Hace un siglo muchos españoles pusieron en el mapa al pueblo malagueño de Pizarra. Esto fue así porque este municipio albergó distintos acontecimientos de gran importancia que recogieron las crónicas periodísticas de la época. En concreto, entre el 12 de enero de 1921 y el 6 de febrero de 1922, esta localidad del Valle del Guadalhorce acogió al rey Alfonso XIII y al presidente y muchos del ministro del Gobierno del país en aquel período.
Publicidad
El más importante de los acontecimientos fue, sin duda alguna, la conocida hoy en los libros de historia como la Conferencia de Pizarra, que se celebró entre los días 4 y 6 de febrero de 1922, para tratar un tema de gran relevancia para el país, la Guerra de Marruecos. En concreto, en ese encuentro se trató la sumisión del rebelde El Raisuni, tras la grave derrota de las tropas españolas en el país magrebí acontecida en el verano anterior.
Para tratar estos asuntos de gran importancia para el presente y el futuro del país, se eligió el Palacio de los Condes de Puerto Hermoso, donde según las crónicas de la época, se congregaron los 'Diez de Pizarra», es decir, los políticos que más tenían que decir sobre la Guerra de Marruecos. En concreto, estuvieron en esta reunión política de alto nivel el presidente del Consejo de Ministros, Antonio Maura Montaner; el ministro de Estado, Manuel González Hontoria; el ministro de Marina, José Gómez-Acebo Cortina, III marqués de Cortina; el ministro de la Guerra, Juan de la Cierva Peñafiel; el Alto Comisario de España en Marruecos, general Dámaso Berenguer Fusté; el jefe del Estado Mayor Central del Ejército, general Luis Aizpuru Mondéjar; el segundo jefe, general Manuel Agar Cincúnegui; el subsecretario de Guerra, Julio Ardanaz Crespo; el jefe del Estado Mayor de la Armada, almirante Buhigas; y el jefe de la Escuadra Naval de África, contraalmirante Juan Bautista Aznar Cabañas. Entre las decisiones importantes que se tomaron allí, destaca la del desembarco en la bahía de Alhucemas, aunque no fue ejecutada hasta 1925, por Primo de Rivera.
Además de contar con el presidente del Consejo de Ministros de la época, se da la curiosa circunstancia de que otros dos de los integrantes de la Conferencia de Pizarra, el general Berenguer y el almirante Aznar fueron también presidentes de los últimos gobiernos de la monarquía, después de la dictadura del general Primo de Rivera.
Los asistentes a este evento nacional, que en el próximo febrero celebrará su centenario, disfrutaron de una estancia en el Palacio de los Condes de Puerto Hermoso, un edificio que todavía hoy se conserva en el centro histórico de Pizarra. La elección de este pueblo del Valle del Guadalhorce se le puede agradecer en parte a Juan de la Cierva Peñafiel, ministro de la Guerra, quien ya había conocido tanto el inmueble como la localidad en una anterior visita con el rey Alfonso XIII, en la que ostentaba la cartera de Fomento.
Publicidad
Pizarra cumplía con un requisito importante geográfico para la celebración de esta conferencia, la relativa cercanía a Marruecos. En este sentido, el historiador Alejandro Rosas explica que «desde el pueblo a Málaga había un corto trayecto en tren hasta Málaga, en cuyo puerto podrían embarcar de urgencia los responsables del Gobierno en Marruecos si los hechos lo requirieran».
Entre las anécdotas que han trascendido de aquel encuentro Alejandro Rosas recuerda que «el presidente Maura al término de la conferencia «peregrinó a la ermita de la Virgen de la Fuensanta», situada a los pies de la sierra de Gibralmora, que sigue siendo hoy uno de los edificios religiosos más importantes de la comarca del Valle del Guadalhorce.
Publicidad
De la Cierva, que era el padre del famoso ingeniero que inventó el autogiro, como se dice más arriba, ya conocía tanto el palacio como el pueblo, ya que en mayo del año anterior pernoctó allí junto al rey Alfonso XIII. Fue justo en la noche del 21 de mayo de 1921, es decir, horas más tarde de haber colocado la última piedra de la construcción de la presa del pantano del Chorro, en el término municipal de Ardales.
