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Pocas calles como Carretería, en el corazón del centro histórico, condensan de una manera tan simbólica la transformación de la ciudad a lo largo de los siglos. Considerada en los archivos como la gran vía comercial y de tránsito en una Málaga que aún no disfrutaba del esplendor de calle Larios (inaugurada en 1891), las comparaciones con ésta pueden llevar a concluir que Carretería ha crecido a la sombra de su 'hermana mayor'. Pero nada más lejos de la realidad. Varios siglos antes de que los marqueses de Larios alumbraran su obra urbanística cumbre, en la vecina Carretería ya latía el pulso de una urbe que crecía, intercambiaba, comerciaba, vivía y, sobre todo, lucía. En breve lo hará, además, con una nueva remodelación que le permitirá ganar parte del esplendor perdido.
Para conocer el origen de esta vía tal y como hoy la paseamos, hay que remontarse a los primeros compases de la época cristiana, a finales del siglo XV, y al comienzo paulatino de la urbanización del entorno a partir de la antigua muralla árabe. Es decir, aunque la calle Carretería tenga su origen histórico inmediato en la conquista de los Reyes Católicos y en todo lo que vino después, las verdaderas raíces hay que buscarlas en el urbanismo islámico y en el afán de sus ciudadanos por proteger y defender su ciudad del ataque exterior.
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Por dar contexto, la muralla defensiva que abrazaba la Málaga de la época comienza a proyectarse en el siglo XIII, pero mucho antes -entre los siglos X y XI- se consolida el urbanismo islámico con epicentro en la Alcazaba. El poder político, y las élites comerciales y religiosas estaban asentadas en el interior de esa estructura defensiva, mientras el resto de grupos sociales, como artesanos o agricultores, ocupaban los barrios de alrededor.
El crecimiento de la población y esa necesidad constante de protegerse están en la base de ese nuevo proyecto de muralla, que marca los límites de la ciudad de sur a norte y que tiene en las puertas de entrada y salida sus principales hitos (entre ellas, Puerta Nueva, la de Buenaventura, la de Antequera, la de Granada o la del Mar). Su perímetro arrancaba en la propia Alcazaba y recorría las actuales plaza de La Merced, calle Álamos, Carretería y el Pasillo de Santa Isabel, hasta acabar en Atarazanas. También hay estructuras defensivas en la plaza de la Marina y en el frente situado entre ésta y La Alcazaba (caso del tramo recuperado en el sótano del antiguo edificio de Correos y hoy sede del Rectorado de la UMA).
Este entramado urbano es el que encuentran los Reyes Católicos cuando toman Málaga en el año 1487 y es a partir de ahí cuando se comienza a urbanizar la zona que hoy conocemos como calle Carretería. No obstante, a largo de los siglos también ha sido conocida con los nombres de San Francisco (por la cercanía del convento franciscano de San Luis el Real, hoy la Sala María Cristina), Carretera y Torrijos. Hasta ahí, el escenario físico.
Ahora bien, ¿de dónde viene el nombre de esta calle de 550 metros que marca la división entre el centro histórico, al sur, y la zona norte que ocupan los barrios de La Goleta o San Felipe Neri?
Como en muchos otros casos en el callejero de Málaga, su denominación responde a un carácter puramente funcional. Es decir, la vía representó durante décadas el principal acceso para las carretas y diligencias que surtían a la ciudad de las más variadas mercancías. Prohibido el paso por otras arterias urbanas por las molestias que ocasionaban a los vecinos o directamente porque el trazado hacía imposible el tránsito, la zona que discurría desde Puerta Nueva hacia el norte era el tramo obligado para cualquier mercancía que entraba por tierra a la ciudad.
Despejado el origen de su nombre, llama también la atención la manera en la que comenzó a urbanizarse el entorno de la antigua muralla árabe. No fue a la vez, sino por aceras. En primer lugar, los nuevos residentes comenzaron a construir en los números impares (si se mira hacia el norte, la acera de la izquierda), puesto que la parte derecha estaba ocupada por los restos de la muralla y el foso. Y así se mantuvo hasta el siglo XVIII, cuando una orden municipal vino a poner orden en los graves problemas que esta forma de urbanizar ocasionó en el entorno. ¿Por qué? Porque el foso de la muralla se llegó a convertir en un auténtico estercolero. La basura, los desperdicios y las aguas estancadas y desechadas de las viviendas de la acera de enfrente llegaron a ocasionar un problema sanitario de primer orden (hay que tener en cuenta que en aquella época no había saneamiento). Incluso los vecinos abrían agujeros con sus propias manos en el lienzo de la muralla para depositar allí su basura.
