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Los primeros datos históricos escritos acerca de los mártires se remontan al año 858 cuando Usuardo, monje benedictino francés, fue enviado a nuestra Península por el rey Carlos el Calvo, para que trasladase a Francia unas reliquias de mártires y, al mismo tiempo, recogiese material ... para la redacción de su Martirologio. En él incluyó la historia de Ciriaco y Paula. El texto decía así:
… Día 18 de junio. En España, en la ciudad de Málaga, el tránsito de los Santos Mártires Ciriaco y Paula, virgen, que después de muchos tormentos, devolvieron al cielo, cubiertos de piedras, las almas, mientras eran lapidados.
Este relato de Usuardo fue tomado por Inocencio VIII en la carta que dirigió a los Reyes Católicos a raíz de la toma de Málaga. El Papa certificó que los santos padecieron en Málaga el martirio, siendo apedreados hasta morir. Así lo testifica el P. Florez en su España Sagrada.
Conquistada la ciudad de Málaga el 18 de agosto de 1487, los Reyes Católicos enviaron a Inocencio VIII, una carta con la relación de todo lo que había ocurrido en ella, y éste les contestó certificándoles cómo la ciudad había sido consagrada con los martirios de los santos Ciriaco y Paula, y cómo fueron apedreados a semejanza de San Esteban. Desde entonces quedó establecido el patronato, constando así en los Estatutos de la Catedral, hechos por el obispo don Pedro de Toledo en 1492; y se estableció, desde la conquista de la ciudad, el culto a los santos. Los reyes fundaron en 1490 la iglesia de los Mártires. Y en 1494, el 30 de agosto, concedieron a Málaga su escudo de armas, manifestando:
... e por reverencia de los bienaventurados mártires sant Ceriaco e santa Paula, que en la dicha cibdad fueron martirizados, mandamos poner su ymagen de cada uno dellos en par de las torres de Gibralfaro ...
Desde un principio, hubo muchas dudas y opiniones de historiadores e investigadores, acerca del lugar dónde fueron lapidados los Santos Patrones y, al parecer, se llegó a la conclusión de que fue en Málaga. Así, en el siglo XVII fue construida una ermita dedicada a los mártires Ciriaco y Paula. El lugar fue conocido por Martiricos, ya que se erigió en aquella zona, dónde, según la leyenda, se piensa fueron lapidados los Santos. Estaba situada, dice Medina Conde:
… en la huerta llamada Perdida, en el camino que de Guadalmedina va al Arroyo de los Ángeles y Trinidad, entre ambos caminos.
Su emplazamiento exacto podemos documentarlo, perfectamente, en el plano de Carrión de Mulas del año 1791; y en planos de años posteriores. Sin embargo, revisando el interesantísimo y documentado libro de Emilio Ruiz Muñoz, canónigo archivero de la Catedral 'Los Santos Mártires Ciriaco y Paula', del año 1916, con un Prólogo del R.P. Fidel Fita, director, por entonces, de la Real Academia de la Historia, aquél explicaba minuciosamente, consultando los mismo textos que estudió Guillén Robles, y a otros muchos, y apoyándose en la traducción del latín del Himno que realizó Simonet, la cual consideraba muy autorizada, frente a la no correcta o libre de Guillén, el cual al traducirlo también interpretó mal el texto de Usuardo -según Ruiz Muñoz-; con todos estos datos éste afirmaba rotundamente que los santos fueron martirizados en Málaga.
Antes de continuar con nuestro relato, quisiéramos dedicarle unas letras al ya mencionado P. Fidel Fita quien, el 19 de enero de enero de 1901, vino a nuestra ciudad a dar una conferencia sobre los Santos Ciriaco y Paula, en la entonces denominada Sociedad Malagueña de Ciencias; y en el artículo que escribió Narciso Díaz de Escovar, comentó un fragmento de dicha conferencia, cuando explicaba que, Fita decía que al consagrarse la iglesia Basílica de Guadix, dedicada a la Santa Cruz, el 13 de mayo del año 652, entre las reliquias colocadas en su ara se pusieron algunas de las de Santa Paula; con ello se demostraba pues, que sus restos no estaban enterrados, en lugar oculto, sino que eran objeto de devoción por los cristianos a mediados del siglo VII.
En 1912 el P. Fidel Fita fue nombrado director de la Real Academia de la Historia; en 1913 se le concedió la Gran Cruz de la Orden Civil de Alfonso XII y, también, se le nombró Académico de la Real de Bellas Artes de San Fernando, y correspondiente del Instituto Arqueológico de Roma. En 1917 fue elegido para ocupar el sillón Q en la Real Academia Española de la Lengua.
