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Panorámica de la ampliación del Parque y el puerto en el año 1910. Archivo UMA
¿Quiénes son los personajes que dan nombre a los muelles del Puerto de Málaga?

¿Quiénes son los personajes que dan nombre a los muelles del Puerto de Málaga?

El Muelle Uno está dedicado a Ricardo Gross, el Palmeral de las Sorpresas recuerda al marqués de Guadiaro y la entrada al recinto rinde homenaje a Cánovas del Castillo. Aunque actualmente el público los llame de otra forma, en su día se ganaron a pulso pasar a la historia a través de sus muelles

Lunes, 4 de noviembre 2024, 00:32

¿Quién no tiene en su agenda cotidiana un paseo de fin de semana por el Palmeral de las Sorpresas o un tapeo y unas cañas en las terrazas del Muelle Uno? Que Málaga es lo que es gracias a su puerto y a la historia que lo han transformado a lo largo de los siglos es algo que ya nadie discute, aunque también es un hecho que durante demasiados años la ciudad vivió de espaldas al mar y a la actividad portuaria que latía tras el enorme muro que se levantaba en parte de su perímetro. Su derribo y la inauguración, en el año 2011, de estos dos nuevos espacios pensados para el ocio supusieron una auténtica revolución no sólo para la urbe; también para el propio Puerto, acostumbrado hasta el momento a que sus muelles se limitaran a la vida comercial, logística y marítima.

Trece años después de aquel hito, malagueños y turistas han incorporado estos nuevos espacios a sus rutinas y han devuelto el pulso a sus muelles, sobre todo a los de la zona este. Y lo han hecho, además, con una terminología propia, caso del Palmeral de las Sorpresas o el Muelle Uno. Ahora bien, los nombres reales de estos espacios portuarios no tienen nada que ver con la manera en la que se les conoce popularmente hoy en día: en realidad, los muelles históricos (del 1 al 7) están bautizados y dedicados a la memoria de las personalidades que los hicieron posibles, personajes ilustres del siglo XIX que impulsaron de una forma u otra la ampliación del Puerto de Málaga en un momento clave para ciudad.

En la actualidad ya no se asignan nombres propios a los muelles -ahí tenemos el ejemplo del Dique de Levante-, pero sí fue una costumbre durante el último tramo del siglo XIX y principios del XX. Y aunque hoy en día nadie entendería una cita para cenar en el Muelle de Ricardo Gross o el del Marqués de Guadiaro, sí resulta curioso ver de dónde vienen esas denominaciones. Por aportar el contexto necesario, los cinco nombres que bautizan a los muelles históricos recuerdan a otros tantos grandes hombres que, si no contemporáneos entre sí, pusieron su talento, trabajo e influencia al servicio de la ampliación del Puerto, gestada en paralelo a la construcción del Parque de Málaga y considerada la obra de ingeniería más fabulosa de nuestra historia. Y en el epicentro de este enorme trabajo en varios frentes, Antonio Cánovas del Castillo, el único presidente de Gobierno que ha dado Málaga y responsable de que el proyecto fuera una realidad. El político, al igual que otros personajes Manuel Agustín Heredia o Carlos Larios, pertenecía al conocido como 'clan de la Alameda', el conjunto de familias burguesas que hizo de la Málaga del XIX una plaza imbatible en la escena nacional.

Ahora que el puerto celebra el 150 aniversario de la creación de la Junta del Puerto de Málaga -la estructura administrativa que dio lugar a lo que es hoy en día la Autoridad Portuaria- es un buen momento para repasar quién es quién en esos muelles.

1. Muelle Uno (Muelle Ricardo Gross): 

Es la gran zona de ocio por excelencia: allí conviven las embarcaciones de recreo con los yates y megayates, además de un amplio espacio para restauración y tiendas. Y aunque todos lo conozcamos como el Muelle Uno, en realidad es el Muelle Ricardo Gross. Ricardo Gross Orueta (Málaga, 1872-1941) tuvo un papel determinante en el impulso de la Málaga cultural de principios del siglo XX. Además, llegó a presidir la Junta de Obras del Puerto, y su gestión fue tan eficaz que un año después de su muerte, al colocarse la primera piedra del nuevo muelle 1, las autoridades portuarias decidieron que llevara su nombre. Más allá de su vinculación con el puerto, Gross fue presidente de la Real Academia de Bellas Artes de San Telmo entre los años 1913 y 1917 y durante su mandato, en 1916, se impulsó el Museo Provincial de Bellas Artes, germen del actual Museo de Málaga, con sede en la Aduana. Otra de sus aportaciones clave a la ciudad fue la Congregación de Mena, ya que gracias a él fue posible la fusión de la Hermandad del Cristo de la Buena Muerte con la antigua Cofradía de la Virgen de la Soledad. Fue el primer hermano mayor y, además, elegido por aclamación.

