Cuentan las crónicas familiares que Pablo Ruiz Picasso estuvo a punto de morir en el parto. Su tío Salvador, el médico de la familia, sostuvo ... en brazos a un niño que apenas respiraba. Entonces le sopló a la cara el humo del puro que estaba fumando y el recién nacido empezó a llorar. Eran las once y cuarto de la noche del 25 de octubre de 1881. En Málaga ese día sopló levante. El nacimiento tuvo lugar en la segunda planta del número 36 de la entonces llamada plaza de Riego (hoy número quince de la plaza de la Merced, Casa Natal) en las conocidas como Casas de Campos, que se habían levantado pocos años antes sobre los 10.170 metros cuadrados que ocupaba el inmenso convento de Nuestra Señora de la Paz.
Publicidad
José Ruiz Blasco, padre del bebé, era profesor de dibujo en la Escuela de Artes y Oficios de la plaza de la Constitución, ocupación que completaba con la de conservador del Museo Municipal, entonces apenas un almacén en la segunda planta del Ayuntamiento. Le apodaban 'el palomero' porque su especialidad era pintar bodegones en los que abundaban las palomas y lilas. María Francisca Picasso López pertenecía a una familia liberal de clase media y tenía diecisiete años menos que su marido, algo relativamente normal en la época. Decidieron que su primer hijo se llamaría Pablo, en recuerdo de un tío suyo sacerdote fallecido dos años atrás. Fue bautizado el 10 de noviembre en la iglesia de Santiago y le pusieron los nombres de Pablo, Diego, Francisco de Paula, Juan Nepomuceno, María de los Remedios, Crispiano (por el santo del día en el que nació), de la Santísima Trinidad.
Su madre no pudo darle el pecho. Le amamantó su madrina, María de los Remedios Alarcón Herrera. Cuando Pablito tenía apenas tres años, la familia se mudó a la tercera planta del número 32 (hoy 17), por ser un piso más amplio. El futuro pintor se crio rodeado de mujeres: su alegre madre; su abuela Inés, la que le contaba historias maravillosas; sus tías Eladia y Heliodora, que se pasaban el día haciendo encajes y bordados; y la criada Ana, natural de Iznate.
El niño Picasso jugaba en la plaza más romántica de Málaga, con su pantalón a rayas, a la bolaera, al corre que te pillo, a los toros, al salto del palo, con su hermana Lola, sus primas y sus amigos César Burgos, Francisco Boigas o Enrique López Alarcón. En la arena de la plaza trazaba sus primeros arabescos y, quizá, sus primeros dibujos. Su juego favorito consistía en recortar figuras de papel con formas de animales, utilizando las tijerillas de bordar de sus tías. Se pasaba las horas muertas dibujando para sus hermanas y primas. «Soy el único niño que no ha montado en bicicleta. A mí solo me interesaba pintar», recordaba Picasso ya adulto.
Publicidad
En cierta ocasión, mientras correteaba entre los árboles, divisó a lo lejos la imagen de un señor alto que Pablo confundió con su padre volviendo del trabajo. Corrió hacia él y metió la cabeza entre sus piernas. Extrañado porque no le hacían ningún mimo ni carantoña, descubrió a un señor barbudo desconocido. Pablito huyó hasta su casa para refugiarse en el regazo materno. En otra ocasión, Picasso recordaba que dos niños pequeños, posiblemente hermanos, salieron con una sillita a la ancha cornisa (de unos cincuenta centímetros de ancho) que recorre la cuarta planta del edificio. Los niños se sentaron de cara al vacío. Los transeúntes se paraban sin saber qué hacer. Finalmente, los padres consiguieron atraer a sus hijos y evitar la tragedia.
Entonces la plaza de la Merced estaba llena de vida y no de turistas. En sus quioscos los malagueños se refrescaban. Por los portales pasaba el afilaor; el lechero, que ordeñaba las cabras delante de sus clientes; el hombre de la nieve, anunciando su mercancía con un clarín o trompeta...
Publicidad
Al niño Picasso le encantaba estar en la cocina, con todos aquellos cacharros de formas tan sugerentes. Lo que más le gustaba eran los boquerones fritos y los huevos con pimientos, tomates, cebollas y papas. Y los borrachuelos y bollos de aceite rellenos de cabello de ángel. Acompañaba a su padre a los toros. En una ocasión le llevó a la feria de ganado que se celebraba en el Guadalmedina. Lo que no le gustaba era el colegio. Estudió en el de San Rafael, en la calle Comedias, y aprobó a los nueve años el examen de ingreso al bachillerato, justo antes de marchar para La Coruña. El Ayuntamiento de Málaga había suprimido el puesto de conservador del museo y su padre había sido contratado en la ciudad gallega como profesor de Bellas Artes.
El reloj de la catedral se detuvo a las 20.56 horas del día de Navidad de 1884. José Ruiz Blasco estaba de tertulia en la farmacia Mamely (hoy Bustamante), cuando presenció cómo los albarelos se caían al suelo por la fuerza de la sacudida. Rápidamente cruzó la plaza y corrió hasta su casa para poner a salvo a su familia. La plaza de la Merced se llenó de gente y allí se refugiaron los actores que representaban una zarzuela en el teatro Cervantes. Hacía mucho frío y llovía. Algunos llegaron a instalar tiendas de campaña.José Ruiz, con su mujer embarazada, las dos tías, su suegra, la criada y Pablito, se marchó a la casa de su compañero el pintor Antonio Muñoz Degrain. Este vivía en el número 62 de la calle Victoria en un edificio más seguro, porque estaba construido pegado a las rocas de monte. El 28 de diciembre nació en esta casa Lola Ruiz Picasso, que en la familia sería conocida como la terremotica.
Suscríbete durante los 3 primeros meses por 1 €
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión
Te puede interesar
Pillado en la A-1 drogado, con un arma y con más de 39.000 euros
El Norte de Castilla
Publicidad
Utilizamos “cookies” propias y de terceros para elaborar información estadística y mostrarle publicidad, contenidos y servicios personalizados a través del análisis de su navegación.
Si continúa navegando acepta su uso. ¿Permites el uso de tus datos privados de navegación en este sitio web?. Más información y cambio de configuración.