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María Manuela Kirkpatrick y al lado su hija Eugenia Montijo.
María Manuela Kirkpatrick, una malagueña olvidada

María Manuela Kirkpatrick, una malagueña olvidada

Tribuna de la Historia ·

En diciembre de 1817 contrajo matrimonio con el conde de Teba, con quien tuvo un hijo y dos hijas: María Francisca de Sales y Eugenia Montijo

Domingo, 8 de diciembre 2019, 00:37

Nació en Málaga el 24 de febrero de 1794 en un edificio que existía en el Postigo de los Abades, frente a la Catedral, cuyo solar, en parte, lo ocupaban hasta hace unos años las oficinas de Telefónica. Los Kirkpatrick eran oriundos de Irlanda; dedicados a importantes negocios del comercio del vino. Cuando William Kirkpatrick se estableció en Málaga -procedente de Jerez-, con su esposa, Marie Françoise de Grevignèe, de ascendencia belga e hija de su socio, era cónsul de Estados Unidos. La familia residía largas temporadas en Madrid y en el extranjero.

El 15 de diciembre de 1817 contrajo matrimonio con el conde de Teba, Cipriano Palafox y Portocarrero, quien por la muerte de su hermano primogénito obtuvo el título de conde de Montijo, que fue el que usó desde ese momento el matrimonio. Tuvieron un hijo, Francisco, que falleció siendo joven, y dos hijas: María Francisca de Sales, nacida en Granada en 1825, y María Eugenia, nacida también en Granada en 1826. Dejando a su marido en Madrid, en 1930, Manuela se trasladó a París con sus hijas para que estudiasen.

En 1839 murió el conde, instalándose desde entonces la condesa de Montijo con sus hijas en la capital, en la quinta que poseía en los alrededores de Carabanchel. Allí recibía a sus amistades, incluso construyó un teatro, siendo muy concurrido por la sociedad del momento. Estas célebres reuniones fueron mencionadas en las biografías de Próspero Mérimée y Ventura de la Vega. Fue nombrada por la Reina Isabel Camarera mayor de palacio entre 1847 y 1848.

En el carnaval de 1842 presentó a sus dos bellas hijas a la aristocrática sociedad madrileña. El 14 de febrero de 1844, Francisca contrajo matrimonio con Jacobo Luis Stuart Fitz-James, duque de Berwick y de Alba de Tormes. Falleció en 1860.

En 1849 María Manuela se estableció junto con su hija Eugenia en París; allí conoció al futuro Napoleón III. Como Eugenia frecuentaba los salones más aristocráticos de la ciudad ambos se encontraban con frecuencia. A partir de entonces, Napoleón cortejó asiduamente a la bella española. Después de la proclamación de Napoleón III como emperador –noviembre de 1852-, tuvo lugar la petición de mano, el 14 de enero de 1853; días después se celebró en las Tullerías el matrimonio civil, y el 26 de enero, la ceremonia religiosa en la catedral. Años más tarde, 1870, vendría el desastre de Sedán; la abdicación de su esposo, la muerte de Napoleón en 1873, y la de su único hijo en 1879. Retirada a su palacio de Liria, en Madrid, falleció el 10 de julio de 1919. Tenía 93 años.

La madre de la emperatriz, nuestra biografiada, siguió residiendo en Madrid sus últimos años, sufriendo con amargura el triste destino final de sus hijas. Parece ser que tuvo gran amistad con Próspero Mérimée, desde que éste vino a España en 1830, manteniendo una larga correspondencia desde ese año a 1870. Incluso se comentaba que Carmen, el personaje de su célebre novela, estuvo inspirado en María Manuela.

María Manuela Kirkpatrick, condesa viuda de Montijo, falleció en Madrid el 22 de noviembre de 1879, a los 85 años, en su quinta de Carabanchel.

Muchos años después, León y Quiroga compusieron una canción titulada 'Eugenia de Montijo' para Concha Piquer, en la cual narraban la historia de las dos hijas de María Manuela.

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