2. Muelle 2 o Palmeral de las Sorpresas (Muelle Marqués de Guadiaro)

Es el segundo gran muelle dedicado al paseo. Su impresionante pérgola abriga también una terminal de cruceros para buques de pasajeros, varios restaurantes y dos edificios destinados a otros usos (en uno de ellos estuvo durante años el Aula del Mar y el otro alberga el nuevo Centro de Ciberseguridad de Andalucía). Y en realidad lleva el nombre del marqués de Guadiaro. Detrás de este título nobiliario está Carlos Larios y Martínez de Tejada (Málaga, 1816-1896), uno de los Larios más activos en la Málaga del XIX pero también uno de los menos conocidos de la saga. La Casa Larios, a la que perteneció por su condición de sobrino y a la vez cuñado de Martín Larios y Herreros, primer marqués de Larios, estuvo vinculada a todos los grandes proyectos urbanísticos, industriales y políticos de la época -ahí el ejemplo de la fabulosa calle Larios. El caso del marqués de Guadiaro no fue una excepción. Su impulso emprendedor le llevó a poner en marcha la fábrica de tejidos La Aurora, que se convirtió en una referencia en los textiles de lujo, y participó activamente en las obras de mejora del Puerto de Málaga en un momento clave de su ampliación. También contribuyó a la construcción del Teatro Cervantes y sus donaciones fueron vitales para el mantenimiento de la catedral. Además, y como curiosidad, fue uno de los pocos Larios que siempre vivió en Málaga y que no la abandonó cuando el resto de su familia (entre ellos, el primer y el segundo marqués) fueron asaltados en el marco de la revolución de La Gloriosa.

3. Muelle 3 (Muelle de Cánovas)

Es el muelle central, el que coincide con la entrada principal del puerto desde la plaza de La Marina, considerada el 'hall' o zona noble. Allí se ubican el edificio principal de la Autoridad Portuaria y una estación marítima para pasaje (es donde atraca el Melillero) y carga rodante. Y esta 'joya de la corona' se denomina muelle Cánovas porque está dedicado, con toda justicia, a Antonio Cánovas del Castillo (Málaga, 1828- Mondragón, 1897). El político, único presidente de un Gobierno de España nacido en Málaga, fue el último responsable de que las obras de ampliación del Puerto y de la construcción del Parque de Málaga fueran una realidad y que, además, se hicieran en paralelo. De hecho, no es un secreto que utilizó su influencia y sus contactos tanto en el Gobierno como en la Corte para que el proyecto de su ciudad natal saliera adelante. Y no todo fue tan sencillo como se recogía en los planos, sobre todo porque la falta de financiación puso en jaque la obra en más de una ocasión, hasta el punto de que se llegó a plantear dejar en manos privadas el uso del Parque para poder pagar la obra del puerto. Sin embargo, gracias a una real orden impulsada por el propio Cánovas del Castillo y firmada por la reina regente, María Cristina, en el año 1896, se pudo 'cuadrar el círculo': en ella, se entregaba a la ciudad la propiedad de los terrenos del parque para uso y disfrute público y a la vez se establecía un sistema de subvenciones para que la Junta de Obras del Puerto pudiera continuar con la ampliación de las dársenas.

4. Muelle 4 (Muelle Heredia)

Es el único que se denomina con el nombre original del personaje al que rinde homenaje. En concreto, este enorme tramo portuario dedicado a las cargas rodantes, los graneles líquidos y a las mercancías en general -y llamado a transformarse en el medio plazo gracias a un ambicioso proyecto de oficinas- lleva el nombre de Manuel Agustín Heredia Martínez (Rabanera de Cameros, Logroño, 1786- Málaga, 1846). Además, se da la circunstancia de que discurre en paralelo a la gran avenida que también lo recuerda desde la propia ciudad, la avenida Manuel Agustín Heredia, rematada por la imponente escultura en hierro fundido en su honor. Porque si hubiera que vincular a un solo personaje con el despegue de la ciudad en el siglo XIX, ése sería, con permiso de los Larios, Heredia, el todopoderoso industrial que colocó a Málaga en la vanguardia nacional de los negocios de siderurgia. Empresario total y «primer capitalista de España» -así lo bautizó la prensa de la época con motivo de su muerte-, su aportación al Puerto de Málaga fue previa al proyecto de ampliación y estuvo centrada en la limpieza de los muelles, es decir, en el drenaje de arenas, que durante décadas dificultaron la entrada y salida de los barcos.

5. Muelles 6 y 7 (Muelles de Romero Robledo)

El paseo histórico por los muelles del Puerto de Málaga 'salta' del 4 al 6 y 7 (el 5, en concreto, carece de nombre propio, es muy pequeño y apenas tiene uso). Ambos están bautizados con el nombre de Francisco Romero Robledo (Antequera, Málaga, 1838- Madrid, 1906). El último de los protagonistas del gran espacio portuario, cuyos muelles se dedican a la logística y los graneles, fue otro de los políticos de referencia del siglo XIX. Antequerano de cuna, ostentó puestos clave en la estructura del estado y llegó a ser ministro del Gobierno en seis ocasiones, en las carteras de Fomento, Gobernación, Ultramar, Gracia y Justicia. Contemporáneo y compañero de Cánovas del Castillo, también él jugó un papel clave en el complejo equilibrio político que supuso la alternancia de gobiernos conservadores y liberales en el marco de la Restauración. En el caso de la provincia y sus intereses, Romero Robledo actuó de manera similar a la de Cánovas, impulsando todos aquellos proyectos que permitieran que Málaga diera un salto cualitativo en el mapa nacional, y el Puerto y su ampliación no fueron una excepción.

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