
El naufragio del 'Soberano' y la historia de Antonio Escudero
A la sombra de la historia ·
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VÍCTOR HEREDIA
Martes, 9 de agosto 2022, 00:13
El Mediterráneo guarda en sus aguas miles de historias de naufragios, vidas perdidas y cuerpos nunca encontrados. La que les voy a contar es la historia de un joven de 17 años con toda una carrera de marino por delante que se truncó cuando apenas se había iniciado. Antonio Escudero Pérez era natural de Motril y residía en Almería. En 1914 se trasladó a Málaga para matricularse en la recién creada Escuela de Náutica. Con sus compañeros de promoción realizaba las prácticas de navegación a bordo de una balandra entre Málaga y Torremolinos, bordeando la barra formada en la desembocadura del Guadalhorce.
Antonio Escudero pertenecía a una familia de gente del mar. Su padre, Rafael Escudero Roca, era práctico del puerto de Almería y su tío Jacinto Roca Pérez lo fue del de Málaga. Sus hermanos José y Rafael también fueron marinos. Rafael perdió la vida en el vapor 'Príncipe de Asturias', que naufragó en la costa de Brasil el 5 de marzo de 1916. Con 457 víctimas mortales, fue la mayor tragedia de la Marina mercante española hasta entonces.
La desgracia ya había golpeado a esta familia unos meses antes. En otoño de 1915 Antonio Escudero se dirigió a Barcelona para embarcarse en el que iba a ser el primer viaje de prácticas de su carrera. Se integró como agregado en la tripulación de un bergantín llamado 'Soberano'. Era un veterano velero, construido en 1859 en los astilleros de Blanes, que había hecho durante décadas la ruta del 'tasajo' (carne seca de vacuno) entre Argentina y Cuba y que últimamente se dedicaba al transporte de mercancías en la costa mediterránea.
Seguimos el relato del naufragio escrito por Enric García, director del Museo Marítimo de Barcelona. El bergantín zarpó del puerto barcelonés el 19 de noviembre con una carga compuesta por jabón, maderas, bidones de carburo y toneles vacíos con destino a Málaga. Al día siguiente se desató un fuerte temporal que azotó la costa levantina y que causó numerosos daños en Tarragona, Castellón y Valencia. En el mar la situación se tornó muy peligrosa y se produjeron varios naufragios con un balance aproximado de unas cuarenta personas fallecidas.
El 'Soberano' se vio sorprendido por la tormenta cerca del Faro de Buda, a la vista de la costa. El viento destrozó las velas y el barco quedó sin gobierno hasta que embarrancó frente a la desembocadura del Ebro. El casco quedó hundido y solo los mástiles se mantuvieron por encima del agua, golpeados continuamente por el fuerte oleaje. Los doce tripulantes buscaron refugio en los palos y en las vergas. Dos murieron al intentar llegar a nado a la costa, tres fueron arrastrados por las olas y otros tres perecieron de frío a pesar de permanecer sujetos con cuerdas a las cofas.
La operación de rescate se preparó desde el pueblo de L'Ametlla de Mar. Cuando tuvieron noticia del naufragio un grupo de pescadores se hizo a la mar en tres embarcaciones en plena noche y con una absoluta carencia de medios de salvamento. Consiguieron llegar junto al buque hundido y al amanecer, en una arriesgada operación, rescataron a los cuatro supervivientes que habían resistido en una de las vergas. Al día siguiente fueron recuperados seis cadáveres de los restos del barco. Entre ellos estaba Antonio Escudero.
Después de la supresión del Colegio de San Telmo en 1847, la enseñanza de Náutica se mantuvo dentro de la oferta docente del Instituto Provincial, con la excepción de una breve etapa en la que se creó una Escuela específica, entre 1858 y 1869. El gobierno reformó en 1913 la formación náutica civil y en virtud de la nueva organización se estableció en Málaga una Escuela Especial de Náutica en la que se cursaban los estudios de piloto y maquinista. Se ubicaba en el mismo local del Instituto, en la calle Gaona, lo que generaba problemas de espacio y de convivencia entre ambos centros docentes.
La heroica acción de los pescadores de L'Ametlla fue recompensada con la entrega de un bote de salvamento que recibió el nombre de Víctor Rojas, el mulato puertorriqueño que salvó del mar a cerca de doscientas personas. Los profesores y compañeros de Antonio Escudero en la Escuela de Náutica de Málaga, ciudad a la que debía haber vuelto con su primera experiencia como piloto, hicieron un funeral y acordaron colocar su retrato en la Galería de Honor del centro. En breve su retrato volverá a estar en el Aula de Náutica del edificio de la calle Gaona.
Durante muchos años los restos del 'Soberano' eran visitados por buzos de la zona. Uno de ellos, Emilio Brull, enlazó los restos del pecio con el nicho de un forastero en el cementerio de L'Ametlla. La lápida del nicho se empeñaba en mantener viva aquella historia: «Antonio Escudero Pérez. Falleció el 20 de noviembre de 1915 a los 17 años de edad en el naufragio del bergantín Soberano en el viaje de prácticas como alumno de Náutica». El hijo de Emilio, Xavier Brull, sigue cuidando hoy esa tumba y luchando para que esta historia no caiga en el olvido. Una historia que representa la de todas las personas que han perdido la vida en el mar.
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