La situación, pues, llego al extremo de que el Cabildo municipal publicó un bando en octubre de 1721 mediante el cual se cedían gratuitamente esos solares del foso a los que quisieran construirse su propia casa y acondicionar su parte del terreno. Eso sí, con la condición de que limpiasen una vez al año, y a su costa, su parte correspondiente de suelo en el caso que aún no hubieran construido. Fue así como las casas fueron adosándose a la antigua muralla.
Este cambio profundo en el urbanismo representó un impulso definitivo para la calle. A partir de ese momento, Carretería comenzó a emerger como una vía comercial en la que se establecerían comercios de tapices, sargas y terciopelos y establecimientos de droguería, perfumería o tabacos. Aquella pujanza hizo también que muchas familias acomodadas decidieran fijar allí su residencia, compitiendo en algunos casos con los esplendorosos palacetes de La Alameda. Aquellas casas señoriales, con los escudos nobiliarios en sus fachadas, terminaron por dar un aire distinguido a la vía.
Allí tuvieron su sede, por ejemplo, las oficinas del Ayuntamiento de Málaga en el año 1898, cuando la arteria urbana aún recibía el nombre de calle Torrijos. También destaca el Palacio de Valdeflores, adosado a la muralla y en el actual número 60, un edificio de finales del siglo XVIII con adiciones en el siglo XIX que fue habilitado con cuadras para caballerías hasta que fue adquirido por la condesa de Albarede para su uso familiar. En la actualidad, es propiedad de la Diputación de Málaga y hay un proyecto en marcha para rehabilitar el espacio, que en los últimos años ha sido sede del Servicio Provincial de la Mujer.
Su interior, aunque deteriorado, permite adivinar el esplendor de épocas pasadas, con un patio enmarcado por arcos de medio punto y sostenidos en columnas de mármol y las pinturas al óleo que se conservan en los techos de la primera planta, que son obra de José Fernández de Alvarado (discípulo de Muñoz Degrain y Moreno Carbonero).
Los contornos de calle Carretería cuentan con otros edificios muy representativos, caso de la Iglesia San Felipe Neri y el Museo del Vino. Aunque si hay que hablar de un espacio popular ligado a la zona, ése es la Tribuna de los Pobres, cuya rehabilitación está a punto de terminar. Lugar emblemático donde los haya, el origen de esa denominación oficiosa (ya casi oficial) de esta escalinata que separa el arranque de calle Carretería con el puente de la Aurora está ligado a la Semana Santa. ¿La razón? Para distinguir ese punto del itinerario de otras tribunas -caso de la de La Alameda o calle Larios-, donde hay que pagar para poder ver las procesiones. En la de los pobres, en cambio, no hay que pagar para disfrutar de los desfiles procesionales, y el público se reparte por la escalinata a modo de tribuna gratuita. Precisamente por eso es uno de los lugares más concurridos.
El recorrido sentimental por la calle Carretería no estaría completo sin una vuelta a los orígenes, es decir, a la muralla nazarí, que pasó del esplendor del siglo XIII hasta el completo abandono en el siglo XVIII. Por fortuna, aún quedan partes del itinerario rescatadas con más o menos fortuna y que pueden ser contempladas, caso del parking de la Plaza de la Marina, los números 62 y 64 de la propia calle Carretería, el edificio del Rectorado de la UMA (en el Paseo del Parque), el Hotel Vincci Posada del Patio, el Hotel Tribuna, la plazuela de la Virgen de las Penas, el Muro de las Catalinas o en las calles Puerta Buenaventura o Pozo del Rey. Sea como fuere, la calle Carretería está a las puertas de recuperar de nuevo su latido. Y, con él, el de su propia historia.
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