Pizarra, que contaba ya con estación de tren, era un lugar idóneo para que el monarca descansara antes de hacer la visita a la ciudad de Málaga, donde lo esperaban al día siguiente. Además, Alfonso XIII tenía un lugar idóneo donde pernoctar, el antes mencionado Palacio de los Condes de Puerto Hermoso. El rey tenía una vinculación personal con sus anfitriones. Como apunta Alejandro Rosas, el conde, Fernando de Soto y Aguilar , «era también marqués de Arienzo, Grande de España, Senador del Reino y Gentilhombre de Cámara de Su Majestad, mientras que la condesa, Carmen Domecq y Núñez de Villavicencio, era dama de la Reina Victoria Eugenia; ambos tenían muy relación muy estrecha con la Casa Real».
Publicidad
Sobre aquella visita real hay una crónica muy detallada de la Unión Mercantil, escrita por su director, Pedro Alfaro Gutiérrez. Así, se sabe que el rey Alfonso XIII fue agasajado en el palacio pizarreño con una cena sencilla, pero de gala. «Albergado S. M., sirvióse una comida íntima a la que asistieron además del Rey y los personajes de su corte, los dueños de la casa y hasta una docena de amigos e significada prosapia», se recoge en esa crónica.
El monarca estuvo muy a gusto en aquella velada. De hecho, así se refleja en el antes mencionado reportaje periodístico: «Al monarca- su resistencia física es prodigiosa- hubieron de llamarle la atención a la una y media de la madrugada, advirtiéndole que había que madrugar, porque hablaba sin tregua y su animadísima charla tenía encantados a los que le escuchaban». El rey salió al día siguiente a las nueve de la mañana para ir a Málaga.
Publicidad
En su corta estancia a Pizarra, el monarca se llevó el cariño de sus vecinos, que lo recibieron y lo despidieron con alegría. De aquella visita, se sabe también que el pueblo sacó la promesa regia -cumplida poco después- de la concesión de una estación telefónica, en la que tuvo mucho que ver la mediación del conde de Puerto Hermoso. También se hicieron algunas mejoras en materia de educación.
Tanto en esa crónica como en otras se relatan la algarabía con la que fue recibida el monarca en Pizarra e incluso la belleza del pueblo y su entorno. En su paisaje, además de las fértiles parcelas con cítricos, llamaba la atención la imagen del Santo sobre la sierra de Gibralmora, un Sagrado Corazón de espectaculares dimensiones que llevaba tan sólo unos meses allí puesto gracias al empeño que pusieron tanto el conde de Puerto Hermoso como el Padre Arnáiz, un jesuita muy unido a la provincia de Málaga. A aquel acto de inauguración asistió el obispo de Málaga, Manuel González García, beatificado y canonizado años más tarde. El religioso fue el encargado de bendecir el monumento y presidir la consagración del municipio. Precisamente, el pasado 12 de enero se cumplió el siglo de la instalación de aquella primitiva imagen, que, después fue abatida y destruida durante la Segunda República, pero se repuso una en 1995.
Noticia Patrocinada
Para Rosas, estos tres acontecimientos se pueden resumir como «el bienio áureo de Pizarra», es decir los dos años dorados que vivió la localidad entre 1921 y 1922, en las que se recibieron tres visitas importantes: «la episcopal, la real y la gubernamental»
Después, vendría la dictadura de Primo de Rivera, la Segunda República, la Guerra Civil y el Franquismo, unos años difíciles no sólo para el pueblo sino para todo el país.
Suscríbete durante los 3 primeros meses por 1 €
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión
Te puede interesar
Publicidad
Te puede interesar
Utilizamos “cookies” propias y de terceros para elaborar información estadística y mostrarle publicidad, contenidos y servicios personalizados a través del análisis de su navegación.
Si continúa navegando acepta su uso. ¿Permites el uso de tus datos privados de navegación en este sitio web?. Más información y cambio de configuración.