Usuardo cuando viajó a la Península contactó con la iglesia mozárabe, a ésta se lo había transmitido la iglesia visigoda, la cual a su vez lo había aprendido de la iglesia primitiva romana, sede de la lapidación de nuestros mártires, con ello Ruiz Muñoz probaba la verosimilitud del emplazamiento de los mártires. Pero contrastando todas estas opiniones históricas, lo cierto es que en ninguno de los documentos se afirma con claridad el lugar exacto dónde se realizó el martirio, el mencionarse las dos ciudades en los textos, ha llevado a su dudosa interpretación: unas veces de Málaga y otras de Cartago. Lo que sí es cierto, es que esa es la tradición desde tiempo inmemorial: el sacrificio de los santos malagueños.
También existe un grabado del año 1780 a cuyo pie se lee:
…Vista y perspectiva de Málaga tomada desde el Cortijo de la Palma, situado en el Guadalmedina, propio del convento de la Merced.
(En el facsímil de este grabado, que fue realizado en el año 1966 por la Obra Cultural de la Caja de Ahorros Provincial y la Sociedad Malagueña de Ciencias; se encuentra depositado en el Archivo Díaz de Escovar).
En él observamos perfectamente diferenciadas la ermita de Martiricos y, al lado, con una distancia entre ambas, la torre de Martiricos. Esta torre que hoy todavía persiste, es, en realidad, la alcubilla que está situada, actualmente, en la Avenida Gálvez Ginachero, junto al Colegio de San José, la cual tiene un tejado a cuatro aguas, y quizá por esta causa, y por estar situada muy cerca de la ermita, se pensó en otros tiempos que eran los restos de la torre de dicha ermita.
La ermita fue fundada en 1630 por Cristóbal Ramón, en una huerta de la propiedad del alférez Alejo del Águila. Fallecido aquél, se hizo cargo de la ermita el licenciado Martín Castaño Casillas de Guzmán, el cual la mejoró notablemente, sucediéndole en 7 de agosto de 1657 María Godoy, que justificó ser hija del referido Martín Castaño. Cuando ésta murió en su testamento, de fecha 6 de julio de 1677, dejó como patrona de la ermita a su hija Juana Hurtado, casada con Juan Luis Zambrana, a sus hijos y descendientes. En virtud de este testamento, cuando falleció Juana Hurtado, pidió judicialmente su marido la posesión de la ermita, y ésta le fue adjudicada.
Así prosiguió la ermita primitiva hasta el año 1680, sufriendo muchos desperfectos con el terremoto del día de San Dionisio, quedando ésta abandonada por espacio de algunos años. Más tarde fue reconstruida e incluso ampliada, a expensas de Tomás Valdés y su esposa Paula Ruiz Arroyo, mercaderes de la seda establecidos en la calle Nueva. Concluida la capilla, fue consagrada por el obispo Fray Alonso de Santo Tomás, en 25 de junio de 1687, celebrándose grandes fiestas, organizadas por los dos Cabildos: Municipal y Eclesiástico, y la nobleza.
Según el P. Morejón, y más tarde el Marqués de Valdeflores, la advocación de estos Santos Patronos estaba muy arraigada en nuestra ciudad, y ambos relatan cómo la ermita estaba situada en el centro, como en una isla, rodeada de tres arroyos, y éstos en varias crecidas abundantes, concretamente una de ellas la del año 1661, y otra en 1764, no afectaron para nada a la ermita, considerándose estos hechos un milagro otorgado por los santos.
A principios del siglo XIX, la ermita estaba en muy mal estado, así lo relata en una carta, en 1803, el presbítero Juan Tomás Sanz de la Reguera y Morcillo dirigida al Cabildo eclesiástico; asimismo se quejaba de olvido del culto a los patronos y de la escasa asistencia a la ermita.
La ermita, al parecer, fue demolida a principios del siglo XX. Sin embargo, Sánchez Rodríguez en el texto que publicó en la prensa local «El Cronista» , el 18 de junio de 1916, terminaba su artículo diciendo: De todo cuanto hemos relatado, sólo queda hoy, [en 1916] aparte los actos religiosos que celebran en su día la Catedral y la Parroquia de los Santos Mártires, la torre de la ermita.
Así pues, vemos como ya en el siglo XX confundían la alcubilla existente, pensando que eran los únicos restos que quedaban de la antigua ermita.
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