987 la fábrica fue vendida a la francesa Alcatel y luego pasó a manos de Thomson y Anovo. Fue demolida en 2009, dejando su lugar a un parque público que fue abierto al público hace unos meses, sin alusiones a su pasado como lugar histórico de la tecnología en la ciudad. Y, por supuesto, sin ninguna referencia a Manuel Márquez Mira (fallecido en 1979), uno de los precursores del desarrollo tecnológico en la ciudad.

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Fachada de la fábrica de Secoinsa-Fujitsu J. Estrada

José Solís y Secoinsa

Junto a Siemens, especializada en componentes electrónicos, y Citesa, que producía teléfonos, la tercera empresa que cimentó la vocación tecnológica de Málaga fue Secoinsa. La Sociedad Española de Comunicaciones e Informática, S.A., era una empresa pública creada en 1975. Su misión era reducir la dependencia tecnológica de nuestro país en el sector informático, contando con el apoyo de la japonesa Fujitsu, y su primer presidente fue el político franquista José Solís, natural de Cabra y muy vinculado a la Costa del Sol. Al año siguiente se iba a decidir en un consejo de ministros la ubicación de una planta de fabricación de ordenadores en Corrales de Buelna (Cantabria), pero la intervención de Solís, entonces ministro de Trabajo, hizo que la nueva factoría acabara situándose en Málaga. El centro fabril, que empezó a funcionar en 1979, contaría en el Polígono Guadalhorce con un potente departamento de investigación y desarrollo dirigido por el ingeniero Felipe Romera, que luego pasó a estar al frente del PTA. Siemens, Citesa y Secoinsa-Fujitsu ayudaron a definir esa vocación tecnológica e innovadora que tanto valoramos en nuestros días.

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