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De los nombres de algunas calles malagueñas
A la sombra de la historia ·
Sobre el origen de sus nombres digamos ya desde el principio que el de algunas está muy claro, mientras que el de otras se pierde en el inicio de los tiemposSecciones
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A la sombra de la historia ·
Sobre el origen de sus nombres digamos ya desde el principio que el de algunas está muy claro, mientras que el de otras se pierde en el inicio de los tiemposRecuerdo de pequeño pasar por la calle Pito, entre malos olores y esquivando las micciones que chorreaban por unas marcas que había en el suelo. Se ve que por su situación discreta y por su pequeña pendiente era la favorita para que algunos malagueños demostrasen sus habilidades mingitorias. Nada más normal, pensaba yo, que una callecilla así se llamara calle Pito...
En este capítulo pretendemos evocar los nombres de algunas calles malagueñas actuales o desaparecidas. Dado lo ingente de nuestra labor, nos ceñiremos a esbozar unos mínimos apuntes de las vías más llamativas del Centro de Málaga. Sobre el origen de sus nombres digamos ya desde el principio que el de algunas está muy claro, mientras que el de otras se pierde en el inicio de los tiempos. ¿Por qué se llamará así la calle Dos Aceras, cuando la mayoría de las calles disponen de dos de ellas? ¿A quién se le ocurriría ese título? En el plano de Joseph Carrión de Mula, de 1791, aparece ya como Dos Haceras, con hache.
Antes de la construcción en la posguerra de la Casa de la Cultura en la calle Alcazabilla, existía en las laderas de la Alcazaba un laberinto de callejuelas de nombres evocadores. Una de ellas, que desembocaba en la primitiva Alcazabilla, se llamaba calle del Pájaro. Hoy no existe. Escuchemos cómo era a principios del siglo pasado, según la describía Gustavo García-Herrera: «Recuerdo vivamente aquella callecita quebrada, estrecha y desigual como era la Alcazabilla, que no puede evocar, ni remotamente, la espaciosa y bien trazada rúa actual. No olvidaré la tienda de pájaros que a la mediación existía y los grandes ratos que en mi niñez pasaba contemplando los vivos colores de los cardenales y colibríes».
¿Se designaría por eso así la calle del Pájaro? Un antepasado mío, Giovanni Luigi Picasso, vivía en 1840 en el número 3 de esta calle. El Muro de San Julián se conoció durante mucho tiempo como Muro de las Mancebías, por tener muchas prostitutas establecido su comercio en esta vía, como algunos mayores recuerdan todavía.
Algunas denominaciones sorprenden por sus connotaciones siniestras. La Travesía del Pintor Nogales se llamó callejón de los Diablos o la calle Hinestrosa fue conocida oficialmente como calle Sucia. La de los Peligros es hoy la calle Trinidad Grund, junto a la Alameda, nombrada así por su peligrosa cercanía al mar. La calle Strachan llevaba antes el nombre de calle Desengaño. Pensemos también en la calle Afligidos, donde está la casa natal de Pedro de Mena, o en el Paseo de los Tristes, hoy Alameda de Colón, que terminaba en el espigón de Levante. Mi padre todavía la conocía con ese nombre, para diferenciarla del Paseo de los Curas. Nada que ver con la Alameda Hermosa, como se conoció durante un tiempo a la calle Córdoba. Pero quizá el nombre más fúnebre que haya tenido jamás una calle malagueña sea el de calle del Ataúd. Se trata de un callejón sin salida a la mediación de la calle Granada que hoy se llama Moratín.
Entre los nombres curiosos que tuvieron las calles malagueñas me sorprenden tres, todas desaparecidas: el del callejón del Zape, actual calle don Rodrigo, junto al río; la placeta de la Cruz de Piedra, donde hoy está pasaje de Larios; y el callejón del Pericón, sin salida, que existió en la calle Pozos Dulces.
Hubo un tiempo en el que se celebraban corridas en la plaza de la Constitución. Los toros salían de la llamada calle del Toril, que estaba justo donde hoy arranca la calle Larios. En lo que queda de esta calle alguien abandonó una fría noche de invierno a un recién nacido que algún alma caritativa llevó a la Casa Cuna. Al niño se le puso el nombre de San Nicasio, por ser el del santo del día, y el apellido Calle, en alusión al lugar donde fue encontrado. Este es el origen del título de la calle Nicasio Calle, la única vía capicúa malagueña.
Junto a la calle Larios existió una muy singular, la de las Siete Revueltas. Hubo otra conocida como la de las Doce Revueltas, en el entorno de la calle Comedias, lo que da una idea de lo intrincado del entramado urbano malagueño.
Al levantarse nuestra vía principal desaparecieron para siempre la calleja del Perro y los callejones del Gato y del Fraile. ¿Quiénes serían aquel perro, gato y fraile que les dieron algún día nombre?
Muchas han conservado nombres de oficios: Ollerías, Especería, Cintería, Carretería, de los Mercaderes (actual Santa María); Pescadores (como se llamó la calle Alarcón Luján); de las Carnicerías (hoy Cisneros). Puerta Nueva se conoció hasta principios del siglo XX como plaza de Labradores. Y la que para muchos es la calle más bonita de Málaga, la de San Agustín, fue antaño la de los Caballeros. Otras llevan nombres vegetales como las calles Granados, Parra o Álamos, en la que vivo. Existió en Málaga una calle del Naranjo, otra de la Higuera y una placeta del Aceituno, en lo que hoy es la calle Calderería. Todas estos árboles han desaparecido, pero nos hablan de unos tiempos en los que en el Centro de Málaga predominaban los huertos y jardines, hoy tan escasos.
Existen nombres de calles harto evocadores. Me refiero a la calle Duende, en recodo, junto a la calle Nueva, y a la calle Beatas (¿quiénes serían estas? Nadie lo sabe). Otros son preciosos. La calle Ángel se llamó Paraíso, con lo que siempre tuvo una denominación celestial. La de Juan de Padilla viene en los planos antiguos como calle de la Gloria. No me digan que no es bonito. La calle Campos Elíseos se llamó Hacienda del Placer y Jardín de la Verbena, aunque sea difícil creerlo. Pero mi favorito es el que tuvo mucho tiempo ha la calle San Juan: se llamó de la Mar, porque allí desembocaba.
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